EL PODER DE LA CONCIENCIA

Cuando en mayo me tocó cubrir una conferencia sobre economía no me entusiasmé demasiado al saber que el orador sería un tal Javier Milei, un político economista, diputado y hasta presidenciable argentino. Más mentiras, pensé. Pero fui. Y durante dos horas escuché lo que decía.

Por suerte grabé cada una de sus palabras, incluso las transcribí a word, para entender sus varios mensajes. Fueron 33.912 caracteres que finalizaban con un grito de: ¡Viva la libertad, carajo!

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Aunque este político – economista es catalogado como de extrema derecha, él se autocalifica como un liberal libertario. Y esa noche por el micrófono escaparon frases e ideas perturbadoras que se refugiaron en el subconsciente del público.

En resumen, advertía sobre el riesgo inminente de una nueva y fuerte ola del izquierdismo que se cernía en silencio sobre la región. Mencionaba los países y a los ex presidentes y los actuales mandatarios y a los que representaban un potencial peligro, como lo serían Gustavo Petro si ganaba en Colombia (cosa que sucedió) y Lula en Brasil.

Milei se quejaba de que, en su afán populista de “ser los buenos”, la izquierda regalaba el capital ganado con mucho esfuerzo por los productores y que como la producción tenía un límite, al final los gobiernos socialistas se veían obligados a tomar préstamos para seguir siendo bien vistos y así endeudaban al país durante generaciones. Y habló de la desesperante situación de Argentina y de cómo países inmensamente ricos habían perdido su sistema productivo.

También explicó sobre porqué la izquierda pregona las luchas de clases, las de “salvar al planeta” o incluso su interés por un concepto de igualdad de género extremo y daba ejemplos de ideas aberrantes, pero reales que proponen de matar niños legalmente –por tener derecho las mujeres sobre su propio cuerpo– o porque los seres humanos dañan al planeta.

Sería instructivo mencionar más conceptos vertidos esa noche; sin embargo, por falta de espacio nos quedamos con esa seria advertencia que se está cumpliendo: La izquierda avanza con su estrategia de silencio.

Mirando desde arriba se podría decir que en Paraguay la superficie de la izquierda está en calma, pero si nos adentramos en aguas un poco más profundas podemos sentir de que efectivamente existen fuertes corrientes invisibles.

Aparentemente la lucha electoral se centra solo entre el oficialismo y la disidencia, mientras que la Concertación es un cúmulo desorganizado de nombres en el que prevalecerá el más egocéntrico, pero que no propone soluciones.

Como lo hizo el actual gobierno, la idea es llegar al poder para luego ver qué hacer.

Y sin embargo, ante la situación calamitosa en que esta administración dejará el país, el próximo gobierno deberá proponer una gestión profesional y patriótica. El panorama es miseria luego de la rapiña de las arcas y la enorme deuda generada por el gobierno saliente.

El oficialismo muestra su desesperación ante la gran ventaja que le lleva el sector disidente y es natural que se valga de cualquier método para intentar ganar. Sabe que si pierde todos los sucios negociados saldrán a luz y muchos estrenarán las nuevas cárceles que se están construyendo.

La opción A es ganar, pero eso sería un milagro ya que la ciudadanía ha visto el desastre y la angurria mortal que les caracteriza. Votar por el continuismo sería el suicidio. Por lo tanto, no.

La opción B es aliarse con la Concertación y hacer un pacto para que sea ciega ante todo el atropello que causaron. Pero ojo, la Concertación sería con un liberal o un izquierdista (como lo había advertido Milei).

La victoria de la Concertación representaría la impunidad para los enriquecidos que abandonan el poder y una nueva oportunidad para saquear lo poco que queda del país, sin olvidar que en el programa figura regalar la producción para que sean considerados siempre los buenos de la película.

¿Es casualidad la intervención de un embajador que se muestra abierto a las nuevas ideologías de género o es parte del plan anticipado por Milei? No tiene nada de inocente como se pretende hacer creer, puesto que luego de tirar la piedra y esconder la mano, el Parlamento reaccionó como perseguido por un enjambre de avispas. Hasta “trabajaron” en domingo.

Como nunca, tantas mentiras y medias verdades interesadas fueron vertidas en las jornadas de “trabajo”. Más que un juicio político, las sesiones se convirtieron en bochorno, con una diputada que orgullosa y arrogante mostraba el dedo medio ante cámaras y luego se echaba a dormir como si estuviera en su casa, con un diputado envalentonado y prepotente que desafiaba a la prensa, con parlamentarios que en lugar de buscar el bien de sus representados usaban el curul para intentar atraer votos con gestos grandilocuentes y frases vacías.

Parecían monos en una jaula de zoológico que buscaban atraer a los visitantes para que les dieran una galletita. Olvidaron que ellos debían ser los honorables diputados, representantes elegidos por el pueblo. ¿En qué se convirtieron? ¿Quiénes son estos? ¿A quiénes representan?

Y mientras los políticos hacen y deshacen molinos de viento, prometen lo que no tienen y planean cuán ricos se van a hacer luego de las elecciones, se olvidan que los que decidirán en las urnas son los ciudadanos.

Y los ciudadanos quieren propuestas serias de cómo salir del pozo al cual fueron arrojados por esta administración corrupta y castigo ejemplar para los ladrones. Ya no quieren trabajar para pagar el sueldazo de personas que no trabajan. Ya no quieren ir a los hospitales para que los traten como mendigos. Ya no quieren salir a la calle y que los asesinos los inviten a descansar en un ataúd.

Quieren empleo y respeto, no políticos que en silencio hacen acuerdos de impunidad. Quieren menos mentiras y más empatía.

Dejanos tu comentario