Por Eduardo “Pipó” Dios

Columnista

La reciente designación del expresidente Horacio Cartes como “significativamente corrupto” y la denegación de la posibilidad de la visa para ingresar a los EEUU, por parte del Departamento de Estado de la Administración de Joe Biden, el errático presidente americano, ya muy mayor y, al parecer con algunos problemas de salud, o achaques de la edad, nos hace reflexionar sobre los motivos de dicha decisión POLITICA del gobierno americano.

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Sin entrar en los delirios fantásticos e interesados de los ANTI CARTES, por fanatismo o por efectivo o zoquetes, la sanción viene del brazo político del gobierno de Biden. El Departamento de Estado es eso. “No nos gusta fulano, palo… que palo, negale la visa y digamos que es por corrupto”, ya está, ellos no tienen que explicar mucho, “derecho de admisión”, ellos son dueños del boliche, “vos entras, vos no… ¿por qué? ¡Porque no!”.

De hecho, cuando tenemos que ir a hacer ese engorroso y a veces humillante trámite para acceder a la visa americana, ya sea para ir de paseo o para ir buscar laburo, los tercermundistas nos hemos encontrado muchas veces con el “no porque no” y chau vos y tus 100 dólares de la solicitud. Me ha tocado ver gente rebotando en el consulado por portación de rostro, por “pinta de pobre” o por la simple inconsistencia de su “historia” ante el cónsul, es un momento súper triste y humillante, hasta para los simples observadores. Pero, ES SU DERECHO, es SU PAÍS, tienen todo el derecho y la obligación de decidir si las personas que van a ingresar a esa “tierra de oportunidades” les va a servir para algo a ellos o no. Puede ser argel y hasta algunos dirían, xenofóbico, pero es totalmente válido.

Ahora vayamos al caso de Horacio Cartes, un presidente de Centro Derecha, defensor del mercado libre, de la propiedad privada, de la iniciativa privada, de la inversión extranjera, de la libertad de expresión, de los derechos individuales. Enemigo directo del populismo, las izquierdas trasnochadas, del estatismo, y por sobre todo defensor de los hoy, demonizados por el mundo progre, “VALORES TRADICIONALES”, el matrimonio es entre un hombre y una mujer, no hay matrimonio homosexual, no al aborto, no a la ideología de género y menos la enseñanza de la misma en las escuelas a niños de 4 o 5 años en adelante, entre otras ideas “de moda”, consideradas por este mundo “virtual” como retrógradas, arcaicas, facistas, etc.

Raro en un sector que reivindica la figura de dictadores y asesinos, como Castro, el Che, Mao, Stalin, Chávez que han perseguido, torturado y asesinado a los homosexuales de sus países por el solo hecho de haber sido “descubiertos o denunciados” por algún pyrague local. Ni qué decir de sus aliados y financistas iraníes, o de otras dictaduras musulmanas fanáticas donde se los cuelga, castra, quema, lapida o se los empuja por los balcones por el solo hecho de sospechar que sean homosexuales.

El actual gobierno americano, es pro aborto, pro ideología LGTBI, y defiende estos derechos a la fuerza, como sea, no solo en su país, sino que busca promoverlos en todos los países donde pueda. Enfatizamos, “donde pueda” y donde “no le cree problemas económicos” con el gobierno. En Arabia Saudita, Qatar, Emiratos, y otros países aliados no se les ocurre mandar un embajador abiertamente homosexual con su esposo (no tiene absolutamente nada de malo a mi criterio, considero a alguien que asume su opción sexual como alguien valiente en un mundo, aún muy crítico y discriminador, cuando les queda la opción de taparlo y permanecer en la seguridad del famoso “closet”).

El Paraguay, probablemente es el país más tradicional y conservador de la región, mayormente católico y cristiano, la izquierda apenas representa un porcentaje marginal del electorado. Eso hace que cualquier medición que se haga nos muestre un altísimo rechazo al aborto, al matrimonio “igualitario”, la educación sexual inclusiva y demás banderas de estos sectores. Y si “no tenemos los votos, hay que forzar la cosa, hay que comprar espacios en medios amigos, alquilar a formadores de opinión, y hacer ruido, como si fuéramos millones”. Lo que pasa es que, justamente, no pasa nada, no avanzan, y, por el contrario, los sectores opuestos son los que generan más adhesión. Aunque se los trate de ignorantes, burros, idiotas, retrógrados, prebendarios o cuanto epíteto se les ocurra, la gran mayoría de la población es contraria a esta nueva izquierda o progresismo.

Pero, ¿por qué los Estados Unidos, la mayor potencia militar y económica del mundo, toma partido por sectores aliados a Irán, Venezuela, China, Rusia, el extremismo islámico, gente que ha matado americanos a mansalva, que proclama su odio y su intención de destruir (literalmente) al “gran satán americano”, como lo designaba el “cantor religioso” (Hugo Velázquez Dixit), el ayatolá Jomeini?

El gobierno americano está hoy en manos de los demócratas, los “liberals” o sea los “progre” americanos, apoyados por una caterva de artistas multimillonarios y yuppies con sentimiento de culpa, mientras se pasean en sus Ferrari y Bugatti de 1 millón de dólares que contaminan con sus motores de 12 y 16 cilindros, sus jets de 100 millones de dólares que para ir de Miami a Nueva York a farrear un fin de semana generan más contaminación que una fábrica de tornillos en San Pablo. Y para calmar esa culpa recurren a alguna pastillita o similar y a apoyar la “ecología”, la agenda LGTBI (la mayoría se siente representado por alguna de esas letras, es lógico y razonable), las industrias sustentables (siempre que sean fuera de USA), el no consumo de carne (pero si de menjunjes de laboratorio con “gusto a carne” mientras en privado comen sushi de carne de Wagyū de 2.000 dólares el kilo en un restaurant ultra top de Los Ángeles). El famoso “curita en el alma” que, según la célebre Mafalda de Quino, se ponen los ricos para calmar su culpa.

Si uno analiza la historia del siglo 20 y lo que va del 21, analizando la política exterior norteamericana, la mayoría de los errores, sobre todo respecto al tercer mundo, vemos que los gobiernos demócratas no son muy astutos a la hora de analizar sus acciones. Se han perdido países aliados y los han servido en bandeja al enemigo. Fue Roosevelt, con su política de no intervención, el que dejo que los nazis arrasaran Europa, y reaccionó a los ruegos desesperados de Winston Churchill recién ante la inminencia de la caída de Inglaterra y a regañadientes a intervenir. Tuvieron que mojarle la oreja los japoneses dejándolo en ridículo en Pearl Harbor para que decida meterse. Cuántos muertos y destrucción se podrían haber evitado con una entrada, dos o tres años antes… mejor ni preguntar.

Pasemos a Kennedy, y su desastre en Vietnam, del que salieron, gracias a un republicano, vilipendiado por los progres del mundo, el gran Richard Nixon, uno de los mayores estadistas del siglo XX. Luego Jimmy Carter, que dejó que Nicaragua cayera en manos de la ultra izquierda, al insistir en dejar caer al dictador Somoza sin acercarse y negociar con los que tomarían el poder, buscando una salida menos sangrienta. Se quedaron mirando cómo el mundo soviético se chupaba el país centro americano.

Fue Carter el que también permitió la instalación de la revolución extremista en Irán, y tuvo que venir, otro gran estadista, vilipendiado, una vez más y cuando no, por los progres de todo el mundo, Ronald Reagan a poner orden rescatar a los rehenes y ponerle freno al intento de expansionismo de esa revolución por todo oriente con apoyo de la URSS.

Finalmente fue Clinton el que no hizo nada por defender la mayor reserva de petróleo de América y una de las mayores del mundo de las garras del Castro-Chavismo, sin meterse en el ascenso y copamiento del poder de Hugo Chávez y sus secuaces, que se dedicó a expandir esa “revolución” a toda América ante la mirada perdida de los demócratas de turno.

Hoy Biden dejó caer Colombia y Chile, dos aliados claves, con la mayor capacidad militar del continente, provista por los EEUU, en manos de comunistas declarados, uno exterrorista de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). O sea, no tardaremos de ver su equipo militar de última generación vendido a China, Irán y Rusia para ser copiado y repartido a cuanto grupo terrorista del mundo.

Todo sea por la banderita multicolor, el aborto libre, gratuito y celebrado y por qué un señor peludo de 60 años y 140 kilos nos obligue a que le digamos Señorita y pueda debutar de blanco en la fiesta de primavera del Garden Club.

Tendremos que esperar las elecciones de mid-term del 8 de noviembre en EEUU para ver si el pueblo americano les aplica un correctivo a Biden y Kamala, o que en 2023 vuelvan los republicanos a poner orden y dejar la pavada, y sobre todo dejar de entregar la suerte de los países democráticos a los brazos de minorías antidemocráticas, sociópatas y significativamente corruptas… de verdad.

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