DE LA CABEZA

  • Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

Nuestro cerebro evolucionó para comer casi cualquier cosa para sobrevivir, pero, con el paso del tiempo, hemos aprendido que hay una manera de alimentarlo para mejorar la salud mental en general. Mariscos, verduras, frutos secos, legumbres, y un poco de chocolate negro son la base de lo que llamamos neuroalimentos. Los vegetales de hojas verdes como el repollo, las espinacas, la rúcula, las remolachas, las acelgas, las algas, los pimientos rojos, los arándanos, el brócoli, las berenjenas, pueden tener un impacto en la inflamación, la memoria, el sueño y el estado de ánimo. Los aguacates tienen un alto contenido en grasas saludables que mejoran la absorción de los fitonutrientes de otros vegetales.

Las sardinas, las ostras, los mejillones, el salmón salvaje y el bacalao son fuentes de ácidos grasos omega-3 de cadena larga, esenciales para la salud del cerebro, así como vitamina B12, selenio, hierro, zinc y proteínas. En un país mediterráneo como el nuestro, las semillas de chía, las semillas de lino y las verduras de mar también son buenas fuentes de omega-3. Las nueces, los porotos y las semillas a razón de media y una taza entera al día, y como aperitivos los frutos secos y las semillas, como las castañas de caju, las almendras, las nueces y las semillas de calabaza. Ciertas especias pueden conducir a un mejor equilibrio de los microbios intestinales, reducir la inflamación e incluso mejorar la memoria: la cúrcuma cuyo ingrediente activo, la curcumina, puede tener beneficios para la atención y la cognición en general. Añadir una pizca de pimienta negra hace que la curcumina sea un 2.000 por ciento más biodisponible para nuestro cerebro y cuerpo. Otras especias que pueden favorecer la salud del cerebro son la canela, el romero, la salvia, el azafrán y el jengibre.

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Otros alimentos como los fermentados que se elaboran combinando leche, verduras u otros ingredientes crudos con microorganismos como levaduras y bacterias, son cada vez más importantes en la neuroalimentación. Un estudio reciente ha descubierto que seis raciones diarias de alimentos fermentados pueden reducir la inflamación y mejorar la diversidad del microbioma intestinal. Entre los alimentos fermentados se encuentran el yogur; el chucrut; el kéfir (una bebida láctea fermentada); la kombucha (una bebida fermentada hecha con té); y el kimchi (un plato tradicional coreano de col y rábano fermentados). Otros alimentos fermentados son el miso, el queso cottage, el queso Gouda y algunos tipos de vinagre de sidra de manzana. También se pueden tomar pequeñas botellas de bebidas fermentadas, normalmente de un cuarto de taza, que contienen probióticos y se venden en muchas tiendas de comestibles.

Por último, y si sos amante como yo del cacao, el chocolate negro es una “trompada saludable” para la salud de tu cerebro. Las personas que consumen regularmente chocolate negro tienen un 70 por ciento menos de riesgo de padecer síntomas de depresión, según una gran encuesta gubernamental realizada a casi 14.000 adultos. El mismo efecto no se observó en quienes comían mucho chocolate con leche. El chocolate negro está repleto de flavonoles, entre ellos la epicatequina, pero el chocolate con leche y las populares barritas de caramelo están tan procesados que no contienen mucha epicatequina.

Ya lo dijimos hace una semana: alimentarse es también una cuestión DE LA CABEZA. Comencemos entonces a alimentarnos para la cabeza. Nos leemos en siete días.

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