¿Quiénes lo votaron por favor? ¿Por qué? ¿Se arrepienten por lo menos, por dignidad, pidiendo disculpas al pueblo ante la barbaridad de ese error trágico en una elección tan perjudicial? No. No lo hacen. Cero en integridad. Y tengo en cuenta a muchos periodistas, comunicadores sociales, economistas, sociólogos, banqueros, de izquierda o progresistas, que se jugaron por él, porque no era estronista, y compilé sus escritos y opiniones de “lo mejor que se venía con Marito a la cabeza de un gobierno capaz.

Vestía de traje democrático en el Parlamento, con una pureza intachable, con la capacidad de cambiar y mejorar el Paraguay. Así lo veían, y así lo creían. Cero en integridad. ¿Ser igual que “Lucho” 1999-2003? ¿Se arrepienten, se avergüenzan, les duele? No. Para nada. Pero se consideran “honorables” de la prensa. Demos tiempo a la historia para que esos nombres aparezcan en el listado de los que permitieron casi la destrucción de nuestro país. Tiempo al tiempo.

Hablando del tiempo, nuestra crisis actual, que no es solamente económica, solo es comparable con aquella feísima y dolorosísima crisis global del período 1998- 2002. Basanomics hace una buena comparación de tiempos diferentes y distantes (aquel y el actual 2022) usando varios indicadores claves, que la pueden visualizar en el cuadro que acompaña mi análisis (con opinión personal). Pero empecemos por hoy. He aquí un resumen: “No hay ventas, movimientos de cargas (ciudad y campo), se dice con amargura y desesperanza en tiendas, supermercados, estaciones de combustibles, mercados (Cuatro y Abasto), el sector de transportistas, empresas micro, pequeñas y medianas (las más golpeadas), agencias de publicidad, casas y playas de venta de automóviles y repuestos, en despensas de barrios y en la calle.

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Porque el consumo de la gente bajó extraordinariamente desde un ayer que no se recuerda, y no hemos estado saliendo del drama como mínimo ni mejorado “respirando mejor”, con una inflación altísima para nuestra reciente historia (un 12,9% de diciembre del 2020 a junio 2022, año y medio, 18 meses, promedio, 20% en alimentos, peor aún para la gente con bajos ingresos), y una economía andando apenas (creceríamos oficialmente 0,2% este año). El Banco Central del Paraguay (BCP) saca de nuestro mercado en lo que va del año guaraníes que tendrían que circular para consumir e invertir por un valor equivalente de US$ 750 millones, al vender “sus” dólares para planchar su precio y buscar desacelerar la inflación (11,5% interanual a junio 2022). Para más sube sus tasas de interés (de 0,25% a 7,75%) encareciendo el crédito y estimulando a los bancos a comprar sus letras de regulación para sacar más guaraníes del mercado y así también desacelerar la inflación, aún al costo de extremar el debilitamiento de la economía con todos sus dolores.

Me dicen en el BCP:”Hacienda ya no nos ayuda, y tenemos que endurecernos”. El Estado (administrado por el gobierno de Marito) no tiene recursos suficientes pese a un endeudamiento fenomenal (se usaron préstamos y bonos por US$ 7.746 millones, y el saldo de la deuda creció 79% o unos US$ 6.333 millones). Solo por obras públicas (casi todas elefantes) el MOPC no paga US$ 380 millones, y lo impagable puede llegar a US$ 450 millones, si el Parlamento no aprueba con urgencia dos préstamos “programáticos” (uso libre para tapar agujeros financieros) por US$ 240 millones. Nos endeudamos para pagar deudas que no se saldan completamente. Con la emisión de bonos soberanos es adecuado, responsablemente, endeudarnos para girar compromisos de pago de un año a otro, y así suavizar años muy cargados. Pero con recursos de organismos financieros internacionales directamente es comerse la cola a la velocidad del rayo.


Nos dicen que “hay tres obras emblemáticas” que pagar: el puente de Conrado Hoeckle (usando dinero del Estado para sus beneficios personales), la defensa costera de Pilar, y las penitenciarías. Perdimos el equilibrio entre obras públicas elefantes, que son importantes, y obras públicas como invertir en la reconstrucción y modernización de nuestras escuelas y nuestros colegios públicos, y así darle vida digna a nuestros niños y adolescentes con capacidad para aprender y tener futuro. Nos olvidamos de la inversión en salud y en viviendas sociales. Estas tres clases de inversiones públicas no son elefantes a la vista del mundo para satisfacer vanidades, pero nunca tienen en el corto plazo (un año) y mediano (tres) el maravilloso “efecto derrame” (el dinero llega a todos, de la cabeza a los pies) de aquellas obras públicas tipo hormigas que se expanden a millones.

Marito es culpable, por autocalificarse del cuarto reconstructor paraguayo, después de los López (Francia construyó ruinas), Caballero y Stroessner, no importándole el costo económico y social del desequilibrio entre intereses y necesidades de la gente que no la ha venido pasando bien, y los de las empresas constructoras (vialeras), que como debe ser tienen sus legítimos deseos, intereses y ganancias que buscar y conquistar construyendo. Pero el Estado, nosotros, ponemos las prioridades, con la política del equilibrio en las inversiones públicas, por uso de razón, sentido común y priorizando lo mejor y más rápido para el bolsillo y el estómago de la gente. “Marito es inteligente, serio, democrático e incorruptible”, escribe un periodista famoso en el 2017. Yo, hoy, me suicidaría, por dignidad y respeto a mi familia. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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