Los enunciados democráticos de la oposición para justificar el uso del padrón nacional en las elecciones internas simultáneas del próximo 18 de diciembre solo son argumentos políticos para garantizar la presencia de la mayor cantidad posible de partidos y movimientos dentro de la concertación. Por tanto, se parte de una falacia tratando de construir y proyectar un falso axioma, una proposición tan “clara y evidente que se admite sin demostración” (DRAE).

Incuestionable. Incluso por encima de las leyes que proceden de las ciencias jurídicas. Porque ya avisaron sus principales líderes que, en caso de que las instancias pertinentes resuelvan en contrario a sus pretensiones, saldrán a las calles para defender el “derecho a la libre participación”. El que puso el dedo certero en la llaga que supura fue el senador Enrique Salyn Buzarquis. Ya lo citamos textualmente semanas atrás. Pero, en estos casos, las reiteraciones nunca son redundantes. Nadie dice tantas verdades como el que padece, aunque sea transitoriamente, arrebatos de incontinencia verbal. Y el legislador del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) los tuvo muy de seguido. Es, quizás, esa la razón por la que le sacaron del escenario y le retiraron el micrófono. Al menos, para este tema muy particular. Después, seguramente, volverá a alegrarnos con sus coloridas declaraciones.

El 21 de junio, reproducido en los medios escritos al día siguiente, Salyn Buzarquis afirmaba la verdadera razón del porqué querían utilizar el padrón nacional, más allá de las fundamentaciones jurídicas. La idea central, y resumiendo, es que algunos candidatos de la concertación “creen que van a tener mayores posibilidades (de ganar) en una elección con el Registro Cívico Permanente”. Simplificando: Esperanza Martínez (Frente Guasu), Kattya González (Partido Encuentro Nacional) y Soledad Núñez (quien se declara “independiente”) están convencidas de que, sin la inclusión de los colorados en el padrón de la concertación, no tienen chance alguna de vencer a Efraín Alegre. Confían en que podrían gozar del favor de esos votos al tiempo de especular que los afiliados de la Asociación Nacional Republicana (ANR - “Nunca Más”) jamás votarían por un candidato liberal. Y, por el lado de Alegre, él está convencido de que muy pocos colorados podrían participar en las internas de la oposición, por lo que su triunfo no corre riesgo.

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Y escribí a propósito el “padrón de la concertación”, no por un antojo particular, sino porque así lo determina la Ley 3212/2007, “Que amplía las disposiciones del Código Electoral y crea la figura de las concertaciones”, que el ex director de Partidos y Movimientos Políticos, hoy miembro del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), doctor César Rossel, explica muy bien en una ilustrativa publicación. El artículo 2, inciso e), expresa que uno de los requisitos para la formalización de una concertación es “el mecanismo de elaboración y contenido del padrón a ser utilizado”. Recurramos a una simple interpretación semántica, que es más fácil de comprender: desde el momento en que la concertación adopta para sus internas el padrón nacional, deja de ser tal para convertirse en padrón de la concertación. Aquí no hay anfibología posible.

A Efraín Alegre, presidente del PLRA y precandidato a usufructuar por cinco años el Palacio de López, y a su correligionario Enrique Salyn Buzarquis ahora se sumó el titular del Partido Revolucionario Febrerista, Guillermo Ferreiro, para asegurar que “vamos a hacer las elecciones a padrón abierto, eso es un hecho, se acabó la discusión”. Y si tuvieran algún revés en el TSJE o en la Corte Suprema de Justicia, igual que Esperanza Martínez, ya adelantó que “vamos a movilizar a la gente, ya estamos calentando motores”. Lo político por encima de lo jurídico. La vieja disputa entre Carl Schmitt y Hans Kelsen, recreada por la politóloga belga Chantal Mouffe, en que el primero asegura que “más allá del derecho está la política, siempre hay situaciones excepcionales en que no se pueden seguir las leyes”. Para Kelsen, sin embargo, la ley está siempre. Ese es el pequeño gran dilema que tendremos que resolver prontamente.

El padrón nacional soluciona un problema interno de la concertación. No es una cuestión de principios. O de valores. Es, ya lo dije en otro artículo, una argucia política para tratar de derrotar al Partido Nacional Republicano. Una aspiración absolutamente legítima. Así como es legítima la recurrencia de los apoderados del Partido Colorado ante las instancias jurisdiccionales correspondientes para que sus afiliados no sean incluidos en el padrón de la concertación.

Algunos analistas dejaron entrever la posibilidad de que dicha asociación política también utilice ese día el padrón nacional, que pasaría a convertirse en el padrón de la ANR. De imposibilidad plena, porque el 18 de diciembre los colorados también eligen autoridades partidarias. Sería inadmisible que referentes de otros partidos decidan quién va a ser el nuevo presidente de la Junta de Gobierno. La otra falacia, aparte de la citada al inicio, es que con su presentación los apoderados colorados supuestamente “quieren evitar la unidad de la oposición”. La unidad de la oposición depende de la voluntad, las convicciones y los renunciamientos de sus miembros, y no de la inclusión de los colorados en sus internas. Lo dicho: no es la democracia, es la concertación. Buen provecho.

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