La explotación agrícola en nuestro país ha venido dando muestras positivas a través de la variedad de granos y niveles de volúmenes cosechados que nos siguen dando buenos resultados a pesar de factores incontrolables implícitos como el clima, con buenos rendimientos promedios por hectárea, además de precios vigentes en el mercado internacional, si bien con volatilidades, característica aparejada en todos los productos commodities.

La soja en grano sigue siendo “nuestro producto estrella” además de maíz, trigo, sésamo, entre otros, sin dejar de mencionar al incremento cualitativo y cuantitativo observado dentro de la explotación pecuaria, avícola y porcina, que podrán seguir generando a nivel país importantes flujos de ingresos de divisas, que los convierten en el principal componente del PIB.

Seguimos concentrados caprichosamente en la producción y comercialización de grano en estado natural dentro de la región, habiendo sido nuestro país no hace mucho galardonado con la mejor calidad de trigo de Latinoamérica, sin que la producción de soja le vaya en zaga pues en calidad y rindes promedio por hectárea nada tiene que envidiar a otros países que antes nos superaban de lejos y hoy estamos dentro del top ten.

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La soja en grano si bien para este año se espera una cosecha inferior al 2021, los buenos precios promedios que siguen rigiendo en el mercado internacional (el mayor en promedio de los últimos 6 años) estarían compensando en parte los mayores niveles de ingresos en divisas que pudimos haber obtenido de haber llegado a una cosecha no menor a 10 millones de toneladas con rendimientos promedios por hectáreas entre 2.500/3.000 kg/ha.

Contamos con plantas industriales procesadoras de aceites y derivados con tecnología de punta, y una muy buena capacidad instalada de producción y almacenamiento, al igual que molinos harineros estratégicamente distribuidos en los principales polos de desarrollo de nuestro país.

Lamentablemente no los explotamos a capacidad plena, lo cual podría generarnos ingresos por ventas más remunerativos que vendiéndolos en estado natural.

Desde la Cappro, con buen criterio, abogan por el diálogo para construir mecanismos que permitan impulsar dinámicamente la agroindustria nacional, a fin de aprovechar de mejor manera las ventajas comparativas como productor de alimentos para el mundo.

Nuestros molinos harineros, al igual que las plantas procesadoras de soja, cuentan con capacidad instalada disponible para incrementar la producción de harina, y lograr un flujo de ingresos en divisas muy superior.

Si contamos con toda la infraestructura necesaria para poder procesarlos y darle un mayor valor agregado que nos pueda generar por su venta a los mercados externos mejores precios, y a la vez la posibilidad potencial de incrementar la cantidad de generación de mano de obra empleada, ¿por qué no apuntamos a ello cada vez con mayor fuerza?

Los países que compran nuestros granos los hacen para procesarlos y convertirlos en aceites y otros subproductos que siempre tendrán precios mucho más remunerativos que vendiéndolos en estado natural.

Argentina sigue siendo nuestro principal comprador de soja en grano, absorbiendo más del 70% de lo exportado, mezclándolo con su producción local, elevando el nivel cualitativo y procesando en sus industrias aceiteras.

Brasil, cuyo trigo lo convierte en harina para su consumo local, sigue siendo uno de nuestros principales compradores. Muy bien podremos hacerlo nosotros, pues un gigante de más de 200 millones de habitantes siempre tendrá una colocación asegurada.

Miremos para adelante, y crezcamos más a través de productos industrializados con mayor valor añadido y precios más remunerativos.

El mundo seguirá demandando alimentos. Nuestro país es uno de los principales productores, por lo que debemos aprovechar a full toda la infraestructura y ventajas competitivas y comparativas que poseemos para poder expandir cuali/cuantitativamente nuestra agroindustria y paralelamente ir generando más fuentes de trabajo, que es lo que más necesitamos en un país como el nuestro, donde los niveles de desempleos son acuciantes.

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