DESDE MI MINDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

Me lo crucé sin querer en un semáforo. Intercambiamos unas palabras cuando se acercó a la ventana en busca de unas monedas con las cuales retribuir su arte. Me dijo que se llamaba Juan.

Su traje de payaso, pulcro, pero derruido, me bastó para saber que no solo pide monedas. No, lo toma como un trabajo con el cual llevar algo de comer a su casa en el infinito transcurrir de las horas.

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Hace frío y cae una llovizna tenue, pero dolorosa, y él está allí, ajeno a las estadísticas oficiales y discursos vacíos. No tiene tiempo. Ganarse la vida le consume el día. A veces tiene que aguantar burlas e insultos, pero sonríe.

Un hombre toca la bocina desesperado y cortamos la charla. Sabe que es parte de su cotidiana rutina.

Las luces cambiaron, y por arte de magia también cambió su sonrisa. Una mueca de preocupación oscureció su rostro cuando se sentó en el cordón de la vereda a descansar, hasta el próximo cambio de luces.

Juan es uno de cada cuatro paraguayos que vive en la pobreza. Juan vive en uno de cada cuatro hogares que sufre inseguridad alimentaria.

Enciendo la radio para escuchar noticias y pienso en escribir esta columna. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe adelanta que la pobreza seguirá creciendo en países como México, Colombia, Brasil y sí… Paraguay.

Vuelvo a pensar en Juan, ¿tendrá hijos? Si los tiene hay una probabilidad de que estén en riesgo. En nuestro país uno de cada cinco niños de entre 0 y 5 años corre riesgo de desnutrición.

La radio me vuelve a la realidad. En plena campaña electoral, el oficialismo busca desesperadamente desviar la atención del interior mismo del Gobierno, desde donde se multiplican como un cáncer insaciable los casos de corrupción amparados en la impunidad que le brinda el poder.

Casi inmunes a la Justicia, decenas de candidatos que nos robaron durante la pandemia nos siguen hablando de moral y apuntan al crimen organizado como responsable de todos nuestros males, olvidando incluso que dos ministros del Ejecutivo fueron expulsados por sus sospechosos contactos con grandes capos del narcotráfico.

Son cosas de políticos, pienso. Pero la política cleptómana y corrupta nos tiene en este callejón sin salida.

Vuelvo a pensar en Juan, no tiene muchas posibilidades de dejar la calle. Solo 355 mil trabajadores perciben el salario mínimo y otros 800 mil ni siquiera lo alcanzan. Casi un millón ochocientos mil trabajadores están en la misma situación que Juan.

Mañana vamos a volver a cruzarnos. No creo que me recuerde, pero yo no lo olvido. Es el reflejo de todos nosotros, actuando para un gobierno sin público… pero con muchos payasos.

Pero esa… esa es otra historia.

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