• Por Jaime Egüez
  • Presidente del Club de Ejecutivos del Paraguay

El pacto nos permitirá crecer como nación y debe involucrar, especialmente, a quienes contribuyen a generar recursos al Paraguay y a aquellos que los administran.

Por un lado, el sector privado en toda su extensión es, mutatis mutandis, prácticamente el casi único generador de recursos para desarrollar al Paraguay. Estos recursos, la mayoría esencialmente generados a través de impuestos directos, indirectos, tasas y contribuciones permite al Estado planificar y ejecutar acciones que nos orienten al crecimiento, la dignificación de las personas y construir un Estado de derecho. ¿O alguno aún piensa que el salario de miles de servidores públicos se fabrica mágicamente?

Debemos entender que, más allá de cualquier cuento que nos quiera presentar un movimiento político particular de nuestro país, el recurso económico, “el dinero”, se genera con el esfuerzo y la visión del agricultor, del emprendedor, del microempresario y de los empresarios en general.

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La inversión a través de la confianza genera recursos. Sin estos recursos no hay impuestos. Sin estos impuestos no hay para gastar. “No se puede gastar lo que no hay disponible”. La generación de recursos y riqueza es lo mejor que Paraguay puede tener. Por tanto, debemos fomentarla y cuidarla todos.

Hay que construir este acuerdo singularmente con la participación del sector político, que debe focalizar sus iniciativas a desarrollar políticas que nos ubiquen como un país con reglas que se respetan y que están enmarcadas en un tiempo claro de vigencia. Este último punto es quizás la clave principal para la base del acuerdo nacional.

El desarrollo del Paraguay pasa por una nueva coyuntura, debemos empujar la inversión privada, el desarrollo de proyectos que nos permitan no solo construir infraestructuras, sino también desarrollar un sistema de contratación, de entrenamiento y desarrollo de capacidades de nuestra población joven.

Hemos hecho ya algunas tareas de una manera correcta, pero tendremos que replicar esto en forma exponencial. Los legisladores deben entender cómo funciona el mundo de hoy, cómo los centros de capitales están buscando dónde invertir y las condiciones que exigen.

Hoy estamos en un punto de bisagra. El Paraguay puede dar el gran salto a una nueva dimensión mucho más clara, transparente, sostenible. Y lo hará en la medida que podamos confiar entre los líderes, que podamos debatir con datos precisos y no con opiniones y que el sector político mire a la mesa del poder con una visión de 20 años y no al siguiente período electoral.

Estar a la altura de los desafíos que el Paraguay necesita para desarrollar su economía, su fuerza laboral, sus capacidades y sus fortalezas demanda, tanto de empresarios capaces con un gran sentido de responsabilidad con su comunidad, como de políticos y servidores públicos que miren el país como un solo desafío.

Ese desafío pasa por entender que tenemos todo para hacer. Debemos dejar de ser mezquinos, de querer copiar modelos fracasados en el exterior, debemos ser más introspectivos; entendiendo que somos la mejor versión de un país que puede ser el centro de negocios de América del Sur.

Paraguay puede y lo podemos hacer mediante un acuerdo nacional.

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