- POR EDUARDO “PIPÓ” DIOS
- Columnista
Marito debería aprender de la historia, ya su finado padre, en compañía de Montanaro, Jacquet y Godoy Jiménez, sucumbieron ante la tentación de utilizar la fuerza ilegal para atracar la convención colorada de 1987, con la venia, dicen, de Gustavo Stroessner. Eso llevó en poco tiempo a la caída de Stroessner y la cárcel y exilio para varios de los miembros del cuatrinomio. Marito pasó de ser un principito del estronismo, a un autoexilio medio dorado en Miami (bancado por algunos amigos de la familia, quienes, encima, ahora se quejan de que es un gran desagradecido y traidor, en su mayoría, al menos).
Este resentido social, quizás por ese “traspié” del ‘89, quizá por no haber podido mantener ese nivel de vida de lujos al que estaba acostumbrado, y para el que tuvo que casarse dos veces con ricas herederas, a modo de retomarlo de a poco, tampoco quiere soltar ahora la mamadera de la que está libando la sangre del pueblo paraguayo de manera descontrolada, desde que asumió su nefasta presidencia.
Rodeado de otra podredumbre, no ya la tierna, si no la más rancia, compuesta por narcopolíticos, ex narcofiscales devenidos en políticos, algunos de ellos ministretes de cuarta como el narco Giuzzio, el terrorista de Estado Arregui, el contrabandista y cipayo Fúster, entre otros, andan queriendo “atracar” la interna partidaria en complicidad con una corte de ladrones, estafadores, narcos y todo tipo de bandidos y oportunistas colorados y de otros partidos y partidetes de maletín.
Su candidato a presidente no prende ni con su asfalto sobrefacturado, y su ridícula y patética candidatura a la presidencia del Partido Colorado, es otra pataleta de un malcriado caprichoso e inescrupuloso.
Marito, si insistís en tus berrinches delictivos y criminales, esta vez el que terminará preso sos vos, pensá si querés que tu familia pase lo mismo que vos, con cariño te lo digo. Besis.