El origen de las malas prácticas observadas en la segunda generación no se refiere tanto a su desinterés por el negocio y un estilo de vida no correcto, sino a la falta de espíritu emprendedor.

En los momentos más relevantes de la vida de la empresa fueron puestos al servicio de la misma todos los valores propios del verdadero emprendedor. Capacidad para identificar una oportunidad de negocio, coraje para llevarla a la práctica, capacidad de trabajo y sacrificio para impulsar el negocio aun con la escasez de recursos que acompaña el lanzamiento de muchas nuevas iniciativas, perseverancia para no venirse abajo ante las numerosas adversidades que se pueden plantear en estas tesituras, carisma para aglutinar equipos del proyecto a medida que este los vaya precisando, establecimiento de relaciones de largo alcance con clientes, proveedores y otros actores que pueden intervenir y afectar al negocio, sentido de la innovación para hacer evolucionar el proyecto empresarial además de la capacidad de movilizar proyectos, personas e ilusiones.

Muchos de los líderes empresarios en sus inicios no han tenido la posibilidad de recibir una buena formación académica-profesional ni formarse como tales.

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Por el contrario sus hijos si han podido acceder a estudios secundarios y terciarios e incluso vivir experiencias laborales fuera de la empresa familiar para aprender sobre la industria y sus mejores prácticas en empresas extranjeras.

Una empresa necesita no solo de buenos gestores sino de un empresario al frente que vuelva a innovar y crear, como se hizo en el origen que permitan darle sustentabilidad en el tiempo a la empresa.

No hay nada más reconfortante que ver crecer y desarrollarse a la empresa familiar en manos de su fundador y el equipo de trabajo que lo pudiera formar.

Muchas veces la venta de la empresa familiar se constituye en el triste final de la misma debido a un nivel deficiente de gestión por sus propietarios derivados de falta de interés, preparación académica inexperiencia si es que tuvieron que hacerse cargo de su conducción directriz ante un súbito fallecimiento del fundador. Por ejemplo.

Dichas situaciones dan lugar muchas veces a la decisión de ponerlo a la venta por no existir una sucesión clara o segunda línea natural inmediata, al no visualizarse su existencia dentro de la familia.

En otras ocasiones se deben a razones de mercado las que justifican su venta. Ante estos escenarios siempre se podrán levantar voces críticas dentro del núcleo familiar apelando al peso de la tradición de la familia empresaria.

Muchas veces en los momentos de arranque de un nuevo negocio con escasos recursos resulta complejo poder competir con éxito, pero es ahí en donde suelen salir a relucir la inteligencia y el afán del empresario de salir adelante.

Resulta curioso pero se suele dar en la práctica que cuando la familia va progresando dentro de los negocios, en cambio los hijos encuentran mayores oportunidades de una formación educativa, prefiriendo buscar y llevar adelante su vida laboral fuera de casa.

Deciden emprender “vuelo” por su cuenta, porque no ven posibilidades ciertas de desarrollo en el negocio familiar al menos mientras sus padres sigan ostentando el poder dentro de la misma. debido a la forma autocrática en que lo maneja o porque encuentran que la empresa estructuralmente es pequeña para desarrollar el potencial que poseen y encuentran desafíos más estimulantes fuera o porque tienen una necesidad de autoafirmarse. e incluso poder poner en práctica métodos mucho más avanzados y de actualidad dentro del manejo gerencial de la organización.

Etiquetas: #Pymes#familiar

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