• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • Twitter: @RtrivasRivas

El presidente Alberto Fernández, pasado mañana –el 25 de mayo– si se confirma y el clima ayuda a la navegación aérea, estará en la Base Marambio. En la Antártida. Allí celebrará el Día de la Patria. Y llegará a ese confín con algunos datos interesantes que se acumularon y conocieron en los últimos días. El primero de ellos, es que el más reciente censo realizado el miércoles pasado –según las primeras estimaciones– da cuenta que este país esta habitado por 47.327.407 personas. Casi 18% más que en 2010, cuando se realizó la anterior compulsa y 36% más que 2001, cuando aquí estalló el sistema político, social y económico. 20.593.330, son mujeres; 19.523.766, hombres. Cada 100 mujeres, hay casi 95 hombres. 56.793 (0,12%), no se perciben hombre o mujer.

La información preliminar consignada fue suministrada por el gubernamental Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). También con datos ofrecidos por ese organismo, se puede señalar que cerca de 17.984.414 personas (+/- 38%) se encuentran en la pobreza y unos 4.259.466 (+/- 9%), en indigencia. Muy grave. Otra información que genera alta preocupación es que la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, informó públicamente que “está empezando la cuarta ola de covid-19″, aquí que, desde su inicio oficial, el 20 de marzo del 2020, cuando empezó formalmente un larguísimo encierro social que paralizó la actividad económica hasta mínimos nunca conocidos antes, se contaminaron poco más de 9 millones de personas y fallecieron cerca de 140 mil.

Grave. Especialmente, porque los actuales niveles de testeo públicos son bajos y porque, fue vacunado con al menos una dosis 90,02%; con dos dosis, 81,84%; y, con refuerzos, 47,96%. Preocupante, porque el 21 de junio, cuando inicie el invierno el sur del planeta, todavía está lejos. ¿Qué pasará luego? En principio y en lo que tiene que ver con la economía y la producción, la ministra Vizzotti, puntualizó que “no habrá más cierres” como los que el presidente Fernández decretó desde el tercero de los meses del 2020.

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El tercero de los problemas que, tal vez, ocupen los pensamientos presidenciales en el viaje que por más de 6 horas con 30 minutos protagonizará para llegar hasta el Continente Blanco, es el de la inflación. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) argentino, en abril último, creció 6,1%, respecto de marzo precedente. El acumulado, desde enero del 2022, es 23,1%. La medición interanual –los últimos 12 meses– marca 58%. Para cuando finalice este año –según los criterios de análisis de quienes evalúan y siguen científicamente el dato– la inflación se proyecta entre el 60% y casi el 70%. También, grave.

Una cuarta preocupación del jefe de Estado, podría ser la de las tensiones internas en la coalición de gobierno, el Frente de Todos (FdT). Las tres bases de sustento del nucleamiento –el propio Fernández; la vicepresidenta Cristina Fernández, lideresa del partido Unidad Ciudadana y del tanque de ideas que se conoce como Instituto Patria; y, Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados y Diputadas y conductor del Frente Renovador– trasuntan tener más desacuerdos que acuerdos en lo que concierne a la gestión política del país. ¿Será así o hacer públicas las disidencias que todos y todas tienen entre ellos y ellas será parte de una estrategia insólita? Habrá que ver.

Alberto F., unas pocas horas atrás, en el transcurso de un acto que lo tuvo como protagonista y fue organizado por Gerardo Martínez, el titular de la Unión Obreros de la Construcción (UOCRA) y desde el 2005 miembro argentino en el Consejo de Administración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), fue claro aunque sin precisiones. Denunció que “nos hacen discutir mucho entre nosotros. Están todos pendientes de que decimos los unos de los otros”. ¿Alguien le puede explicar a quien quiera escuchar o leer que no es usual que una Vicepresidenta publique en las redes sociales contenidos epistolares altamente críticos con el Presidente y su gestión, por favor? El jefe de Estado, agregó: “Que nadie nos confunda. Lo ven todos los días cuando lo dicen en los canales de televisión. Los que quieren que cuando un trabajador es despedido nadie le pague una indemnización, que las vacaciones dejen de ser pagas, cuestionan a las obras sociales y dicen que nos faltan universidades”; y, expresó sus deseos: “Que el salario de los argentinos crezca, (…) que los salarios le ganen a la inflación y que recuperemos el salario real de una vez y para siempre”; e hizo un bienvenido anuncio: “La economía de la Argentina crece, a pesar de lo que decían algunos” y pronosticó que el país “va a crecer más de seis puntos este año”. ¡Excelente! Que así sea. Gerardo Martínez, el organizador del acto, lo abrazó y le regalo una lapicera. Enorme simbolismo.

En noviembre pasado, Cristina F., la segunda al mando, públicamente destacó que ese preciado instrumento para escribir y, al parecer, atributo imprescindible para ejercer el poder, “siempre la tuvo, la tiene y la tendrá el Presidente de la Nación”. ¡Bien Martínez! ¡Vamos Gerardo! No faltan analistas que dicen y aseguran que el eventual viaje a la Antártida del presidente Fernández, el próximo miércoles, es para evitar concurrir a la Catedral Metropolitana ese día para participar del Te Deum (A ti Dios, en español) para celebrar el Día de la Patria, porque “no está en buenas relaciones con el papa Francisco. ¿Será así? ¿Cómo saberlo? Será interesante, ese día, escuchar qué dice en su homilía el cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, de afinada relación con el Vaticano, para que el mandatario sepa cuál es la visión que la Iglesia Católica tiene sobre la marcha de la Argentina. Alberto F., para regresar desde la Base Marambio, tendrá otras 6 horas y media de vuelo. No es poco tiempo para reflexionar en el cielo mismo que, más que nunca, no puede esperar.

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