EL PODER DE LA CONCIENCIA

La mayor noticia económica que impactó esta semana fue que Elon Musk pagó US$ 44.000 millones para adueñarse de Twitter. Para muchos, incluso es “la noticia” del año, esto sin mencionar lo que pudiera suceder en materia bélica entre Rusia y Occidente.

Las redes sociales estallaron con un “¡ohhh!” por la cifra con la que Musk acordó la compra con la directiva de la plataforma de comunicación. Suena a mucho, ¿verdad?

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Muchos no tenemos idea de cuánto es US$ 44.000 millones. ¿Entra toda esa plata debajo del colchón? ¿En el dormitorio? ¿En la sala? ¿Se quedó pobre Elon después de darse ese gustito? Y la verdad es que no.

Lo más seguro es que esa montaña de billetes no quepa debajo de ningún colchón, ni en nuestro dormitorio y depende del tamaño de la sala. Pero lo que definitivamente no sucedió fue que la compra de Twitter llevó a Elon Musk a una bancarrota, ya que según Bloomberg, la fortuna de este hombre ronda los US$ 257.300 millones y según Forbes –al 14 de abril– llegaba a los US$ 273.000 millones. Es decir, su capricho le costó casi una sexta parte de su patrimonio. En otras palabras, con su plata podría haber comprado seis Twitter.

Sin embargo, realizar esta comparación tampoco nos deja muy satisfechos. Tantos miles de millones de dólares son solo eso, miles de millones de dólares que suenan a mucho porque todos dicen ¡ohhhh!, pero no es nuestra realidad. La única forma de dimensionar si fue mucho o poco lo gastado por el millonario es bajando esa cifra de la nube a nuestra cotidianidad. ¿Cómo?

Al googlear recordaremos que este año se promulgó la ley que aprobaba el PGN 2022 de G. 96.781.421.136.575, o sea 96,7 billones de guaraníes, que en dólares serían unos 13.843 millones.

Con este dato podemos concluir que Twitter le costó a Elon Musk tres veces más que todo el presupuesto de gastos de este año de Paraguay.

O sea, lo que sospechábamos al principio fue confirmado. Para nosotros es demasiaaaaaada plata, ni durmiendo y soñando podremos imaginar cuántos billetes verdes son, ni cómo hizo él para tener en 50 años (nació el 28 de junio de 1971) y ser dueño de semejante fortuna y “negocios” como la compañía de autos eléctricos Tesla y una agencia de exploración espacial (SpaceX) y un laboratorio de inteligencia artificial (OpenAI) y una empresa de implantes cyborg (Neurolink) y quién sabe qué otras cosas más. Ni Coca-Cola se salva de su rango de posibilidades.

Y mientras que el mundo queda sorprendido por los US$ 44.000 millones, la mente de Elon ya está en otra galaxia. O mejor, en otra dimensión. Porque hoy las grandes conquistas no se dan en el plano físico, sino que la “guerra” se desplazó al mundo virtual.

En el pasado, un clan de cavernícolas atacaba a sus congéneres y le robaba el mamut cazado con mucho sacrificio; luego se formaron ejércitos y estos primero conquistaban ciudades y luego extensos territorios; más tarde –establecidos los países– las hordas salían a saquear por tierra y por mar, incluso formando lejanas colonias. Y cuando esos modelos de conquista fueron obsoletos nacieron otros y la conquista fue a través de la religión; a través de nociones de patrias independientes, a través de sistemas de gobiernos y también a través de fusiones de grandes compañías transnacionales. Pero todo eso es cosa del pasado, son formas de conquistas de bárbaros. Hacia el futuro se abre una nueva forma de riqueza y Elon ya comenzó su lucha.

Decíamos que Elon ya está en otra dimensión y es así. Por ejemplo, es sabida la disputa ideológica que mantiene Elon con Mark Zuckerberg, ese jovencito que el 14 de mayo recién va a cumplir 38 años y que en el 2004 creara la red social Facebook, hoy llamada Meta.

No vamos a entrar a detallar quién es Mark ni cuánto tiene porque no terminaríamos nunca, pero sí debemos mencionar el tema real que nos trae hoy aquí: El Metaverso.

Con la compra de Twitter, Elon oficializaba su postura en favor de la realidad, es decir, su batalla se librará en el mundo real, controlando (y regulando a su voluntad) el tráfico de opiniones y el poder político mundial. Tiempo atrás criticaba a Instagram y denunciaba la mentira que exponía. Afirmaba que la gente alzaba fotos con su mejor sonrisa, con falsos estados de ánimo y felicidad que lo único que hacían era que los que veían esas publicaciones se sintieran mal porque no eran iguales a esas personas que se mostraban plenas y rebozantes. Y claro, en ese mundo virtual de sonrisas fingidas, la realidad de la cotidianidad llevaba a la depresión al resto del mundo.

La lucha de estos dos grandes personajes va más allá, en tanto que los simples mortales ni siquiera entendemos por qué nos sentimos mal... mientras seguimos navegando inocentemente.

La lucha ahora se desplaza hacia el mundo virtual, ya no más con ejércitos y pólvora. Y mientras que nosotros creemos que esa nueva forma de conquista no nos afectará, la verdad es otra porque el plano virtual se está abriendo paso hacia nosotros y hasta tiene un portal en el mundo real.

Unos dirán que es ciencia ficción, o una exageración, pero para muchos también es inimaginable la montañita de US$ 44.000 millones que no logran comprender y sin embargo ahí está.

Los espejitos que antes los conquistadores utilizaban para embaucar a los indígenas están de vuelta, pero en forma de humo. Y lastimosamente el humo es real y hay que estar prevenidos porque está llegando con el Metaverso. Los vendedores de humo se profesionalizaron.

Cerrando los ojos no lograremos detener este nuevo mundo virtual en el que ya se están haciendo hasta negocios. Pero lo primero es saber que este no es solo un “mundo virtual”, sino una realidad alternativa en la que una persona tiene amplia capacidad de creación. Y literalmente no tiene límites.

A través de dispositivos de realidad virtual y realidad aumentada la persona interactúa en esa dimensión como si viviera en ella. Con unos lentes especiales (gafas de realidad aumentada) uno puede ver y con sensores sentir y moverse en ese sitio inexistente.

Así, un humilde motodelivery al terminar su jornada en el mundo real puede conectarse los dispositivos y entrar trajeado a su amplia oficina virtual en un penthouse y hacer negocios, vender terrenos o tener reuniones de trabajo a miles de kilómetros de distancia con otros ejecutivos. Incluso contratar empleados.

Cada día la tecnología suma nuevos dispositivos que permiten que las personas entren e interactúen en esta nueva dimensión que, aunque incipiente, ya es una realidad a pesar de que parezca un contrasentido la... ¿realidad virtual?

La conquista física es negocio del pasado. La batalla por el poder ahora se libra en el plano de las redes y de los sueños, sueños que la tecnología hace que sean reales, que tengan su propia moneda, un nuevo lenguaje, códigos ocultos y de los que no podamos escapar. Tarde o temprano nos envolverán con su humo, como los espejitos de antaño.

Debemos prepararnos para esa nueva era, que ya llegó, porque es peligrosa.

Me recuerda la anécdota de ese hogar de ancianos, en el que la única diversión que les quedaba a los viejitos era ver televisión. Sin familia que les visitase, sin poder moverse casi, sin amigos, allí todos tenían su propio programa y podían ver a sus ídolos, el noticiero, saber qué ocurría afuera de esos muros. Pero un día el televisor dejó de recibir la programación y ellos no podían entender lo que significaba el apagón analógico.

En esa zona, la transmisión por aire había finalizado para siempre, el “progreso” había llegado y la señal ya era por cable, con calidad superior y todos los chiches. Por más que durante años habían advertido que eso ocurriría, los ancianitos no se actualizaron, no se modernizaron. Y la muerte comenzó a sorprenderlos tristes, sin siquiera esa última diversión que encontraban en la TV abierta.

El Metaverso es nuevo, pero ya existe. Hay quienes creen que en unos 10 años todas las plataformas y nuevos dispositivos estarán interconectados y esa nueva dimensión funcionará a pleno. No nos quedemos con el “¡ohhhh!” de los inimaginables US$ 44.000 millones que causan furor en las redes, ni con el humo de la virtualidad, ni tampoco dejemos que este nuevo mundo nos absorba de la realidad. Para unos será el lugar perfecto y no querrán salir más de él, como las drogas; otros encontrarán lucro y ganarán dinero y usarán a las personas para amasar fortunas.

Mientras, ya están los que diseñan y ejecutan los programas de Metaverso. Cada día ellos planean cómo atraparte. Y eso solo es cuestión de tiempo.

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