• Por Laura Ramos
  • Socia del Club de Ejecutivos

Esta semana fue realmente movida en cuanto a toma de posturas claras por parte de los distintos sectores de la sociedad. Tanto desde el sector gremial, representando los intereses de los empresarios de diferentes rubros, así como también, por otro lado, el sector sindical. Y, en el medio de los intereses distantes de ambos, el sector público, observando atentamente cómo se desarrolla la puja para entonces decidir a cuál sector apostarán sus fichas según sus votaciones a los proyectos de ley en discusión. Y este juego de cintura que realizan los políticos, especialmente en este caso, del sector legislativo, es uno clave para el año electoral en puerta.

Además de los temas actuales, como la fijación de precio del combustible y la penalización de los cierres de rutas, también se instaló un proyecto nuevo que analiza la prohibición de reajustes salariales en años electorales, así como la disminución de impuestos en el mismo periodo, ya que ambos motivados por decisiones coyunturales electivas conllevan a una desestabilización macroeconómica del país. Este proyecto es muy importante ya que todo lo que ayude a mantener la proyección y la seguridad de los inversionistas en el país, conllevará a mayor empleo, mayor dinamismo y mejor calidad de vida para los ciudadanos. Además de esto, como ya es sabido, los años electorales son años atípicos de la economía, puesto que los agentes productores de la misma estarán analizando de qué manera invertir sus fondos según proyecciones de uno u otro candidato.

Así, también, hay otros agentes de la economía que prefieren esperar al momento de la verdad, y con el candidato electo tomar su decisión de seguir apostando al país o no. Es importante destacar, ya sea uno más conservador o menos, luego de casi dos años de tener una economía estancada debido a la pandemia, lo que menos necesita país es tener de nuevo otro periodo fiscal de poco movimiento o de especulación monetaria. Como en un país de libre mercado no podemos controlar las decisiones de los agentes económicos, lo que sí podemos hacer es darles mayor previsibilidad y controlar las variables motivadas por pujas políticas.

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Es por ello por lo que debemos aunar esfuerzos en analizar distintos proyectos que blinden nuestra economía, por lo menos de los vaivenes políticos de turno, y que la macroeconomía del país esté protegida de intereses sectarios o de clientelismo político. Se debe lograr que el Presupuesto General de Gastos no sea una herramienta política de generación de empleos, sino una herramienta eficiente para la planificación, manteniendo la responsabilidad fiscal como meta estratégica y pragmática a la vez. Sobre todo, como política de Estado.

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