“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

En el actual escenario de total desorden gubernamental, de confusión, desorientación, casi de anarquía económica –el pésimo manejo del delicado tema del precio de los combustibles– vale la pena parar la pelota y averiguar cómo nos ve una institución clave en el mundo, el Fondo Monetario Internacional (FMI), con base en el breve informe preliminar que nos dejara la misión recientemente. He aquí parte del contenido:

1. Desde el 2019, la economía paraguaya ha sufrido una serie de shocks externos. Cuando la economía apenas comenzaba a recuperarse de las condiciones de sequía e inundaciones del 2019, a principios del 2020 golpeó la pandemia de covid-19, lo que provocó una fuerte contracción en los sectores de servicios y comercio transfronterizo. A principios del 2021, la pandemia se intensificó, pero en la última parte del año la economía repuntó debido a los precios de exportación favorables y una recuperación general en los sectores de manufactura y servicios. El PIB real creció 4,2 por ciento, la cuenta corriente externa registró un superávit de 0,8 por ciento del PIB y las reservas internacionales aumentaron a US$ 10,1 mil millones (9 meses de importaciones prospectivas) a fines del 2021. La recuperación económica se detuvo debido a una de las sequías más intensas en la historia de Paraguay durante los críticos meses de verano del 2021/22, lo que provocó una caída abrupta en la producción de soja y otros productos agrícolas.

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2. La situación económica se complicó aún más por un shock de inflación internacional. Las obstrucciones en la cadena de suministro y los problemas con la logística de envíos comerciales han causado escasez y fuertes aumentos de precios para productos de importación vitales. La inflación de los precios mundiales es generalizada, pero los combustibles y los alimentos se han visto especialmente afectados. Estos factores se han visto agravados por el shock de oferta provocado por la guerra en Ucrania. La inflación general anual aumentó considerablemente en la segunda mitad del 2021, principalmente debido al aumento de los precios de los alimentos (en particular la carne) y los combustibles, y continuó en el 2022, saltando bruscamente a 10,1 por ciento en marzo.

3. La posición fiscal mejoró en el 2021 debido a la disminución de gastos en las medidas relacionadas con el covid y el repunte de los ingresos del Gobierno. El déficit del Gobierno Central cayó al 3,7 por ciento del PIB en el 2021, por debajo del 6,1 por ciento del PIB del 2020. En el 2021, el Gobierno utilizó la asignación general de los DEG del FMI (equivalentes a aproximadamente US$ 270 millones o 0,7 por ciento del PIB) para financiar gastos relacionados con el plan de emergencia covid-19 y emitió bonos soberanos externos a largo plazo por US$ 800 millones en condiciones favorables.

4. La reciente recurrencia de shocks externos reafirma la necesidad de reconstruir el espacio y la flexibilidad de las políticas macroeconómicas para el futuro. Por el lado de la política monetaria, el Banco Central de Paraguay (BCP) reaccionó rápidamente al choque de precios, elevando la tasa de política monetaria en varios pasos por un acumulado de 550 puntos básicos a 6,25 por ciento a mediados de marzo. Por el contrario, el proceso de reconstrucción de los colchones fiscales aún está en curso después de una acumulación sustancial de deuda en los últimos años (la negrita es mía).

5. El aumento de shocks externos hace más urgente abordar los obstáculos estructurales y sociales para un crecimiento alto e inclusivo. La pandemia amenaza con dejar cicatrices duraderas en los indicadores sociales, revirtiendo años de progreso en la reducción de la pobreza, la desigualdad de género y de ingresos, y afectando la calidad del futuro capital humano (mía). Además, la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos severos (sequías, inundaciones) genera inquietudes sobre las vulnerabilidades del país a las condiciones climáticas actuales y futuras.

6. Es probable que Paraguay experimente un crecimiento económico más bajo y una inflación más alta de lo esperado anteriormente en el 2022. Esto se basa en los impactos de la sequía y de la guerra en Ucrania en el sector agropecuario, las exportaciones y el ingreso disponible. Además, la evolución actual del covid-19 añade cierta incertidumbre a las perspectivas del sector de servicios en particular. Se prevé que el crecimiento del PIB real sea apenas positivo, del 0,3 por ciento. La inflación debería disminuir eventualmente y converger al objetivo del BCP del 4 por ciento, pero aún puede terminar ligeramente por encima del techo del rango objetivo del BCP del 6 por ciento a fines del 2022. La pérdida de ingresos por exportaciones también conduciría a un mayor déficit de cuenta corriente externa, actualmente proyectado en 2,9 por ciento del PIB.

7. La reciente creación del subsidio al combustible para los clientes de Petropar se traduce en un aumento del gasto, que estimamos en hasta un 0,3 por ciento del PIB. Además, el Gobierno enfrenta presiones al alza de los salarios, así como varios proyectos de ley en el Congreso que ponen en riesgo a la estabilidad fiscal. En vista de que las contingencias para hacer frente a estas presiones fiscales son muy limitadas, proyectamos un déficit fiscal para el 2022 de alrededor de 3,2 por ciento del PIB. Si bien el impulso fiscal durante los últimos tres años fue apropiado, la convergencia hacia el tope del déficit de 1,5 por ciento del PIB en el mediano plazo es crítica para mantener la credibilidad de la política fiscal. Ni tan bueno ni tan malo. Me resumo: nos tenemos que volver a disciplinar. “Un presidente que no habla a su gente, o no es gente o no tiene gente”. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo. DDPHQD.

Etiquetas: #Así#nos#ve#FMI

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