• Por Aníbal Saucedo Rodas
  • Periodista, docente y político

Salvo que estén utilizando un esmeril con silenciador para pulir desavenencias, en las proximidades de las concertaciones no se cascan nueces. Al revés del conocido aforismo, hay poco ruido de negociaciones. Solo se perciben murmullos. Y los vacíos comunicacionales el público suele rellenar con rumores. Como aquel alimentado sobre la hipótesis de una fórmula encabezada por Euclides Acevedo, con acompañamiento del precandidato del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Hugo Fleitas, gobernador del departamento de Cordillera. Sería el “Plan B” del Gobierno. Si Hugo Velázquez llega a perder frente a Santiago Peña, según esa radio tan nuestra (de irresponsabilidad ilimitada), ya se especula que toda la cúpula oficialista apoyaría al actual canciller nacional. Un pronóstico de difícil acierto por cuanto las elecciones internas son simultáneas y dentro de la oposición habrá una final tan complicada como impredecible. En cuanto a una probable traición de Marito a su propio partido es un presupuesto que siempre debe considerar cualquier adversario suyo. Hasta le saldría natural.

Una agencia de noticias “del Paraguay y el mundo” ya arriesgó que la “chapa Acevedo-Fleitas” podría contar con el apoyo del luguismo. Un “podría” que suena tan remoto en cuanto posibilidades reales, conociendo antiguos e irreconciliables –hasta hoy– zipizapes entre referentes de primera línea de la Concertación Frente Guasu y el actual ministro de Relaciones Exteriores. Pero las interrogantes tienen connotaciones aun más intrincadas. ¿Habrá una concertación única o habrá dos concertaciones? En el dominio de la izquierda (radical, centro y moderada), el jefe natural –con rango de único– es Fernando Lugo. Nadie está en condiciones de disputarle ese espacio. Es todo lo contrario de lo que ocurre con la otra mitad del proyecto de un frente opositor unificado, donde el liderazgo de Efraín Alegre se debilitó notoriamente después de la Convención del Partido Liberal Radical Auténtico realizada en Caacupé semanas atrás. Se le nota golpeado.

Fernando Lugo ya era taimado en su época de obispo. Y lo fue perfeccionando desde la política hasta convertirse en un hábil maestro. Su insuficiencia intelectual lo suple con astucia. Ejerce el engaño con tanta naturalidad que hasta convence, pero, en contrapartida, es difícil engañarlo. El 25 de enero de este año el Frente Guasu y el Partido Movimiento al Socialismo (P-MAS) decidieron, y así lo comunicaron, por unanimidad “suspender nuestra participación en el espacio político de la Mesa de Presidentes de Partidos de la Concertación”. Para quienes quieran leer entre líneas fueron –en realidad, Lugo lo fue– bastante explícitos: “Estamos en pleno proceso de construcción de una plataforma unitaria con una hoja de ruta, un plan de acción y una propuesta política” entre los integrantes del Ñemongeta Guasu por “Una Patria Nueva”. Y en esa hoja de ruta ni en esa “Patria Nueva” no tiene cabida la “ultraderecha”. Así lo hizo saber el que fuera presidente de la República a través de su íntimo y personal vocero, el senador Miguel Fulgencio Rodríguez (ex colorado). “Nosotros no podemos estar en una concertación donde está Patria Querida, que presentó un proyecto de ley para criminalizar la lucha por la tierra”.

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El que interpretó rápidamente el mensaje fue el fundador del Partido Encuentro Nacional y ex candidato a la presidencia de la República en 1993, Guillermo Caballero Vargas: “Existe una difícil alianza entre el Frente Guasu y Patria Querida, pero si existe vocación de llegar van a tener que encontrar la manera de limar asperezas”. Las suposiciones son muchas, las certezas escasas. Entre esas suposiciones, el retirado dirigente del PEN considera que la fórmula perfecta estaría constituida por Kattya González y Efraín Alegre o viceversa. Entre los planes del dos veces candidato a la Primera Magistratura por el PLRA ser segundo no es opción. Ahí hay que buscar la silenciosa, pero indisimulada, pulseada con Fernando Lugo.

De materializarse la concertación única, habría que ver qué destino le dan al Partido Patria Querida. Y, luego, vendrá el otro punto en debate: votar a padrón abierto, que incluiría a los afiliados del Partido Colorado que no estará en la concertación. Eso, si no se llega a un generoso consenso –vía renunciamientos– para presentar un solo candidato. Los apoderados republicanos ya anticiparon que recurrirán ante la justicia para abortar tal propósito. Así como ya lo hicieron, y con resolución favorable, en el 2015.

Un padrón conformado solamente con los partidos políticos que integran la concertación pondría en posición de ventaja al Partido Liberal Radical Auténtico, en la versión de Rafael Filizzola, del Partido Democrático Progresista. El inmediatismo les impidió evaluar la dispersión de votos dentro del PLRA ante la presentación de tres precandidatos: Efraín Alegre, Hugo Fleitas y Martín Burt, quienes buscarán armar una dupla con alguien de otro partido o movimiento político. Se evidencia, de igual modo, con esta exposición, que no encuentran una figura que pudiera aglutinar votos fuera de sus propias estructuras. Entonces ven como tabla de auxilio a un partido –el Colorado– que estará mirando esta contienda desde la otra vereda. Con sus propias e intensas internas. Un partido que sería árbitro en unas elecciones en las que no tiene arte ni parte. Los caminos de nuestra política son inescrutables. Son más altos que cualquier pensamiento de un común mortal. Buen provecho.

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