• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

El subsidio no es una mala palabra, al subsidio bien dirigido, analizado, controlado, no hay que tenerlo miedo. Existe en todo el mundo.

El subsidio mal utilizado, bastardeado para hacer populismo, es más bien un “suicidio” para la economía de un país.

Desde el 2003 tenemos una macroeconomía estable, políticas serias al respecto, acuerdos y leyes consensuadas, para crear lo que hemos tenido desde entonces y hasta hace un par de años, en que nos agarró esta gavilla de pillos, peajeros y burros liderados por Marito-Velázquez y su banda de asaltantes que los rodean y alimentan.

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Fue en ese marco de estabilidad y seriedad macroeconómica, heredado de los gobiernos anteriores, la casa y la caja en orden, que recibió el gobierno el 15 de agosto del 2018.

Ya en manos de esta manga de incapaces y delincuentes, hubo que hacer malabarismos para tratar de mantener cierto orden, tal era la presión para reventar la piñata por parte de la corte presidencial, que el propio hermano y ministro de Hacienda prefirió rajarse al BID antes que hacerse cargo del quilombo que ya se venía perfilando.

Reventaron Petropar, una joyita lograda por el gobierno de Horacio Cartes, a partir de una empresa que jamás sirvió para nada, solo para el robo y el saqueo. Se la puso a funcionar de manera eficiente y honesta, con gente seria y profesional, pero sobre todo con directivas claras y el blindaje político para enfrentar a mafias y carteles enquistados en el negocio por décadas, desde que era Repsa.

La reventaron simplemente porque les jodía el negocio a varios, a los delincuentes proveedores, los coimeros de los fleteros y al oligopolio de las distribuidoras. Cazaban en el zoológico. Financiaron la campaña de Marito, para luego colocar a Samudio y posteriormente a Lichi, que se encargaron de recibir de vuelta a los ladrones de siempre, a cambio de jugosas coimas por cada paso. Desde el agua tónica, los zoqueteros millonarios, en la parte mas baja y rastrera, hasta las multimillonarias coimas en dólares, por la compra, transporte y distribución de los combustibles. Se comieron decenas de millones de dólares y hoy no tienen una moneda para atajar la suba internacional, y ya manotean directo al Tesoro Público.

¿Alguien vio una información clara y transparente de los procesos de compra de combustible por parte de Petropar?, ¿a cuánto compró?, ¿a cuánto menos se podía comprar?, ¿a quién le compraron?, ¿quién se encargó de los fletes?, ¿cuánto se pagó?, ¿cuál era el precio de mercado?, nadie. Silencio, subsidio y cállense, no hacer preguntas incómodas.

Hoy en día, Petropar se come la cola y se irá endeudando con los mismos bandidos de siempre, que generosamente, cuando la estatal no les pueda pagar, le seguirán dando crédito, total la deuda crecerá a cifras siderales y en 15/18 meses ya será problema del siguiente gobierno, al que desde el día uno extorsionarán y apretarán para cobrar sus deudas, más los exhorbitantes intereses por mora y demás clausulas leoninas, que el señor precandidato a gobernador por el oficialismo, Lichi, estará firmando con una mano y recibiendo el diezmo con la otra. Ya nos enteraremos el 16 de agosto del 2023 de los cientos de millones de dólares que debe Petropar y nos escandalizaremos. En el camino quedarán miles de empleados de estaciones de servicios en la calle, y unos cuantos badulaques, más ricos que nunca.

Etiquetas: #Su-i#bsidio

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