- Por Laura Ramos
- Socia del Club de Ejecutivos del Paraguay
Los últimos acontecimientos nos demuestran lo importante y fundamental que es la reestructuración del aparato estatal para el desarrollo sostenible de nuestro país. Creo que el término aparato describe perfectamente lo que implica. Es un gigante inflexible que cada vez crece aún más en vez de ajustarse a los nuevos tiempos globales. La modernidad del comercio hoy en día exige que el Estado esté a la altura de las circunstancias. Al ser esto el objetivo deberíamos tener una estructura estatal mínima, donde se digitalice la mayor parte de los servicios. Y, al mismo tiempo, se haga un plan de retiro para todo el personal público que genera gastos fijos anuales los cuales son redundantes en muchos sectores.
Es una tarea casi imposible que un equipo político que necesita de los votos del sector público para sostenerse en el poder o llegar a él, sea por otro lado el inquisidor y desarme toda esa misma estructura que le da soporte y peso político. Por ello, considero sería ideal poder analizar casos de éxito de otros países e implementar a nivel local para poder salir de esta situación de status quo con un aparato estatal pesado y obsoleto.
Cada vez existe un desajuste en la caja estatal, las propuestas que hemos podido recibir desde los distintos actores políticos implican, en su mayoría, aumento en los ingresos del Estado, debiendo ajustarse cada vez aún más los cinturones los pocos ciudadanos que aportan el cuarenta o cincuenta por ciento de formalidad del país. No se ataca la estructura instalada ni se intenta mejorar el gasto público sino solo se plantea cómo hacer para recaudar más con los mismos de siempre.
¡Qué lejos estamos de un mejoramiento del gasto público cuando los políticos encargados de tomar las decisiones solo están a la pesca de mayor cantidad de votos para las próximas elecciones! ¡O tratando de salir de situaciones indecorosas con la ley! También debemos decir que, por otro lado, difícilmente un funcionario público tome la posta de abanderarse con el saneamiento de las instituciones y salga ileso del intento.
Es realmente triste y desmotivante saber que nosotros no llegaremos a ver una mejora palpable del funcionamiento estatal. Ello, sin planilleros, sin gastos superfluos, sin dependencias creadas solo para cumplir con cupos.
En fin, debemos cambiar el chip radicalmente de los actores que deciden el rumbo del país tanto del sector público como del privado, porque lastimosamente el tango se baila de a dos. Y si no podemos estar alineados desde ambas veredas, difícilmente lleguemos a un puerto distinto del que ya estamos embarcados.