POR DR. MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ (Dr. Mime)

Domina las pantallas, los monitores, las portadas de diarios y noticieros. Su imagen, aunque luzca una descolorida remera verde militar, siempre es cuidada. Sus planos siempre frescos. Juega con su imagen que (lo sabe) es agradable visualmente... y es que viene de los medios, jugó literalmente con ellos y en ellos, y ganó, no solo un concurso, sino la propia presidencia de su país como aquella lejana telenovela ucraniana que lo catapultó a la fama. Es el personaje del 2022 sin lugar a dudas. Es Volodimir Zelenski, quien habla en ucraniano a su pueblo y en el lenguaje universal de la comunicación precisa y asertiva al resto del mundo. Y nos hace (como si faltara algún motivo racional para hacerlo) empatizar aún más con la agresión sufrida por su más sufrido pueblo.

No es convencional. Usa un iPhone 13 Pro y evita absolutamente el uso de marcas chinas. Se ha centrado y ha logrado construir una imagen de ejemplaridad, contundencia y fortaleza en la defensa de la democracia, la libertad y la soberanía ucraniana, configurando muy acertadamente su imagen de líder, ese que ejerce influencia para incentivar a los miembros de un grupo a alcanzar un objetivo común. Las claves del presidente ucraniano a la hora de configurar su estrategia de comunicación política y liderazgo en un contexto de guerra son la ejemplaridad, la valentía, la cercanía y la empatía, factores neuropolíticos y neurocomunicacionales que el cerebro humano aprecia de sobremanera, principalmente en condiciones adversas como la que vive su pueblo ahora.

Zelenski se vale de su formación como guionista y actor para manejar la comunicación y la proyección de su imagen como líder de una manera hábil y efectiva, contraponiéndose a la odiosa imagen autoritaria y bruta de su rival no buscado, un hombre que quiere parecer de hielo, pero que termina derritiéndose en el fuego comunicacional de su propia censura que le juega absolutamente en contra en un mundo globalizado y diametralmente opuesto a la cortina de hierro que se empecina en volver a bajar más de 30 años después de que fuera no alzada sino destruida... pero que él parece no haberse enterado.

Zelenski basa su mensaje en la autenticidad y el manejo de los tiempos. Sorprendió con un cinematográfico video del antes y el después de su país al Congreso de los Estados Unidos en su comparecencia. Juega como outsider de la política que escribe y actúa sus propios guiones en un escenario que él no determina, pero al cual se adapta maravillosamente bien porque entiende cómo funciona la comunicación de crisis y maneja el mensaje directo a la emocionalidad del cerebro de sus compatriotas. Igualmente, se muestra valiente en la primera línea de combate, sin abandonar su país y exhibiéndose en medios que otros políticos desprecian: sus redes sociales como su Instagram son particularmente activos y lo muestran conectado y presente.

Un claro ejemplo de cómo maneja los hilos de la comunicación lo da en su atuendo. En las horas previas a que se desatara la guerra, su último discurso antes de iniciar la invasión, lo pronuncia de traje y corbata, con la bandera de Ucrania detrás. Y el primer discurso que hace en guerra lo hace vestido ya de soldado. El mensaje es claro: estamos en guerra y yo soy soldado, no mariscal sino uno más. Y se saca fotos en los monumentos y junto a la gente, a soldados o a su gabinete. Incluso, en la rueda de prensa no usa atril y se rodea de la gente, acercándose en su silla a los periodistas. Su mensaje es el de un país unido que él muestra con actitudes, imágenes y gestos que el cerebro lo interpreta bastante bien.

Muestra una proximidad burdamente contrastante con la imagen de un Putin lejano a sus propios colaboradores con una mesa ridículamente grande y una humillación pública a su propia mano derecha. Zelenski se muestra como víctima y Putin se muestra como victimario. Y los dos hacen su papel a propósito, demostrando quién entiende de neurocomunicación y quién está atrapado en su propia patología egocéntrica, cada vez más solo, con asesores que le asesoran solo lo que el quiere oír como asesoría.

Putin tendrá los tanques y los cohetes. Pero Zelenski tiene su Instagram, su Tiktok y su Twitter. El oso ruso tiene la fuerza. El actor ucraniano maneja los hilos de la comunicación asertiva y del lenguaje que el cerebro entiende. Y al final, las guerras las ganan los más inteligentes, no siempre los más fuertes. Seguimos DE LA CABEZA en una semana.

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