Desde hace algún tiempo, en verdad no recuerdo cuánto, dar cátedras ya no es solo de expertos ni entendidos. Ni siquiera es cosa de especialistas, analistas o estudiosos. Hoy todos lo podemos hacer, claro, dentro de nuestras propias limitaciones, hay que reconocerlo.

Así, en las redes, abundan los analistas políticos, que sin ser politólogos debaten sobre la estrategia política de los partidos, dan clases de cómo gobernar o manejar instituciones que jamás pensaron pisar.

Claro, son personas que se sientan detrás de un teclado como si lo hicieran frente a un escritorio para definir lo que se debería hacer sin aportar un grano de arena. De lejos nomás y casi siempre con lindas y rimbombantes palabras.

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También hay expertos climáticos, urbanistas y hasta nutricionistas.

Ni qué decir de los expertos en drogas, planificación estratégica y narcopolítica y algún capo en física cuántica que se volvió maestro tras leer un libro de Max Planck.

Estos “especialistas” pueden explayarse casi sobre cualquier tema con total propiedad y lo hacen para un público masivo, que según su poder de comprensión, dan como ciertas o falsas sus exposiciones.

Hoy, solo basta abrir la computadora o el teléfono para conectarnos con expertos en: cruces de llamadas, combustibles, organización partidaria, corrupción estatal, combate a los grupos armados, guerra al narcotráfico, construcción de viviendas y gastronómicos capaces de discutir ingredientes y hasta el precio de una hamburguesa, pasando por los expertos en guerras, defensa y Vladimir Putin.

Eso sin entrar a hablar sobre los expertos en vacaciones que critican cuanta foto ven en las redes.

No digo que esté mal, ni que sea incorrecto hacerlo. Siempre digo que el debate nos ayuda a crecer como ciudadanía, pero el debate inteligente y bien fundamentado. Una discusión que se aleje de los fanatismos, los colores y la incoherencia. Pero hoy todo es vago, superfluo y dudoso.

Las discusiones cambian según los intereses y las verdades tienen sus propios propietarios. Hoy todo es ajustado a nuestro criterio y quienes piensen diferente se convierten en nuestros enemigos y se busca con comentarios ofensivos y maliciosos la manera de desacreditarlos. Para todo siempre está él: “Pero vos sos…”.

En un tiempo convulsionado como el que vivimos debemos cuidarnos de una nueva y peligrosa raza que crece y gana espacios de acuerdo a la cantidad de seguidores: Los todólogos, dueños de la verdad absoluta, marketineros de redes revueltas empeñados en convencerte de lo que ellos quieren…

Pero esa, sí, es otra historia.

Etiquetas: #verdad absoluta

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