• Por Mirian Rojas
  • Socia del Club de Ejecutivos

El liderazgo femenino nace en el seno del hogar, es educacional e invisible. Y hay que trabajarlo. Somos las responsables de transmitirlo, de liderar con el ejemplo. Es nuestra responsabilidad, como mujeres y madres, educar y formar a los hombres y a las mujeres líderes.

La mujer se encuentra con desafíos diarios, pero inspira y empodera a otras personas. Se habla mucho del liderazgo femenino y de su impacto positivo. No ha sido fácil, pero hoy es una realidad. Las habilidades en el liderazgo femenino son todas naturales, aunque a veces están adormecidas y necesitan ser reforzadas con otras mujeres.

La pandemia del covid-19 revirtió el avance de las mujeres a nivel mundial desde varias dimensiones, pero principalmente en el plano económico. El mayor impacto se ha sentido en los sectores donde ellas están sobrerrepresentadas, llevándolas al desempleo y al trabajo no remunerado. Esta realidad ha afectado particularmente a Paraguay, donde a raíz de la crisis actual vemos que las brechas de género en el mercado laboral, ya existentes antes de la pandemia, se han exacerbado.

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Las adolescentes ven gravemente restringidas sus oportunidades al tomar trabajos no remunerados en sus hogares desde temprana edad. Esto incrementa la probabilidad de aumentar las brechas de oportunidades de género. Por otro lado, las mujeres rurales que están particularmente en desventaja en varias dimensiones han tenido un mayor impacto debido a la pandemia. La vulnerabilidad y la violencia contra las mujeres es un problema crítico en el Paraguay. Y se ha agravado durante la pandemia debido a su dependencia económica, bajo acceso a educación y salud, a las reducidas oportunidades económicas y a créditos, así como las bajas tasas de posesión de activos productivos, entre otros.

Esta vulnerabilidad probablemente ha sido exacerbada por la crisis y sus efectos.

Por ello, constituye un desafío ampliar los derechos de las mujeres y alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mismas con iniciativas de la sociedad civil. Para ello se deberá contribuir principalmente al fortalecimiento de las organizaciones de mujeres a fin de garantizar que sus voces, en lo que respecta a la igualdad de derechos y oportunidades, sean escuchadas.

En los últimos años se ha notado el empoderamiento económico de las mujeres, dirigido a promover el mejoramiento de sus condiciones materiales de vida y su inclusión en el mercado laboral. En particular de las más excluidas como las trabajadoras domésticas, las mujeres indígenas y las migrantes a través del apoyo a la adecuación normativa del trabajo doméstico.

El liderazgo femenino en la política es un eje articulador o punto de entrada a las demás áreas. Sobre todo, considerando que para la inclusión de las necesidades y los temas de interés de las mujeres es necesario fortalecer su liderazgo y aumentar su participación en los espacios de toma de decisiones, en todos los niveles del Estado y, así mismo, en los ámbitos de participación de la sociedad civil y empresarial. Hay que saber adaptarse a los cambios. Pero por sobre todo promoverlos y construirlos. Un mundo donde realmente haya igualdad depende de todos.

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