La provincia argentina de Corrientes se incendia. En una muy extendida área de ese territorio flora y fauna son devastadas. Peligrosamente, el fuego también amenaza a zonas cercanas en Chaco y Misiones, aseguran fuentes de esos gobiernos provinciales con espanto. Una muy prolongada sequía agrava mucho más la emergencia. La enorme humareda emergente de la devastación se extiende y eleva desde aquel ecosistema arrasado. Según desde dónde soplen los vientos esa extendida nube fumígena, algunos días, alcanza Buenos Aires, Rosario, Córdoba. Los habitantes de esos lugares padecen el humo que también se instala en el cielo de Asunción, en Paraguay.

El gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, a través de su cuenta en la red Twitter @gustavovaldesok reveló que “Puesto que #Corrientes necesita de más recursos para superar la Emergencia Ígnea que atraviesa, solicité la colaboración de #EstadosUnidos a través de su embajador en #Argentina Marc Stanley”. Nada que agregar. El gobierno federal sobrevuela las áreas encendidas. Sus funcionarios sostienen que el gobernador Valdés “demoró para pedir ayuda”.

El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, en tierras correntinas y lejos del territorio a su cargo, con vestimentas aptas para luchar contra el fuego, descendió de un helicóptero dijo ante los medios que “nuestra presencia acá molesta porque deja en evidencia a inoperantes, insensibles y miserables”. Para que no quedaran dudas de que sus críticas apuntan contra los funcionarios federales, remarcó que “todo el mundo critica, pero acá no vi a nadie”. El 11% del territorio provincial está quemado. Al ministro de Ambiente, Juan Cabandié, es a quién se le destinan las mayores críticas. ¿Comprenderán, los unos y los otros, las unas y las otras, que se trata de una emergencia ambiental que devino en catástrofe y es urgente mitigarla y resolverla?

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En pocos días más, un eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para refinanciar la deuda pública externa por cerca de US$ 44.000 millones deberá ser debatido por el Congreso Nacional. En este punto, el presidente Alberto Fernández está casi solo. En el seno de la coalición gobernante, el Frente de Todos (FdT), las y los legisladores alineados con la vicepresidenta Cristina Fernández y el diputado Máximo Kirchner, dejan trascender una y otra vez que “no” aceptan el estado actual de las negociaciones con el Fondo. Máximo K, días atrás, se lo dijo públicamente y por escrito al presidente Alberto F. La vicepresidenta y madre del diputado, Cristina F, no dice nada público sobre el tema. La relación entre Alberto y Cristina no pasa por el mejor momento.

La relación con el FMI y la reforma que la segunda al mando promueve ante el jefe de Estado para realizar en el Poder Judicial, parecen ser los escollos insalvables entre ambos. ¿Será así? ¿Alguna vez existió entre ellos algún buen momento? Caminan por una cornisa. ¿Lo comprenden? “El silencio es la concesión más grande que puede hacer a un gobierno del que no puede desentenderse. Está en un brete en el que su ruptura pública podría provocar una crisis profunda”, dice el colega Ricardo Kirschbaum, editor general del diario Clarín refiriéndose a Cristina F. ¿Será suficiente? La tragedia ambiental correntina al igual que el acuerdo o desacuerdo con el FMI tienen similitudes muy marcadas. Especialmente por los riesgos que supone resolver ambas situaciones que, cada uno en su ámbito, de no ser resueltas de la mejor forma y en el menor tiempo posible, dejarán tierra arrasada. Alberto F., el presidente y Valdés, el gobernador, coinciden en enviar los SOS a los Estados Unidos. ¿Por qué hacen lo que hacen? Apenas tres meses atrás fueron las elecciones parlamentarias en las que el FdT fue derrotado sin atenuantes en casi todo el país.

Para el próximo comicio, que será presidencial, faltan 18 meses. Pese a ello, al interior de la coalición gobernante el debate más profundo se da de cara a esa instancia. Las y los más cercanos al Instituto Patria -el think tank en el que piensan la Argentina sus allegados- dicen a quién quiera oírlos que “con el acuerdo que Alberto y Guzmán (Martín, ministro de Economía) quieren firmar con el Fondo, en 2023, otra vez, perderemos las elecciones”. En las oposiciones, es preciso señalarlo, también hay muchos y muchas que piensan en el año que viene. Por ello, en Juntos por el Cambio (JxC) -el principal frente opositor- claramente se declara que “es necesario arreglar con el FMI”.

Más coincidencias entre la crisis ambiental en Corrientes y las demoras para resolver la refinanciación de la deuda púbica con el FMI. Tanto el gobernador correntino Valdés como el presidente Alberto F., ambos piden públicamente ayuda para superar esas situaciones, ayuda a Joe Biden. En la Antigua Grecia, con la palabra “Oikos” llamaban a la casa y todo lo que había dentro de ella. La administraba el “nemó”. De allí que para referirse a la administración de la casa aplicaban el término “okomos”. Con el tiempo y el paso de los siglos de aquellos vocablos devino “economía”.

Desde todos los sectores se afirma que “es necesario construir consensos” para resolver los problemas en este país. ¿Quién puede dudarlo? Sin embargo, todo sistema democrático debe apuntar, necesariamente, también a la administración de los disensos. ¿Será posible?

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