• Por Juan Carlos Zárate Lázaro
  • Dr. y máster en Administración de Empresas

Si bien hemos venido avanzando en los últimos años en materia de inclusión financiera, al tiempo que se han impulsado normativas tendientes a facilitarlo, incluyendo la adopción de cuentas básicas de ahorro, y los corresponsales no bancarios, que ya suman a la fecha 5.477, a los que se suman 476 dependencias bancarias y 1.314 cajeros automáticos a nivel país.

Queda aún un largo trecho por recorrer y al cual debe estar focalizado el sistema financiero, que nos permita ir consolidándolo en forma gradual, pero sostenida.

La telefonía móvil se ha constituido en uno de los principales instrumentos coadyuvantes para una mayor inclusión en el país. Las principales empresas del rubro han venido encarando campañas para que más personas de diversas edades y estratos puedan realizar diversos tipos de transacciones financieras a través de sus teléfonos celulares (como los giros por ejemplo), lo cual se ha visto facilitado por esta pandemia sanitaria, que obligó a mucha gente a abrir una caja de ahorro o cuenta corriente que les permitan realizar sus operaciones en forma virtual y que ya sería algo difícil que los discontinúen.

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Nuestro espectro financiero ha observado en los últimos años un incremento sostenido en los niveles de inclusión financiera ubicándose incluso a niveles similares de países más desarrollados que el nuestro como Brasil, Argentina, Colombia y Panamá.

Se observa una buena oportunidad para que podamos lograr a nivel país mayores niveles de inclusión financiera pues todavía quedan muchos nichos por atacar.

Actualmente tenemos 4,8 millones de cuentas en el sistema financiero de nuestro país, correspondiendo un 64% a ahorros a la vista, 18% cuenta corriente, 15% cuentas de ahorro a plazo fijo y aproximadamente un 3% cuentas de ahorro programado.

Según reporte del BCP, a nivel país tenemos bancarizado a 2,4 millones de hombres y 2,1 millones de mujeres.

Estamos entre los países que pagan en línea a comercios por compras vía tarjetas de débito, además de un sistema de transferencia interbancaria disponible las 24 horas del día (SIPAP) que ayudó bastante a incrementar los niveles de transacciones con bancos, financieras y cooperativas de ahorro y crédito pues ante la cada vez más creciente inseguridad la gente prefiere tener en el bolsillo su tarjeta de débito o crédito antes que dinero en efectivo.

A nivel regional y de extrarregión se siguen observando aún barreras para una mayor inclusión financiera englobado en: nivel de confianza, distancia para acceder a estos servicios, costos para el usuario y trámites burocráticos, que en muchos casos se refieren a exigencias regulatorias de los diversos países.

Cobra importancia una visión multidimensional que permita verificar los avances en la inclusión financiera, las barreras de entrada y niveles de acceso que observan las personas para que el mismo pueda ir incrementándose en forma sostenida en el tiempo.

El incremento observado en niveles de sobreendeudamiento en determinados segmentos de nuestra población (principalmente en el medio-bajo) se constituye en uno de los principales frenos a un mayor nivel de inclusión financiera, por lo que lo recomendable es que podamos ir mejorando a nivel país el espectro global de información de deudas mediante la integración de regulaciones de proveedores de microcréditos y también extensivo a las pymes.

Debemos promover acciones que apunten a lograr un funcionamiento más eficiente del sistema de pagos de la economía, fomentando el uso de los medios de pagos electrónicos en sustitución del efectivo.

Urge mejorar la transparencia y acelerar la formalización financiera del país. El objetivo debe apuntar a la utilización masiva de los medios de pago que identifiquen a las partes, que permitan la trazabilidad de las transacciones.

Las entidades financieras vienen haciendo su trabajo de promocionarlos a nivel país, en donde la gran mayoría de ellas cuentan con sucursales en casi todos los departamentos, que ayudan para que más personas vayan teniendo al menos una caja de ahorro y puedan insertarse dentro del ámbito financiero lo cual se ha visto enormemente facilitado a través de las páginas web de las mismas que nos permiten realizar operaciones crediticias y no crediticias sin necesidad de presencia física.

El cliente ha entendido que la mejor decisión es el acceso, el entendimiento y adopción de los canales digitales que están a su disposición, lo cual le permite disminuir el uso del dinero en efectivo, donde la inseguridad nos acecha todos los días, ahorrando así tiempo, trazabilidad de sus transacciones y agilidad, entre otros varios beneficios implícitos.

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