El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) – United States of Agriculture – pronostica para este año una caída de nuestra cosecha de soja en 37% o 3.600.000 toneladas menos, comparación ésta con respecto a lo producido el año pasado de acuerdo con los yankees: 9.900.000 toneladas.

Según su periódico informe mensual correspondiente a principios de febrero sobre los mercados y el comercio de la soja en el mundo, que se caracteriza inicialmente por ser “conservador” dada la atención que genera a nivel mundial. El USDA ya estimaba una caída del 26% en enero pasado con una cosecha pronosticada en 8.500.000 toneladas. En concreto y como conclusión, para el USDA nuestra cosecha sojera 2022 sería de 6.300.000 toneladas, unas 3.600.000 toneladas menos respecto del 2022. El precio internacional de la soja por tonelada en los dos últimos días se ubicó en US$ 581,66 y US$ 576,89.

Podríamos tomar a manera indicativa un precio promedio de US$ 500 para valorizar la caída sojera en US$ 1.800 millones de dólares. Pero estos números negativos de la soja son parte de otros también desfavorables en la producción global en el Campo. Y cuando en Paraguay la pasa muy mal toda nuestra economía sufre. Por ello ya casi nadie habla de un crecimiento económico del 3,7% al 4% en el 2022. Según bajan los niveles de producción también se achica nuestra economía y ya se habla de una muy probable caída del -0,8%. Después del 5% de avance el año pasado después de dos retrocesos del -0,8% y -0,4% en el 2019-2020. Vamos por el cuarto año presidencial de Marito y las calamidades de todo tipo de pestes nos han golpeado. No creo en las coincidencias. Sí en los premios y castigos divinos. Marito, un stronista de pies a cabeza, no debió ser Presidente. Pero lo votaron, y a pagar las consecuencias. Claro, pagan también justos por pecadores. Y en especial los pobres. Desafortunadamente el castigo divino no se puede dividir. Pero debe servir de advertencia: voten bien, nunca a un stronista.

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El informe del USDA se complementa con nuestra propia visión de la realidad y con nuestros propios cálculos. Hablando días atrás con el amigo Manuel Ferreira – ex Ministro de Hacienda y el padre de la emisión de bonos soberanos paraguayos en el exterior – y al citarle estos números y resultados del USDA me deprimió más cuando me dijo “para nosotros la cosecha ya cayó más del 50%” y con las consecuencias directa e indirectas: pérdidas y más deudas para los productores agropecuarios, menos dinero en el campo y en la ciudad perjudicando el comercio global vía el bajón del ingreso y del poder de compra de la gente, más inflación (empobreciendo más a los ya pobres y miserables), caída de las exportaciones y desaceleración de las importaciones, presión sobre el precio del dólar (el BCP vendió dólares en los mercados privados por US$ 226 millones en enero, y lo sigue haciendo), en un escenario mundial de suba en los precios de los combustibles derivados del petróleo, encarecimiento de los créditos en dólares, empleo difícil y escaso, reducción en la recaudación de impuestos, y la lista puede seguir.

El año pasado en enero la venta de dólares del BCP fue US$ 130 millones, y en todo el año sumó US$ 1.502 millones. Las reservas internacionales del BCP totalizan actualmente US$ 9.697,4 millones frente a US$ 9.946,6 millones en diciembre 2021 y US$ 10.326 millones en junio 2021. En los cálculos de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO) la cosecha sojera 2022 sólo totalizaría 4.000.000 toneladas lo que representaría una disminución del 58% con respecto a las 9.518.600 toneladas del año pasado según registros propios.

Se estarían perdiendo 5.518.600 toneladas por un valor de US$ 2.759 millones. Ahora con respecto a la meta inicial de 10.500.000 toneladas por la siembra de 3.200.000 Ha. La caída sería del 62%, con un valor perdido de US$ 3.250 millones equivalente al 79% de la recaudación de impuestos esperada. Jamás se vio derrumbe igual. Jamás. La sequía es la culpable física. La moral es de Marito. Justicia divina con mucho dolor social. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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