• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA


Paraguay debe implementar reformas estructurales, teniendo en cuenta que la debilidad en muchas de nuestras instituciones continúa.

Todo depende de que nuestras autoridades de los 3 poderes del Estado “se pongan las pilas” y empiecen a hacer la depuración cualitativa de lo “que sea grasa”, debiendo quedar solo aquellos funcionarios que demuestren meritocracia, idoneidad, capacidad y patriotismo.

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Si bien desde el punto de vista macroeconómico seguimos relativamente bien comparado con otros países; no obstante, tenemos que ser cautos, pues nuestro problema primario radica en que la microeconomía a pesar de ciertos atisbos de recuperación económica en algunos sectores, otros segmentos de negocios “siguen sin despegar”, pues esta pandemia sanitaria que ya lleva casi 2 años nos ha “pegado duro y fuerte”, afectando a la posición económica-financiera de muchas empresas,

Las condiciones climáticas adversas (sequía) probablemente estarían golpeando una vez más a nuestra agroexportación, que sigue siendo el rubro generador de mayor flujo de divisas a nivel país.

Para ser competitivos no es suficiente una buena infraestructura sino contar con capital humano que demuestren los atributos precedentemente expuestos, además de conocimientos técnicos, preparación académica y mucho talento, capacidad innovativa y creativa y actitud positiva ante la vida y las coyunturas desfavorables que se puedan presentar.

Estudios sobre competitividad realizado cada año se basamenta en 12 pilares estratégicos, siendo infraestructura, calidad educativa a nivel primario, medio y superior, eficiencia del mercado laboral, avances tecnológicos, e innovación donde seguimos rezagados.

Debemos poner especial énfasis en lo que atañe a investigación y desarrollo, pues hasta ahora lo que se invierte a nivel país vs. el PIB en este rubro es ínfimo, y es sabido que se constituye en uno de los principales motores del crecimiento/desarrollo económico de cualquier país.

Dado que no contamos con recursos genuinos para poder financiarlos en un 100% con ingresos generados por el fisco siguen obligando a recurrir a fuentes externas (vía emisión de bonos soberanos y/o préstamos de organismos financieros multilaterales).

Seamos realistas y definamos lo que queremos. Seguir rezagados o ir revirtiendo gradualmente el déficit que lo venimos arrastrando desde hace casi 4 décadas en sectores prioritarios como los son salud pública, calidad educativa e infraestructura física, entre otros.

Vemos, leemos y escuchamos que es necesario incrementar los niveles de inversiones, lo que implica tener suficientes recursos económicos, y que no los disponemos por lo que no resta otra que seguir recurriendo a financiaciones de mediano y largo plazo, dado que lo que el fisco recauda sigue orientado hasta ahora en un elevado porcentaje a la cobertura de gastos rígidos (pago de salarios y otros beneficios a los servidores públicos de los 3 poderes del Estado) para poder seguir sosteniendo a esa superpoblación de aproximadamente 300.000 servidores a nivel país.

La calidad de nuestra salud pública sigue siendo deficiente. Lo mismo ocurre con nuestra educación a nivel primario, medio y superior la que en función a las últimas evaluaciones realizadas deja mucho que desear por lo que es poco halagüeño lo que se puede esperar dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

El año lectivo 2022 está a punto de iniciarse y sin embargo tenemos cientos de instituciones educativas maltrechas en todo el país.

Nuestro mercado laboral es ineficiente, dada la alta informalidad que se observa en varios segmentos de negocios (principalmente Pymes) donde miles de funcionarios tan siquiera pueden acceder al salario mínimo legal por culpa de una “economía subterránea” que mueve al año miles de millones de dólares sin aportar absolutamente nada al fisco.

El sector financiero es uno de los pocos que se salva de las críticas, pues sigue observando un importante progreso a través de una oferta cada vez más variada de productos y servicios crediticios y no crediticios y un deseo tangible de reinventarse día a día lo cual es positivo y altamente dinamizador.

La sofisticación en materia de negocios sigue observando mejorías, lo cual se patentiza a través de la buena ubicación que tenemos en el comercio exterior de granos y de carne bovina y ahora también con un buen futuro para nuestra industria avícola y porcina que a mediano plazo podría convertirse en la tercera fuerza exportadora a nivel país pues alimentos el mundo necesita y lo seguirá precisando cada vez más.

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