El buen empresario es aquel que toma acciones humanas, creativas para construir algo de valor diferencial a partir de prácticamente nada.

Es la búsqueda de la oportunidad independientemente de los recursos disponibles o de la carencia de estos. Requiere una visión, pasión y el compromiso para guiar a otros en la persecución y consecución de objetivos y metas.

James Collins señala: “Uno no necesita una gran idea si la puede llevar a cabo mejor que cualquier otra persona”.

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De hecho, la identificación con una idea específica puede ser perjudicial, porque si uno iguala el éxito de la compañía con el de la idea, entonces es más probable que uno se rinda si fracasa la misma.

Aunque la persona que ha pensado en ser empresario no tenga un destello de inspiración o una idea singular, todavía es muy posible que llegue a tener un negocio.

Un emprendedor cree que el espíritu empresarial desafía el análisis y dice que la forma de convertirse en empresario es hacer “una venta a la vez”.

Un emprendedor puede ser administrador profesional, pero no todo administrador puede ser un emprendedor.

Uno no puede enseñar el ingenio, ni la individualidad. No puede enseñar la forma en que trabaja una mente o una personalidad.

No podemos enseñar en un aula las lecciones aprendidas al comenzar una compañía a partir de nada, sino la esperanza y la habilidad para convencer a un ejecutivo bancario para que le otorgue un crédito.

Aunque algunas personas alegan que los empresarios “nacen” con la personalidad idónea para ello y otras insisten en que es posible enseñar a cualquier persona a ser emprendedora, hay otros que sugieren que debemos concentrarnos en el fomento del espíritu empresarial en los niños.

Independientemente de que las aptitudes existan al nacer o se desarrollen conforme madura la persona, ciertas cualidades suelen ser evidentes en los empresarios de éxito.

El empresario debe tener más que un interés casual en el negocio, porque habrá muchos obstáculos y problemas que vencer. Si no tiene la pasión o un interés que lo consuma, el negocio no tendrá éxito.

Deben vencerse obstáculos y problemas. Debe ser persistente y no declararse vencido con facilidad. Muchos empresarios de éxito lo tuvieron solo después de haber fracasado varias veces.

Se ha dicho que “los empresarios de éxito no tienen fracasos, sino experiencias de aprendizaje”.

Tienen confianza en sus habilidades y en el concepto de negocios. Creen que poseen la habilidad de lograr todo aquello que se propongan. Sin embargo, esta confianza no carece de fundamento.

Es frecuente que tengan un conocimiento profundo del mercado y la industria y hayan llevado a cabo meses (y en ocasiones años) de investigación. Es común que los empresarios se compenetren en una industria mientras trabajan para otras personas. Esto permite obtener conocimientos y cometer errores antes de lanzarse por cuenta propia.

Casi todas las autoridades sobre empresariado reconocen la importancia de la automotivación y autodeterminación para el éxito de los negocios.

La autodeterminación es una señal crucial del empresario de éxito, porque actúa por voluntad propia.

El empresario cree que su éxito o su fracaso dependen de sus propias acciones.

Para el público en general, es frecuente que el cambio sea algo aterrador y que se debe evitar.

Sin embargo, los emprendedores ven el cambio como normal y necesario.

Buscan el cambio, responden a este y lo explotan como una oportunidad, siendo esta explotación del cambio la base de la innovación.

Es frecuente que los emprendedores sean perfeccionistas, y esa lucha por alcanzar la excelencia o “perfección” es lo que ayuda a hacer que el negocio tenga éxito.

Por fortuna en nuestro país tenemos a varios empresarios que si bien son exitosos se dan cuenta que no serán “eternos”, y dan a sus hijos la participación necesaria dentro del negocio de tal forma a que se puedan convertir en los continuadores naturales que permitan que las organizaciones se mantengan e incluso crezcan y se fortalezcan aún más.

Felizmente tenemos muchos a nivel local, pero necesitamos acrecentarlo cada vez más, y que no vayan solo hasta la segunda generación y después, chau.

Etiquetas: #buen#empresario

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