EL PODER DE LA CONCIENCIA
- Por Alex Noguera
- Periodista
- alexnoguera230@gmail.com
Tengo miedo. Yo conozco a un sicario. Sí, de esos que matan a la gente, pero no a una sola persona, sino cientos.
No es de los que suben a la parte trasera de una moto y cuando se descuida su víctima se acerca con sigilo y rapidez y descarga todas las balas de su pistola y sale disparado como perseguido por el diablo.
No, este es pulcro. Siempre está bañadito y perfumado. Hasta reza. El se cree buen tipo y cada noche duerme en una amplia cama con sábanas limpias.
Él no mata con su pistola, sino con su lapicera y falta de escrúpulos.
Tengo miedo. Seguro que a nadie le importa porque no siente en carne propia lo que pasa, mientras cada mes él cobra su sueldo del Estado con el que yo daría de comer todo un año a mi familia.
Me dan 30 días para ir a retirar mi moto del corralón y tengo que pagar multas, tasa de traslado y guarda.
Él mata con su firma. Recuerdo que con mucho esfuerzo conseguí esa moto de oferta, legal para no tener problemas. Pagué con lo que pude ahorrar durante varios meses y me quedé debiendo la mitad, pero bien valía la pena porque me podía trasladar rápidamente y sin el peligro de contagiarme del mortal covid porque dejaría de usar el transporte público de pasajeros.
Pero a los 15 días de pagar mi registro y habilitación me atajó un zorro porque no tenía casco. Esa tarde me lo habían robado y la verdad es que tampoco tenía dinero para comprar otro. Lo simpático es que justo venía trayendo dos cajas de hamburguesas que me pidieron que fuera a comprar para ayudar en la hamburgueseada para un vecino. Y como yo tenía la moto, me pidieron el favor.
Recuerdo la cara del zorro cuando me dijo que por un 50.000 me dejaría pasar. No me creyó que yo no tuviera dinero y se hizo del prepotente y me sacó la moto. No quiso entender porque él está acostumbrado a usar su uniforme para extorsionar. Y el “pulcro” se hace del que no entiende nada. Se habrá caído de la cuna por eso es tan tonto.
Ahora tengo que pagar la multa y no tengo con qué. Y encima me inventan cosas como “tasa de traslado”, siendo que yo no quería que trasladen mi moto. ¡Ah! También quieren plata por la “guarda”, que yo tampoco pedí ya que en mi patio la “guarda” hubiera sido gratis.
Tengo miedo. Cada vez es peor. Si no te matan en un concierto, los “pulcros” te meten una firma y te liquidan. ¿Cómo voy a pagar si no tengo?
Pero ellos no entienden eso porque cada mes cobran por usar una lapicera sin que nadie se les oponga.
Matan de hambre. Matan de angustia. Matan con balas de injusticia y el silenciador de la impunidad.
Le vi en la foto en el diario, con su pelo blanco dirigiendo a sus muchachos, dándoles instrucciones porque en el corralón ya había demasiados vehículos.
Seguro que los van a rematar y comerse la plata. Y entre esos cientos de vehículos está mi moto, vieja, fea, pero que pagué con mi trabajo, una palabra que ellos no entienden porque solo saben cobrar.
Tengo miedo. Vivo con miedo porque nadie me protege de los sicarios pulcros. Los sicarios que “trabajan” de a dos en las motos me tienen sin cuidado porque para que vengan a matarme alguien tiene que pagarles. Pero los pulcros lo hacen gratis, para forrarse los bolsillos a costa de la miseria de la gente.