El presidente Mario Abdo conquista el poder con un eslogan que en su momento sonó bien: “Marito de la gente”. En estos tres años fue una decepción para quienes han confiado en él y se convirtió en “Marito para su bolsillo”, “para sus amigotes” y “para sus compinches”.

Lejos de ese eslogan, este gobierno no se identificó nunca con la gente; al contrario, le dio y sigue dando bofetadas constantes. La imagen revelada la semana pasada de las remodelaciones de su mansión en la Quinta Bo de Asunción es un claro ejemplo de que a Abdo nunca le importó la gente, le importa mantener su buen pasar a costa del pueblo, como ya lo hizo en tiempos de la dictadura.

Abdo tal vez justifique de dónde sacó la plata para remodelar su mansión en plena pandemia, pero el mensaje es bastante claro, mientras el Paraguay atravesaba una tremenda incertidumbre, cuando la ciudadanía reclamaba medicamentos y vacunas, cuando el personal de blanco pedía equipos de bioseguridad, o el sector privado se ajustaba los cinturones para enfrentar la crisis a raíz del encierro, Abdo mantenía reuniones con sus arquitectos para definir las mejoras edilicias en la casona de su familia.

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Ahora se entiende por qué el descalabro. Cuando la cabeza está distraída, todo se derrumba. Por eso se derrumba el perfil del ex ministro de Salud Julio Mazzoleni con el escándalo de las compras covid. Es por eso que Patricia Samudio en Petropar hacía de las suyas, o el ex titular de la Dinac, Beto Melgarejo, compraba mascarillas de un kiosco a precios sobrefacturados. Todo tiene sentido.

Mientras los paraguayos seguimos llorando a nuestros 17 mil muertos, los principales actores de este gobierno hacen campaña proselitista para seguir engañando a la ciudadanía y mostrarse como una alternativa política electoral en las próximas elecciones. Ahora, de vuelta con una nueva ola del covid, los hospitales están saturados y la deuda con los proveedores de salud ya trepó a los US$ 70 millones.

La prioridad de este gobierno sigue siendo asfaltar rutas. Cuando en plena pandemia necesitábamos fortalecer el sistema sanitario, la prioridad del Gobierno fue hacer rutas que, por cierto, arrojan un número irrefutable: el meteórico ascenso en la facturación de la empresa del Presidente, precisamente, abocada a la venta de asfalto a las empresas constructoras.

Y hablando de desprecio a la gente, ahí está el ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, concentrado en las rencillas políticas del presidente y hace caso omiso a los números de la cantidad de robos, asaltos e inseguridad. Lo mismo pasa con los cientos de paraguayos que acuden al Departamento de Identificaciones en busca de sus documentos. Giuzzio tiene varado, por capricho, un moderno sistema de documentos electrónicos listos para funcionar que solucionará la larga espera de la gente y en menos de una hora obtendrán su cédula de identidad. Pero al ministro del Interior le importa un comino que la ciudadanía aguarde horas en las largas filas bajo el sol para tramitar sus documentaciones. A Giuzzio le importa su estado de ánimo para joderle al consorcio adjudicado en el 2017 para poner en marcha el nuevo sistema y, de paso, le jode al pueblo.

A este gobierno nunca le importó la gente. Marito estafó a la ciudadanía con su discurso y todavía sigue con su pose soberbia y arrogante como si fuese que tendrá la lapicera toda su vida. Abdo puede ser el primer presidente del Paraguay de esta era democrática que termine tras las rejas, razones sobran y seguirán saliendo a la luz. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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