Seguimos teniendo a directivos en las empresas que muestran una actitud de mucha frialdad con los subordinados, causando tensión o estrés innecesario en los mismos.

Transitan por el camino errado, pues un ambiente laboral “tóxico”, quiérase o no, impactará en forma directa en la performance, salud física y mental de los funcionarios, y, por ende, en la gestión económica-financiera de la organización.

El ajetreado ritmo de vida actual nos expone a dolencias de origen psicosomático y orgánico como ansiedad generalizada, estados depresivos, pánicos, hipertensión arterial, entre otros que podrán afectar a los subordinados, tornando su performance, nivel de productividad, entusiasmo, capacidad de trabajo en equipo participativo, por debajo de los niveles deseados.

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¿Cuántas veces como directivos nos vemos ante la difícil situación de que empleados aún jóvenes y valiosos para la organización se ven afectados súbitamente por distintos tipos de dolencias?

No resulta fácil el reemplazo de un personal que sea valioso, por más que muchas veces la oferta laboral supera ampliamente a la demanda a nivel país, pero que no reúne el perfil requerido para tal o cual posición.

La mayoría de ellas tiene su origen en el estrés o presión por encima de los niveles normales, puesto que cada organismo es diferente y reacciona de forma distinta ante diversas situaciones, lo cual se ha visto acrecentado con esta pandemia sanitaria, en donde los protocolos obligaron a tener que hacer trabajos a distancia en sus casas o en cuadrillas, que no es igual cuando estamos acostumbrados a socializar y compartir día a día con los compañeros de la oficina.

Muchas empresas de tamaño corporativo, como parte de su responsabilidad social independientemente del break diario destinado a la hora del almuerzo, cuentan dentro de las mismas con sitios de expansión como gimnasios, en donde tienen la posibilidad de pasar unos minutos haciendo ejercicios físicos a fin de que no se vaya acumulando más allá de los niveles normales el pernicioso estrés, que luego podría desembocar en afecciones más graves para la mente y el cuerpo, pues sabemos que el ejercicio físico moderado diario es básico para poder sentirnos bien y generar endorfina, que es la hormona del placer.

Los trabajadores deben saber buscar y encontrar el necesario punto de inflexión que les permita mantener una vida equilibrada, evitando llevar trabajo a la casa, dedicando ese tiempo a pasar momentos de distracción con la familia, lo cual ayuda a desestresarse del duro día que pudo haber tenido en la oficina por diversos motivos/situaciones aprovechando a full el fin de semana para organizar salidas en familia al interior del país o quedarse en la casa, pero haciendo actividades placenteras que les permitan la “recarga de batería” como para empezar la semana con las “pilas recargadas”.

Cuántas empresas seguimos teniendo donde los funcionarios están huérfanos de los beneficios de una buena retroalimentación, en la cual su supervisor directo, a través de una conversación amena y franca, pueda darle a conocer en tiempo oportuno sus fortalezas y debilidades que les permitan reaccionar a tiempo y discernir en dónde “están parados” dentro de la empresa.

Un empleado que se sienta a gusto dentro de la compañía y que sea reconocido cuando hace una contribución positiva coadyuva en forma favorable a que la empresa pueda seguir siendo competitiva y rentable.

La mayoría de los superiores está dispuesta a considerar el equilibrio entre vida personal y profesional si el empleado se lo ha ganado con su rendimiento.

El equilibrio entre la vida laboral y personal se ha convertido en un debate sobre cuánto debemos permitir que nos consuma el trabajo.

Es un trueque, un trato que se hace con uno mismo sobre lo que se conserva y a lo que se renuncia.

En el entorno laboral, los tratos de favor son escasos. Los superiores pueden permitir que los empleados gocen de flexibilidad en sus entradas y salidas, pero solo si antes se lo han ganado con su actuación y sus resultados.

Debemos concienciarnos acerca de la falsa creencia de que aquel funcionario o directivo que permanece más horas dentro de la oficina sería más productivo. “Falacia total”.

Para ser productivo, lo primario radica en que sepamos organizarnos en el día a día laboral, discerniendo claramente la diferencia entre lo urgente de lo importante.

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