Fernando Lugo volvió muy entusiasmado del VII Encuentro del Grupo de Puebla que se realizó en la Ciudad de México entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre de este año. En declaraciones a la prensa aseguró que “la derecha está acorralada” y que “el progresismo tiene un futuro prometedor en la región”.

Celebrando la victoria de Xiomara Castro en Honduras y confiados en la victoria de Gabriel Boric en Chile (lo que efectivamente ocurrió) y Lula da Silva en Brasil, los participantes llamaron a reconstruir la unidad en América Latina y el Caribe para frenar “el desembarco fascista”. El ex presidente de nuestro país, como sin preverlo y sin quererlo, expuso una analogía entre lo que le sucedió a él y a Manuel Zelaya (el primero destituido mediante un juicio político –2012– y el segundo por orden de la Corte Suprema de Justicia –2009–, acusado de “traición a la patria”). “Después de doce años, hay que seguir confiando en la ciudadanía que tiene memoria y no olvida lo que ocurrió con ese golpe de Estado grosero”, enfatizó, como si estuviera hablando de su propio caso. Xiomara Castro es la esposa de Zelaya. Lugo está imposibilitado de regresar al poder en un país donde no hay reelección. Pero, al igual que su par hondureño, puede aspirar al retorno de la izquierda de la mano de otra mujer.

El llamado hoy “tercer espacio” excluye indirectamente al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) como cabeza del proceso. Aunque sueña con el voto de su electorado. Ni siquiera hace falta ser muy astuto o despierto para percatarse de que si se piensa en un “tercer frente” es porque se pasa por encima del referente más importante que tiene la oposición y la segunda fuerza política –de acuerdo con la composición de senadores, diputados, intendentes y gobernadores– después de la Asociación Nacional Republicana. “Desde que fuimos echados por un golpe de Estado seguimos construyendo el tercer camino para nuestro querido Paraguay”, declaró eufórico el senador del Frente Guasu y ex colorado Miguel Fulgencio Rodríguez, uno de los íntimos de Lugo. Días después, el propio Lugo apostó a la “unidad de la izquierda” durante el Ñemongeta para una Patria Nueva.

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Horas después, Efraín Alegre, presidente del PLRA, encabeza la reunión que ya estaba prevista, lanzando la Concertación Nacional 2023. A la mañana, el encuentro fue exclusivamente con partidos de orientación de izquierda y organizaciones sociales y campesinas. A la tarde, Fernando Lugo, el líder de Frente Guasu, solo envió un representante. Mientras, siempre dentro del radicalismo auténtico, el senador Blas Llano reafirmó su respaldo al precandidato Hugo Fleitas (Movimiento Nuevo País), gobernador de Cordillera. Aunque, de paso, consideró un buen presidenciable al diputado de Hagamos, Carlos Rejala. Las crónicas, a veces, hablan por sí solas. Sin necesidad de análisis explicativos

Salvo la coalición opositora para la revolución de 1947, la Alianza Patriótica para el Cambio del 2008 fue una experiencia inédita en tiempos democráticos. Lo que no pudieron conseguir por la vía de las armas lo lograron mediante el mecanismo de las urnas. El Partido Colorado mordisquea el amargo sabor de la derrota después de sesenta años de hegemonía y el ex obispo de San Pedro Fernando Lugo es proclamado presidente de la República del Paraguay. El amplio acuerdo incluía la vicepresidencia para el PLRA, asumiendo el cargo Federico Franco, previa interna de dicha organización política. Las fricciones ideológicas y las disputas por los cargos no tardaron en emerger. El primero en alejarse fue Blas Llano –en medio de un fuerte conflicto dentro de su propio partido–, quien abandona el cargo de ministro de Justicia y Trabajo para ocupar su banca en la Cámara de Senadores. Carlos Mateo Balmelli, estando fuera del país, se entera de que fue reemplazado por Gustavo Codas en la dirección general de Itaipú. Finalmente es destituido Efraín Alegre del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones por no dedicarse “exclusivamente a las tareas propias de su cartera”. Siempre es recomendable incluir el contexto, sobre todo si consideramos aquella afirmación, con pretensiones de categoría de axioma, de que el periodismo que se escribe en el presente es la historia del futuro.

No luchó Efraín Alegre dos elecciones seguidas, con más de 1.100.000 votos la última vez, para entregar su cabeza en bandeja. La Alianza Ganar del 2017 fue construida sobre el liderazgo del PLRA. De triunfar en las internas es difícil que Alegre acepte ser segundo. Además, el lugar que ocupará el partido en alguna posible concertación deberá decidir una convención. Fernando Lugo vino convencido de México de que los vientos de izquierda que soplan en la región le son favorables. Tratará de aprovecharse de las diferentes corrientes (de progresistas a ortodoxos) que militan dentro del liberalismo. La lucha por el timón se presenta compleja.

Tiene razón, en parte, el presidente Mario Abdo Benítez de que “en marzo vamos a divertirnos”, en referencia a su eventual candidatura para la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Donde se equivoca es en el tiempo: la fiesta ya empezó. Y, probablemente, el jefe de Estado apenas será un convidado de piedra. Lo que viene a confirmar la tesis del bueno de Helio Vera: en este país solo se aburre el que quiere. Feliz Navidad.

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