Los paraguayos somos muy autodestructivos. Está en nuestra historia. Nuestras críticas no son constructivas, todo lo contrario, son destructivas. No se trata de corregir sino de eliminar. No se trata de hacer camino sino de no hacerlo o no caminarlo.

No se trata de ponderar lo bueno que tenemos sino de exaltar lo malo que también tenemos. Si sólo vemos lo feo y no dirigimos nuestra mirada a lo lindo, el paisaje económico está distorsionado, desequilibrado, deformado, mal visto. Y así el análisis lo más realista posible es imposible, y sólo cae el análisis derrotista que trata lo nuestro como todo sucio. Y no es así, en particular en cuanto a la clase de economía que tenemos. Veamos.

Salimos del 2020 pandémico mucho mejor parado que muchas economías (-0,8% última revisión del Banco Central del Paraguay BCP) y cerraríamos el 2021 con un crecimiento del 5% (hay algunas estimaciones privadas del 4,5%). La inflación sí se elevó a niveles no dados una década atrás: 7,1%. En un 75% por combustibles y alimentos encarecidos. Pero con un historial muy bueno en los últimos cuatro años. Terminamos el año con un guaraní fortalecido frente al dólar en un escenario de estabilidad que prácticamente se mantiene desde el 2017.

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Y los escenarios proyectados para el 2022 con una desaceleración económica (3,7% según el BCP, 3% según Itaú, 4% según Basanomics) que se generaliza en la región, tienen una buena base de estabilidad en inflación (4,5%) y en encarecimiento del dólar, con un 5% de variación en una de las proyecciones. No cualquier economía rechazaría nuestra oferta económica.

Es cierto, son sólo tres variables. Pero muy importantes. Otros aplaudirían nuestros resultados. Nosotros, con un silencio cómplice, los ignoramos en el mejor de los casos, y los despreciamos en el normal de los casos.

Por ejemplo. Se ha puesto en duda la “fuerza” de nuestro crecimiento económico del 5% en este año. Se ha dicho que es una de las economías que menos crece en la región. Para fundamentar esta posición descalificadora de lo nuestro, señalan que la economía argentina crecería 7,5%, la brasilera 5,2%, la mexicana 6,2%, la chilena 11%, la colombiana 7,6% y la peruana 10%, por citar los casos más importantes. Pero se olvidan que el procedimiento profesional correcto es relacionar las caídas económicas de tales países y otros de la región que experimentamos en el 2020, el año del derrumbe, por un lado, con el correspondiente repunte – con efecto rebote en parte importante – de prácticamente todas las economías en el 2021, por el otro lado. Si no me caí mucho pero sí me levanté superando aquel bajón mi resultado global es positivo. La economía argentina cayó el año pasado 9,9% y crecería 7,5% este año. Su resultado global es negativo. De un total de 11 países estudiados, sólo cuatro tienen un balance positivo. Entre ellos Paraguay, entre 3,9% y 4,2% (con datos actualizados). Detrás de Chile. La misma economía mirada de dos maneras: positiva y negativa. Claro que nuestra economía tiene problemas. Pero más problemas ven los ojos de un paraguayo destructivo y menos soluciones aporta. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.


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