La definición de una política de créditos se inicia por la evaluación del riesgo país, cuya asignación de calificación de solvencia es realizada por empresas calificadoras internacionales. Permite el diseño de la política crediticia institucional, proporcionándole los elementos que harán de su estrategia más agresiva o conservadora determinando paralelamente si la entidad espera desarrollar su gestión en un marco recesivo o de crecimiento.

Deben definirlo claramente las que son aceptables o no en función a sus parámetros cuali/cuantitativos, o bien cumpliendo condiciones especiales. El desarrollo de cualquier nuevo producto deberá ser examinado para determinar si resulta en riesgo crediticio y si se encuadra o no dentro de las normas previstas por el proceso corporativo de las mismas.

Un objetivo en cuanto a calidad de la cartera deberá ser establecido. Se trata de determinar hasta que nivel están dispuestos a asumir el riesgo crediticio. El proceso de créditos de cada institución organizada establecerá clasificaciones adversas en función a la calidad de cada riesgo crediticio y lo enunciado en las normas regulatorias de la banca matriz (BCP).

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Dado que los clientes de créditos pertenecen a segmentos de actividad o negocios distintos, las entidades financiera deben evaluar a priori cual es la distribución ideal de su cartera de préstamos por segmento de negocio, de forma a mitigar potenciales riesgos crediticios y concentraciones en uno o dos sectores.

Su gestión debe ser integradora en todos los servicios que prestan al cliente a fin de medir de modo eficiente y eficaz el aporte global a sus niveles de utilidades, derivados de transacciones crediticias y no crediticias (esta última tan importante como la primera, en la generación de utilidades).

Contar con RRHH idóneos, aptitud comprobada de análisis y ejecutivos de negocios que no persigan solamente llegar a los objetivos cuantitativos, sino trabajar con una cartera de créditos controlada y continuos seguimientos de su evolución dentro del segmento de negocios en el que operan, además de conocer cómo esta operando la competencia y no estar ajeno a la evolución macroeconómica del país y de los demás países de la región y sus perspectivas a corto y mediano plazos.

El negocio de créditos en épocas de bonanza no traen generalmente aparejados complicaciones, pero no deberán perder de vista al peor escenario como una contingencia de forma a que dispongan de todos los cursos alternativos de acción para reaccionar con rapidez pues como administradores de riesgo, el “core” del negocio está basado en una cartera captada del mercado doméstico y es relevante que se observe un manejo transparente de sus recursos económicos.

Estas entidades cuentan con su propio proceso crediticio corporativo, y los delineamientos normativos establecidos en la Resolución 1/08 del BCP, pero en el afán de incrementar colocaciones de créditos a empresas y de consumo (retail), para alcanzar mayores niveles de rentabilidad dejan pasar aspectos cualitativos y cuantitativos primarios en función al segmento de negocios de cada uno, cómo está evolucionando el sector y los planes/perspectivas de corto y mediano plazos, que no harán que el riesgo de crédito sea cero (pues ello no existe), pero al menos habrán tomado los recaudos necesarios como para mitigar los riesgos potenciales tanto a nivel macro como microeconómico.

En créditos todo es muy dinámico y los riesgos se incrementan o disminuyen en función al comportamiento/evolución de la actividad económica de los mercados por lo que el seguimiento/monitoreo de las facilidades crediticias desembolsadas durante su periodo de vida es de primaria importancia a fin de adoptar una actitud proactiva y no reactiva cuando ya no podamos estructurar acciones correctivas.

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