Una entidad financiera organizada debe tener estructurado su departamento de análisis y evaluación de riesgos crediticios, donde los analistas (júnior y sénior) en equipo realicen los análisis de los pedidos de facilidades crediticias que se van presentando o para asignar líneas de créditos en moneda local y extranjera, para los principales productos crediticios utilizados por el cliente con la entidad.

El primer paso que debemos dar es analizar en profundidad los principales rubros que componen el balance de situación y cuadro de resultados, correspondiente a los 3 últimos ejercicios, que nos puedan dar en forma clara la tendencia/comportamiento que han tenido sus principales rubros y a partir de allí determinar las relaciones de causa-efecto que nos permitan concluir técnica y profesionalmente cuáles serían las principales áreas críticas de riesgos que puedan poner “una luz amarilla” sobre nuestras facilidades crediticias concedidas.

Los analistas de riesgos a veces se limitan a exponer las variaciones entre un año y otro de los principales rubros en términos relativos, pero en contrapartida no explican técnicamente cuáles pudieron haber sido las causas primarias que los llevaron a ello.

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Cuando un cliente nos solicita una financiación, el axioma de oro es acostumbrarnos a preguntar, cuál será el propósito del crédito, y cómo lo va a repagar antes de seguir adelante.

En períodos de bonanza económica solemos pasar por alto ciertos detalles y priorizamos el volumen de negocios, sin que nos concienciemos de que un préstamo mal concedido/estructurado tiene más posibilidades de que no podamos recuperar en tiempo y forma el capital e intereses devengados obligándonos a tener que establecer previsiones, afectando en forma directa al cuadro de resultados.

Una evaluación previa de la conformación del pasivo corriente (deudas financieras y con proveedores) reviste importancia, pues la evolución de los principales indicadores y su capacidad generadora de fondos (operativa/no operativa) nos dirá a priori si estarían o no en condiciones de pagar sus deudas al vencimiento, pues de lo contrario algo que en principio pudo haber sido para capital de trabajo se constituye en permanente.

Tampoco debemos pasar por alto la estructura patrimonial de la compañía, pues si al cierre de cada ejercicio visualizamos que el capital integrado se va fortaleciendo, significa que sus accionistas confían en la empresa y en los ramos de negocios explotados.

Un examen de la evolución de la gestión económica-financiera-patrimonial reflejada en sus estados contables nos permitiría tomar una decisión crediticia razonable, aunque en créditos “riesgo cero no existe”.

Ello dará a nuestro proceso de análisis/evaluación un mayor valor agregado y consistencia técnico-profesional.

Un examen de la evolución de la gestión global de la empresa reflejada en el balance de situación y cuadro de resultados es relevante, ya que daría a nuestro proceso de evaluación crediticia la importancia que se merece, pues si se sigue lo que está inserto dentro del mismo, las posibilidades de errores se minimizan.

Los niveles de utilidades netas obtenidos en los últimos ejercicios y la habilidad de generar ganancias es la prueba de que los directivos dan un buen manejo a la gestión gerencial de la compañía con las que mantenemos relaciones crediticias.

Lo recomendable es que entre lo cualitativo y cuantitativo se puedan dar un razonable punto de inflexión.

Las instituciones financieras no quieren premoniciones a través de una bola de cristal sino desean estimaciones del monto máximo que precisan sus clientes, con la debida anticipación al plan de pago programado.

Los análisis de gabinete, deberían pasar a “segundo plano”. Nada sustituye al valor de una visita a la empresa del cliente, donde podamos observar de cerca con nuestros propios ojos y contrastar con lo que nos dicen las cifras de su Balance.

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