En su habitual y rutinaria reunión –la segunda cada año, la otra es en abril, primavera– en el otoño del hemisferio del norte, el pasado martes 12 el Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgó su reconocido y prestigioso informe “Perspectivas de la economía mundial” con un gusto extraordinariamente agridulce, más tirando el agrio, incluso, en algunos aspectos con el título de “La recuperación en tiempos de pandemia” (preocupaciones sanitarias, trastornos de suministro y presiones de precios). Con esta conclusión: “La recuperación económica continúa, pero ha perdido ímpetu y la incertidumbre ha aumentado”.

Es alentador el que nos dibujen un escenario de continuidad del crecimiento económico que se inició este año, pero lo lógico de esperar es que ganáramos fuerza y se debilitaran las incertidumbres en la medida que la guerra antipandémica la estuviéramos ganando con la vacunación masiva, la rigurosidad de los protocolos de seguridad personal y social, y el refuerzo de los sistemas de sanidad en todo el mundo. Pero no es así: crecemos con el Jesús en la boca. Y más vale rezar. No es que se viene lo peor, sino que lo mejor no se puede garantizar.

Como ejemplo del escenario mundial complicado y dudoso en muchos sentidos, el crecimiento se desacelerará el próximo año. El mundo venía de un avance del 2,8% en el 2019, cayó a un -3,1% en el 2020, repuntó a un 5,9% este año y correría menos rápido en el 2022: 4,9%. En el caso de América Latina y el Caribe (ALC) después del avance modestísimo del 0,1% en el 2019, caímos -7% en el 2020, repuntamos 6,3% este año y el crecimiento sería del 3% el próximo año. Para nuestro interés el entorno del Mercosur es aún más desfavorable: 1) Argentina del -2,1% al -9,9% al 7,5% y al 2,5%; 2) Brasil del 1,4% al -4,1% al 5,2% y al 1,5%; 3) Uruguay del 0,4% al -5,9% al 3,1% y al 3,2%, y Chile del 1% al -5,8% al 11% y al 2,5%. Para Paraguay del -0,4% al -0,6% al 4,5% al 3,8%. Esta proyección de crecimiento económico del 3,8% también figura en el PGN 2022 del Ministerio de Hacienda. Vean lo agridulce del informe del FMI en su introducción, y saquen sus propias conclusiones:

“La recuperación económica mundial continúa, pese al resurgimiento de la pandemia. Las fisuras que generó el covid-19 parecen más persistentes: se trata de divergencias a corto plazo que se prevé que dejarán huellas duraderas en el desempeño económico a mediano plazo y que obedecen más que nada al acceso a vacunas y al rápido despliegue de políticas de apoyo.

Se proyecta que la economía mundial crezca 5,9% en el 2021 y 4,9% en el 2022, 0,1 puntos porcentuales menos en el 2021 que lo previsto en julio. La revisión a la baja del 2021 refleja un deterioro en las economías avanzadas –debido en parte a los trastornos del suministro– y en los países en desarrollo de bajo ingreso, sobre todo debido a la desmejora de la dinámica creada por la pandemia. Esa situación se ve compensada en parte por las mejores perspectivas a corto plazo de algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo que exportan materias primas. La veloz propagación de la variante delta y el peligro de nuevas variantes multiplican las dudas sobre la celeridad con la que se podrá superar la pandemia. Se ha complicado la selección de políticas adecuadas y el margen de maniobra es limitado”.

EN CUANTO A LA INFLACIÓN ESTO DICE EL FMI:

“A pesar de los recientes aumentos del nivel general de inflación en las economías avanzadas y de mercados emergentes, las expectativas de inflación a largo plazo se mantienen ancladas. A futuro, se proyecta que la inflación general llegue a un nivel máximo en los últimos meses del 2021 para luego volver a los niveles registrados antes de la pandemia a mediados del 2022 en la mayoría de las economías. Sin embargo, debido a la naturaleza desconocida de la recuperación, persiste una gran incertidumbre y la inflación podría superar los pronósticos por diversas razones. Una comunicación clara, combinada con políticas fiscales y monetarias adecuadas, puede ayudar a evitar que las “amenazas de inflación” desestabilicen las expectativas de inflación”.

I’Il never promise you a rose garden. Líricamente es lo que nos dice el FMI en las salidas que se podrían dar en estos tiempos de pandemia: Nunca te prometí un jardín de rosas como escenario. Los países y gobiernos responsables, relegando la politiquería, sufrirán menos y sus pueblos se beneficiarán más. Los que ponen ya a la politiquería en primer lugar son sepultureros. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.


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