• Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

Terminaron las elecciones municipales, ya descansaremos de los 300 mil candidatos a concejal, con su berenjenal de propuestas, la mayoría ridículas o rozando el ridículo, y las campañas sucias de algunos candidatos y sus medios afines. Ya está, opa.

Ahora están ahí los problemas reales y graves de siempre, los paupérrimos salarios de maestros y personal de blanco, el espantoso estado de las escuelas y hospitales, la falta de insumos médicos, las mugrosas meriendas escolares. Sin olvidar la inseguridad nunca vista, la violencia, robos, asaltos, sicariatos y demás lindezas. Eso sumado a la falta de trabajo y a la crisis creada por la pandemia de la que, pareciera, estamos saliendo, pero que nos dejó KO.

Pero parece que el Gobierno decidió seguir en la pavada, arrancó la campaña para el continuismo del añetetismo o de los abdistas, ya se lanzo el Vice y anda coqueteando con cuanto aparato o aparata se le quiera acercar. Desde la impresentable Natalia, pasando por cuanto badulaque se ofrezca. El Presidente sigue en su nube de pedos, como si fuera un líder amado y respetado, de gran gestión, cuando tiene una imagen tan mala que tuvieron que pedirle que ni aparezca en las campañas municipales para no espantar a la gente.

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El plan es simple, le entregará todos los recursos del Estado a su Vice para que reparta cargos y zoquetes de modo de mantener, supuestamente, unida la bolsa de gatos oficialista, pensando que los “dirigentes” son dueños de los votos de sus arreados y con eso asegurar la interna, pensando que del otro lado estará la otra bolsa de gatos con Efraín, Lugo y Desirée espantando votos.

El cálculo simplista implicará un gobierno cada día más hundido, con el poder repartido arbitrariamente entre los caciques y el país a la deriva. Marito simplemente será una figura decorativa (un decorado espantoso, dicho sea de paso) y se declara la joda. La complicidad del Grupo Zuccolillo y adeptos tratará de distraer la atención en boludeces para sustentar el proyecto de Velázquez, al que ya están subidos a cambio de fatos y más fatos. El cálculo estaría bien planteado si estuviéramos en el 2008, pero hoy en día es la fórmula para el fracaso. No están ni solos, ni la gente come vidrio. Ya las ali-tranzas electorales son imposibles de digerir, ni aunque las edulcoren con campañas de prensa grotescas y a platazo limpio.

Estamos todos podridos de ustedes, la gran mayoría ya no les cree ni su nombre, así que sigan así, al enemigo no se le avisa cuando se equivoca.

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