Según estimaciones, el sector de las mipymes representarían no menos del 95% de las empresas constituidas a nivel país, siendo hasta ahora su principal limitación la informalidad que aún persiste en muchas de ellas dentro de su estructura organizacional dificultando el acceso al crédito u otros productos financieros, dentro del sistema formal.

Aproximadamente el 80% de los dos tercios de la PEA, que desarrollan sus actividades laborales dentro de este sector, lo hacen de manera informal, lo que implica que tan siquiera puedan recibir el salario mínimo legal y ni qué hablar de los beneficios del seguro social de salud (IPS).

Se constituye en uno de los principales obstáculos que no permiten que nuestro desarrollo económico pueda alcanzar el nivel de evolución esperado, pues al trabajar aún la gran mayoría dentro de un sistema no formal, su acceso al crédito se ve frenado, lo que no les permite contar con los recursos que precisan para la cobertura de sus necesidades de capital de trabajo a tasas de interés razonables, que les permitan ir apuntalando su gestión dentro de los segmentos de negocios en los que operan, tornándolos menos competitivos y afectando a sus niveles productivos y a su gestión económica-financiera viéndose muchas de ellas obligadas a recurrir a casas de créditos con tasas de interés muy superiores.

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Entre los principales factores que obstaculizan que estas empresas no puedan formalizarse como debería hasta ahora, se mencionan a la falta de información cualitativa y cuantitativa necesaria que proveen, además de una descoordinación entre instituciones, siendo una limitante la burocracia para que puedan realizar las gestiones orientadas a su formalización, pero que felizmente parecería que ya las autoridades estatales han dispuesto de ahora en más trámites simplificados, que era lo que se precisaba y que de hecho será beneficioso para el fisco, pues le permitirá mayores niveles de recaudaciones.

La posibilidad de que estas empresas puedan formalizarse sin recurrir a trámites largos y complicados, sería para los emprendedores una mayor motivación, pues muchos están dispuestos a formalizarse, pero dado el tiempo que insumían los trámites, hacía que muchos se “echaran atrás”.

A través de un plan de acción bien coordinado que permita a los entes involucrados un trabajo interinstitucional, estamos seguros de que podrán llegar a los objetivos esperados, lo cual haría que cientos de pymes que hoy día no están aún formalizadas lo harán, pues los emprendedores son conscientes que a pesar de que tendrán que cumplir con todas las obligaciones impositivas, en contrapartida haciendo la relación costo-beneficio, esta última de lejos será la ganadora, pues podrían acceder a financiaciones mucho menos onerosas, con lo cual sus niveles de rentabilidad y competitividad dentro de nuestro mercado doméstico podrían acrecentarse mucho más.

Tengamos en cuenta que las pymes siguen siendo a nivel mundial las mayores generadoras de fuentes de trabajo, y que si bien es dable reconocer no poseen la misma “espalda” que las empresas de tamaño corporativo, su estructura les permite poder operar con mayor flexibilidad, incluso con la posibilidad potencial de trabajar dentro de segmentos específicos de mercado, que a las grandes empresas no les podrían “apetecer”.

Ahora más que nunca con esta pandemia sanitaria hemos aprendido acerca de la importancia de ser innovativos y creativos y reinventarnos permanentemente, donde la tecnología ha hecho de los medios digitales uno de los mayores brazos coadyuvantes para que muchas de estas empresas puedan seguir en carrera y volver en forma gradual a fortalecerse a nivel macro y microeconómico.

Necesitamos más emprendedores a nivel país en diversos segmentos de negocios, que contribuyan a la generación de fuentes de trabajo, y paralelamente a que nuestra microeconomía vaya diversificándose cada vez en mayor magnitud.

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