• Por Aldo Mariátegui.
  • Analista político peruano

Tras unos años de repliegue, el contraataque populista de izquierdas en Iberoamérica está en todo su esplendor: el demagogo de cocina López Obrador (AMLO) en México, el tan elemental senderoide Pedro Castillo en Perú, el alter ego “eviista” Luis Arce en Bolivia (ahora dedicado a una persecución fiscal contra sus opositores) y la marioneta “cristinista” Alberto Fernández se han juntado a los abiertamente dictadores izquierdistas Díaz-Canel de Cuba, Maduro de Venezuela y Ortega de Nicaragua en este “comeback”de la izquierda en la zona. A estos pronto se les pueden sumar el imperialista de la corrupción Lula de Brasil, el agitador izquierdista Gabriel Boric en Chile y el comunistoide Gustavo Petro en Colombia. Solamente Uruguay, Paraguay, Costa Rica, República Dominicana y Panamá aparecen por el momento vacunados contra este covid-izquierdista que ha infectado a los países situados al sur del Río Grande (el popular tecno-dictador Nayib Bukele de El Salvador es una especie rara, digna de analizar en un artículo aparte).

Claro que existen algunas luces en medio de la penumbra: Ecuador logró evitar por los pelos el regreso del correísmo al poder con la elección del banquero derechista Guillermo Lasso (que ha hecho una campaña de vacunación notable contra el covid-19) mientras que todo indica que la oposición derechista va a obtener un resonante triunfo en las próximas elecciones legislativas argentinas.

La mayoritaria oposición congresal peruana ha tomado consciencia de lo cerca que el país está de caer en el comunismo y parece que estaría dispuesta a llegar hasta la vacancia presidencial para evitar esa tragedia. En Chile se aprecia un sostenido crecimiento en los sondeos de José Antonio Kast, el candidato de la “derecha dura”, quien ya se ha ubicado en el segundo lugar.

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Si bien una polarizada segunda vuelta Boric-Kast podría favorecer al primero, el segundo le otorga una firme y necesaria identidad política a la derecha chilena, tan descafeinada con este segundo tan mal gobierno de Piñera y tan representada livianamente por su incoloro candidato Sebastián Sichel. Arce no la está pasando tan bien en la siempre inestable Bolivia, donde la cúpula militar ha sido cambiada por tercera vez en un año y el líder opositor cruceño Luis Fernando Camacho le ha resultado un duro hueso de roer, además de que muy pronto se acabarán los recursos que le otorgan las actuales reservas de gas por la falta de exploración de nuevos prospectos a causa de las erradas políticas de Evo Morales.

La derecha colombiana se ha pegado un buen susto con las elecciones peruanas y está comenzado a comprender que es hora de buscar un buen candidato y unirse todos contra Petro. Cuba, Venezuela y Nicaragua son regímenes sumamente impopulares, cuya sostenibilidad solo por la fuerza no puede ser eterna. En cuanto al delincuente Lula, que tanto daño causó a casi toda Iberoamérica con su política de expandir la influencia política y económica brasileña a través de los gigantescos sobornos dados por las empresas constructoras de su país, aún existen esperanzas de que el votante brasileño no sea tan necio de resucitar a la cleptocracia del Partido de los Trabajadores.

Donde no se pueden tener muchas esperanzas es en México, donde la ramplona demagogia de AMLO todavía encandila a sus compatriotas y le otorga una increíble aprobación muy alta. ¡Bueno, finalmente cada país tiene lo que se merece!

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