DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin

“Las personas solo mueren cuando son olvidadas”.

Hace poco un amigo perdió a su hija. Imagino el dolor insoportable y la decepción que sobreviene al mismo dolor. Y de verdad sé que no hay palabras que puedan curar en este momento. Hay heridas que duelen para siempre.

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Eso me hizo buscar respuestas a preguntas hacia las cuales todos tenemos distintas visiones. Entonces recordé algo que había escrito en una circunstancia parecida hace años.

¿Qué es la muerte? ¿Qué es la vida? ¿A dónde vamos?

Desde siempre nos hacemos las mismas preguntas, y cada cual tiene sus propias respuestas. La percepción que sentimos de estos temas en realidad son muy personales, y en todas hay una mezcla de dolor, decepción, ternura, amor y, al final, resignación. Pero todos tomamos la muerte de maneras diferentes.

Yo, por ejemplo, pienso que la vida y la muerte son un mismo viaje. La muerte no es como la percibimos, solo es el nombre de un proceso, porque no es más que el paso a otra dimensión. Hay un cielo infinito y es el destino del viaje.

Me imagino que buenos, malos, creyentes y no creyentes, terminamos en el mismo lugar. Un lugar donde todos nos volvemos iguales y sentimos lo mismo. Por eso el Universo es infinito. Para que entremos todos, sin distinción, sin prejuicios, sin miedo.

La tierra, el mundo, es solo la sala donde hacemos la penitencia, cada cual a su manera. Una escala en un viaje infinito. Siempre vuelve a comenzar, y con cada comienzo nos acercamos a la parada final.

Por eso la “muerte” solo es un nombre que le damos a algo. Y duele, claro que duele. Es parte del proceso. Es parte de las pruebas para llegar al cielo.

Puede que en el camino vayamos ganando, perdiendo, encontrando, dejando. Pero cuando lleguemos a destino vamos a darnos cuenta que lo más importante no son las cosas que conquistamos, sino las que llevamos en el corazón. Si está cargado de buenos recuerdos, habrá valido la pena.

Al final no tenemos nada, solo lo que dejamos en las personas que amamos y los lugares a los que viajamos.

Les dejo una parte de una poesía que me gusta mucho y que relata otra percepción de la muerte muy parecida a lo que siento yo, es del escritor colombiano Antonio Muñoz Feijoo:

No son los muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de su tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía.

No son los muertos, no, los que reciben rayos de luz en sus despojos yertos, los que mueren con honra son los vivos, los que viven sin honra son los muertos.

La vida no es la vida que vivimos, la vida es el honor, es el recuerdo.

Por eso hay muertos que en el mundo viven, y hombres que viven en el mundo muertos.

Hoy podés llorar por alguien que se fue, pero en un tiempo te vas a dar cuenta que el dolor es solo parte de la celebración, de haber conocido a alguien que con sus errores y aciertos dejó lindos recuerdos… lo demás pasa por seguir viviendo, hasta el reencuentro.

Pero esa, es otra historia.

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