Faltan 13 días para las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) en la Argentina. Será la primera estación en la que se detendrá el ejercicio profesional de la política hasta el 14 de noviembre cuando, finalmente, el voto popular renueve la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la de Senadores. En las primeras horas del amanecer del día siguiente se podrá proyectar cuál será el destino del proyecto político de Cristina Fernández, ex presidenta 2007 – 2015 y actual vicepresidenta. Las reformas del Poder Judicial, del Ministerio Público, de la Corte Suprema de Justicia y, por qué no, de la mismísima Constitución Nacional, podrían quedar estancados para siempre. No es un tema menor. Los sueños presidenciales de Axel Kicillof, actual gobernador de la provincia de Buenos Aires o del diputado Máximo Kirchner, también podrían demorarse.

Las encuestas, cuyas verdades se ocultan bajo siete llaves y solo se encuentran a disposición de quiénes las compran, según coincidentes informaciones que dejan trascender relevantes voceros oficiales cuyas identidades exigen queden en reserva, parecen ser decepcionantes. Aun así, esos mismos portavoces y algunos otros que se agregan en la ronda de consultas, insisten en destacar que “vamos a ganar. Por muy poco, pero ganaremos”. Con prudencia, otros peronistas consultados por este corresponsal sobre el eventual resultado electoral, responden que “si ganamos será un triunfo tan amargo como escaso”.

Detallan también que “con la economía destrozada, con el aparato productivo en baja, con la emisión monetaria creciente en forma desmesurada, con atraso cambiario, con precios controlados que, pese a ello, no dejan de aumentar, con las tarifas de los servicios públicos congeladas, con atraso cambiario, con un dólar oficial a $ 102,75 por unidad mientras que el ilegal, blue o como quieran llamarlo se transa a $ 182, no se puede esperar un triunfo arrollador”. La pandemia de Sars-Cov-2, por su parte, aporta tragedia a las evaluaciones que argentinas y argentinos realizan para definir por quién votar. Hasta las primeras horas de la tarde de ayer, la luctuosa estadística da cuenta de 111 mil 324 fallecimientos y 5 millones 171 mil 458 contagios.

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En ese contexto, el plan de vacunación revela que 17 millones 236 mil 507 personas no recibieron todavía ninguna dosis de vacuna alguna para evitar al coronavirus. En las calles de todo el país se percibe desazón. Las empresas consultoras que miden el humor social, estiman que “podría ser muy baja la concurrencia a votar”. Históricamente, para elecciones parlamentarias, como ocurrirá este año, no concurre mucho más del 70% del total del padrón. Añaden que, “es muy elevado el número de personas que responde ‘no’ saber a quién van a votar o que lo harán en blanco”. Pese a todo, cuando promediaba la semana que pasó, el ministro de Hábitat, Jorge Ferraresi, tal vez, el más kirchnerista de todo el Gabinete Nacional, lanzó la reelección del presidente Alberto Fernández en el 2023.

Algunos gobernadores lo siguieron en ese lanzamiento sorpresivo. Mucho más cuando, por primera vez, Alberto F supera a Cristina F en imagen negativa y se ubica cerca de superar también al ex presidente Mauricio Macri (2015-2019). Las oposiciones tampoco van por buen camino. Las expresiones de campaña que emiten no aportan más que desconcierto. No hay propuestas a la vista. Parecería que solo discuten entre ellos y ellas para asegurarse una poltrona de poder en el Congreso Nacional. La apatía se extiende tanto entre quienes quieren ver derrotado al oficialismo como entre quienes quieren verlo ganador.

A tal punto que, en la noche de ayer, opositores y opositoras –especialmente del Frente Juntos– celebraron hasta tarde la reelección del gobernador de la provincia de Corrientes, Gustavo Valdez proyectándolo al plano nacional como si fuera un dato premonitorio de cara a las PASO. Sobre 34 millones 332 mil 992 electores habilitados para votar en los comicios nacionales, ese estado provincial, solo aporta 894 mil 376 votantes. El 2,6% del total. Demasiada celebración para tan poca cosa. ¿Puede marcar tendencia? “No, para nada”, respondieron varios consultores que, sin embargo, aportaron un dato relevante que podría ser de utilidad para mensurar la apatía social respecto de la actividad política.

“Cuando hacemos encuestas telefónicas de cada 100 llamadas, en el mejor de los casos, son 2 las personas que responden”. Los y las estrategas electorales del oficialismo, aunque no lo admiten públicamente, esa información la siguen con particular atención. Imaginan que pueden beneficiarse si la concurrencia a las urnas en baja. ¿Será así? Por si la respuesta fuera positiva, dos encumbrados dirigentes oficialistas de acceso cotidiano al despacho presidencial, coincidieron en dejar trascender que “cuando se conozcan los resultados de las PASO se verá claramente que ganamos a la oposición y a los medios”. Optimismo al palo. Faltan 13 días.

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