• POR RICARDO RIVAS
  • Corresponsal en Argentina
  • Twitter: @RtrivasRivas

El presidente Alberto Fernández y la vice­presidenta Cristina Fernández, desde cuando promediaba la semana que pasó, se encuentran casi con el mismo nivel de imagen positiva en la consideración de la opinión pública. Alberto, 38,3%. Cristina, 36,3%. En ambos casos, la percepción negativa se ubica en torno del 55%. La difusión del cum­pleaños (in)feliz de la primera dama, Fabiola Yáñez, a partir de que se conocieron las fotos de aquella reunión social en la Residencia Presidencial de Olivos, operó como un verda­dero tsunami.

Tiene sentido la bronca pública, la fiesta inolvida­ble se concretó, donde habita el poder político de turno, cuando 45 millones de per­sonas, por la emergencia sani­taria para enfrentar la pande­mia de SARS-CoV-2, estaban obligadas a cumplir –so pena de cárcel o enormes multas– con el aislamiento social pre­ventivo y obligatorio (ASPO) decretado por el esposo de la cumpleañera. Los daños, por lo menos hasta hoy, son graves, cuando faltan 20 días para las elecciones primarias abiertas simultáneas y obli­gatorias (PASO), que se rea­lizarán el venidero 12 de sep­tiembre.

En la coalición de gobierno, el Frente de Todos (FDT), en todos los niveles, hay preo­cupación, tensiones, peleas y enfrentamientos. Cuando el gobierno apenas se recupe­raba del sórdido episodio que se conoció como “el vacuna­torio VIP”, en marzo pasado, cuando se supo, a través del periodismo, de la existencia de una oficina en el Ministe­rio de Salud que lideraba el ex ministro Ginés Gonzáles García, en donde se vacu­naban contra el coronavi­rus ricos y famosos, esta­lló el nuevo escándalo de la fiesta inolvidable. “Increí­ble. No somos el gobierno del pato rengo porque toda­vía nos quedan dos años por delante. Somos el gobierno del pato criollo. A cada paso una cagada”, respondió a este corresponsal un encumbrado dirigente oficialista que, por razones obvias, demandó preservar su identidad.

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En un intento por acotar la sangría y controlar los daños, los y las estrategas del oficia­lismo gobernante difundie­ron más imágenes del cum­pleaños de la señora Fabiola a través del canal 7 de tele­visión, al que se suele men­cionar como “televisión pública”. No sirvió de mucho. Como tampoco fue efectivo organizar un par de actos de campaña junto con Cris­tina. La segunda al mando fue implacable con el presi­dente. Durísima. En el borde mismo de la irrespetuosidad con la investidura propia y la de Alberto. A tal punto que, en algunos países, limítrofes en general, pero también en otros más lejanos si se atiende a los poco más de 10 mil kiló­metros que separan a Buenos Aires, Argentina de Madrid, España, las desavenencias comentadas se siguen como una saga televisiva.

De hecho, cinco días atrás, diario español El Mundo, no sin ironía fue a fondo. “Los guionistas de House of Cards mueren de envidia ante lo que sucede en estos días en el sur del planeta, en Buenos Aires. Un gobierno contra las cuer­das por la difusión de fotos de una fiesta clandestina del pre­sidente y su pareja en pleno confinamiento por la pan­demia, ese mismo gobierno que decide doblar la apuesta y difundir videos de esa fiesta… en la televisión pública. Y una vicepresidenta que alecciona a la vista de todos al presi­dente mientras la justicia entra en acción y el ‘efecto desbandada’ late en el oficia­lismo gobernante”, consignó.

Sin embargo, a la hora de parangonar, estas situaciones se alejan de aventuras imagi­narias de los corruptos Frank y Claire Underwood y se acer­can mucho más a los guio­nes cinematográficos de Mel Brooks o a “Desde el jardín”, el anteúltimo trabajo de Peter Sellers basado en una novela de Jerzy Kosinski. Pero, esto, no es cine. Tampoco un sai­nete ni un vodevil de fines del siglo 19 y las primeras 3 déca­das del 20. Es la Argentina de hoy. Con poco más de 42% de pobreza. Con más del 70% de los niños y niñas de la provincia de Buenos Aires pobres. Con algo más de 5% de indigencia. Hasta el mediodía de ayer, con 17,8 millones de personas sin ninguna dosis de vacuna contra el coronavirus. Con 5,13 millo­nes de infectados con el Sars-Cov-2. Con la inflación que en siete meses creció 29,3% y que, anualizada –en los últimos 12 meses– escaló por encima del 50%. Con 1 de cada 4 alumnos de escuelas primarias en los barrios populares que deja­ron de cursar durante 2020. Con 1 de cada 10 estudiantes que piensan en no retomar la escolaridad. Con el 40% de la fuerza laboral en negro –en el sistema informal– y, en con­secuencia, sin aportes jubila­torios ni salud. Son solo algu­nos datos.

Pese a ellos, los unos y los otros; las unas y las otras, tanto de la coalición de gobierno como de las oposi­ciones, de cara a las eleccio­nes de medio tiempo, poco proponen. Pareciera que solo los y las preocupa asegurarse una silla de magro poder real y buenos ingresos. Mientras 7 de cada 10 personas, en este país, “creen que la economía no va bien” y, 6 de cada 10, considera que “la econo­mía será peor en los próxi­mos meses”, según reporta Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit. Así las cosas, cuando faltan 20 días PASO, tal vez por los datos y las actitudes mencionadas, no se percibe aun en las calles clima elec­toral. En algunas encuestas crece el indicador de quie­nes por estos días dicen que “no” concurrirán a votar; que lo harán “en blanco”; o, que “no” saben por quién lo harán. Pese a ello, coinci­dentes portavoces del ofi­cialismo, que no quieren ser mencionados, aseguran que “pase lo que pase en las elec­ciones” ya sea “un triunfo amargo [ganar por muy poco en la cantidad de votos] o una derrota que, por ahora, no parece posible, después de conocer los resultados habrá cambios profundos en el gabinete nacional”.

¿Eso qué significa?, con­sultó este corresponsal. La respuesta fue clara: “Cris­tina intervendrá con mano dura en el gobierno. Algu­nos ministros tendrán que irse y el presidente tendrá que aceptar porque, hasta ahora, su gestión no es efectiva ni eficiente”. Con precisión agregan las y los consultados: “Si ganamos, ganamos todos. Si perde­mos, pierde Alberto”. Meses atrás, un peronista de cinco décadas, el embajador Juan Pablo Lohlé, ante una con­sulta parecida, respondió: “Alberto y Cristina van sobre dos mulas que van ata­das con una soga entre ellas. Si alguna desbarranca, las dos caerán al precipicio”.

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