Que cese el fuego inmisericorde es la expresión con la que Mauricio Espínola, secretario del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, pidió que paren las críticas a este Gobierno desgastado por la imperante corrupción en todos los ámbitos.

La frase utilizada por Mauricio, quien intentó sacar ventaja de la coyuntura política, quedará en la historia, en el recuerdo, principalmente de los que vivimos denunciando la corrupción mediante la investigación periodística plenamente documentada, con evidencias. Su intervención en el último encuentro político en Misiones fue para pedir silencio, censura de lo que no le favorece a este Gobierno.

El secretario del Presidente confundió la operación “cicatriz”, pero confundió aún más su rol de funcionario público, evidentemente este señor a quien le pagamos un salario mensual global de G. 12,8 millones no tiene idea del compromiso que asume un servidor del Estado al ocupar un cargo.

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Con un discurso oportunista de “unidad” intentó ablandar la postura de un grupo de comunicación, un mensaje de censura que detrás priva a la ciudadanía de su derecho a informarse.

Mauricio, como algunos altos funcionarios públicos, principalmente aquellos que rodean a un mandatario además de la galopante ignorancia que evidencian padecer, caen en el delirio de grandeza de querer digitar los procesos políticos en beneficio de sus intereses particulares. El pedido de “cese de fuego” que realizó el funcionario no fue a favor de los adherentes ni la ciudadanía, es el recurso de censura para cuidar las espaldas de sus jefes que están en el poder, sacudidos continuamente por denuncias de irregularidades.

El leal del Presidente pide cese de fuego, no se da cuenta que este Gobierno hace rato está quemado. El país está en llamas y no solo ahora por los 11 mil focos de incendio, sigue en llamas por las denuncias de corrupción que se arrastran.

La gente no olvida que faltaron insumos, camas y medicamentos en momentos más críticos de la pandemia. Las vacunas que pudieron haberse adquirido con mayor urgencia, las licitaciones amañadas en Salud Pública y en medio de estas los hombres del Presidente haciendo de lobistas.

Las compras de aguas tónicas de oro de la vehementemente defendida en su momento, Patricia Samudio; los tapabocas de oro de Édgar “Beto” Melgarejo, el amañado y secreto acuerdo para hacer pagar al Estado US$ 7 millones, firmado por el actual presidente de Petropar, Denis Lichi, escándalo que hizo correr del Estado al ex procurador Sergio Coscia. El festín de US$ 10 millones en el MOPC en consultoría con la administración de Arnoldo Wiens, o su puente de ñanduti “de oro”; el amigo Juan Ernesto Villamayor y las comisarías móviles “de oro”, son solo algunos de los eventos que incendiaron el gobierno de Mario Abdo Benítez.

Entonces, ¿qué cese de fuego puede pedir a la prensa el secretario del Presidente? El Gobierno es el que debe apagar los incendios generados bajo su administración por desidia y sospechas de corrupción. Así que, si no es improcedente, Mauricio Espínola pida a sus jefes que cesen el fuego inmisericorde que calcina el presente y el futuro de este sufrido país.

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