Prácticamente desde finales de abril del 2018 el presidente Marito lo tenía todo para volar, pero pateó el tablero y fue castigado por las plagas en tres años muy grises. La herencia económica que dejó el cartismo fue la mejor que gobierno alguno haya recibido en tiempos democráticos desde febrero de 1989.

Quizás comparable desde cierto punto de vista con la que dejó el presidente Nicanor en el 2008. Veamos: Buen ritmo de crecimiento económico sin años de caída económica o recesión (hubo continuidad positiva): 5,3% (2014), 3% (2015), 4,3% (2016), 4,8% (2017) y 3,2% (2018). Hasta mayo del 2018 muy alto nivel de marcha económica con un ritmo del 5,7% anual en términos de la producción (Imaep/BCP) y en ventas 7,5% (ECN/ BCP).

Pero hay desaceleración a partir de entonces por la crisis económica contagiosa en Argentina, una transición lenta, desordenada y poco definida, con excesiva demora en la conformación del gabinete, con notorio descenso en su calidad. Se sumó una lenta continuidad del paquete de las obras y ejecución de los proyectos del cartismo, se puso en duda, hubo rechazos, por la mala actitud de Marito de envidia y revanchismo y un aire de triunfalismo como futuro fácil “tercer reconstructor”, dada su admiración por el estronismo. Para peor se perdieron casi 6 meses desde el 15 agosto del 2018 para arrancar, sin contar el tiempo de pobre cogobierno a partir de finales de abril del 2018, en el que ya era el dueño de la pelota en una cancha muy favorable.

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Recibió US$ 4.000 millones de dólares (casi 10% del PIB) en recursos financieros para continuar las obras públicas e iniciar rápidamente otras. Jamás había ocurrido esto. Tenía dinero en la mano, no tenía que salir a buscar, y nada que esperar. Era simple cuestión de continuidad, acelerar, concretar, y la economía hubiera tenido más fuerza y margen de maniobras para enfrentar mejor las plagas que Marito atrajo y sufrió: sequía e inundación en el 2019, pandemia en el 2020-21, con una menor cosecha de soja a la esperada este año, aunque con el viento a favor de buenos precios internacionales de lo que exportamos. Un ejemplo: la ministra de Hacienda de entonces, Lea Giménez, en la primera semana de diciembre del 2017, en Quito, Ecuador, consiguió de la Corporación Andina de Fomento (CAF) US$ 670 millones en préstamos.

Y a poco de iniciarse el 2018 colocó bonos soberanos en el exterior por US$ 530 millones, haciendo un total de US$ 1.200 millones. Se dejó un bajo nivel de déficit fiscal según los términos de la Ley de Responsabilidad Fiscal puesta en marcha. El promedio de déficit fiscal fue del -1,1% (2014-2018). Récord de recaudación de impuestos (2018), récord de obras públicas, hasta ese entonces, habiendo recibido una caja vacía, y el menor nivel de aumento de sueldos públicos para equilibrar las cuentas (2016: 0%), algo que no ocurría desde prácticamente 1970. Buenas emisiones de bonos soberanos, con mejora en la calificación riesgo-país: US$ 2.910 millones.

Alto reconocimiento público de la muy buena herencia económica recibida por parte del ministro de Hacienda Benigno López en el acto de asunción al cargo el 16 agosto y fuerte agradecimiento a los jefes económicos que se iban. También inédito. Y la continuidad de gran parte del mismo equipo en Hacienda. Un Banco Central muy profesional e independiente. Suba fuerte en el nivel de endeudamiento: US$ 3.867 millones, +93% (de 10,9% a 19,8% del PIB).

El país que hoy tenemos: Tres años económicos grises con desaceleración ya en el 2018 (parte), dos años continuos de recesión o caída económica -0,4% (2019), -0,6% (2020), y principio de recuperación 4,5% a partir de este año. El PIB por habitante sería hoy 10% menor al del 2018 (-US$ 535 millones). Monto: US$ 5.234. Nivel de recaudación de impuestos aún por debajo del 2018. Suba de la pobreza y miseria, del desempleo y subempleo, precarización laboral, de la desigualdad social y un fuertísimo descenso en la calidad de vida con pérdida de la riqueza y capital (propiedades, negocios).

En gran parte por la pandemia, que ha dolido más por la debilidad económica que arrastrábamos. Fuerte nivel del endeudamiento: US$ +5.069 millones, +63% (de 19,8% a 34,3% del PIB). Buena emisión de bonos soberanos en el exterior US$ 2.776 millones. Fuerte suba del déficit fiscal (en términos del PIB): -1,7% (2018), -2,9% (2019), -6,1% (2020) y -4% (2021). El agujero fue de US$ -1.123 millones (2019), US$ -2.220 millones (2020) y US$ -1.539 millones (2021). A favor: La reforma impositiva del 2019. Está pendiente nueva ley de mejora de compras públicas (Senado). No pasó la creación de la superintendencia del sistema de jubilaciones y pensiones. Está en largo estudio parlamentario la Ley de Responsabilidad Fiscal 2.0.

El uso de la palanca de las obras públicas para estimular la economía en el 2º semestre del 2019 y todo el 2020 (en realidad el campo nos salvó y continúa haciéndolo), pero en el 2021 Marito no priorizó la salud y no sacrificó obras. Un kilómetro de ruta más=un muerto más. Mantenimiento de la calificación riesgo-país. El dólar no se disparó, con récord de reservas internacionales (US$ 10.200 millones). Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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