- Por Juan Carlos Zárate
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Los niveles de productividad que podamos alcanzar dependen del momento y también de otros factores intrínsecos y extrínsecos.
Si intentáramos hacer ahora algo en lo que no podamos progresar podría convertirse en una pérdida de tiempo y energía que solo estaría contribuyendo para aumentar nuestros niveles de ansiedad por intentar hacer lo que deberíamos o lo que pretendemos en ese momento, pero que al final resulta inadecuado.
La inspiración y la energía varían según nuestro estado de ánimo y el momento del día, de igual forma son diferentes las dificultades y los objetivos, tareas y metas a los que nos abocamos dentro de nuestras empresas.
Siempre resulta recomendable ajustar la duración de las sesiones de trabajo que mejor se adapten a nuestros niveles de predisposición y a lo que pretendemos lograr.
La distancia entre esfuerzo, descanso y recompensa deberían observar un razonable punto de inflexión.
Una buena planificación previa de nuestras sesiones de trabajo podría contribuir a la mejora de la productividad cualitativa y cuantitativamente.
Hay personas que prefieren dedicar a tareas específicas un par de horas seguidas o, incluso más, de forma continua, mientras que a otras les dan mejores resultados hacerlos en intervalos de períodos más cortos.
La duración de las tareas que te propongas guarda íntima interrelación con la complejidad y el esfuerzo físico que los pudieran requerir.
Aquí lo más importante es que sepamos hacer un buen uso de nuestro tiempo, asignando a cada una de las tareas los niveles de importancia y atención que requieran, de tal forma a que podamos trabajar ordenadamente sin descuidar las otras obligaciones que también forman parte de nuestras responsabilidades asumidas dentro de la organización.
Las pausas frecuentes mejoran la agilidad mental. La duración de los intervalos deben ajustarse en función del tipo de tarea y del estilo del profesional.
Siempre es bueno poder encontrar las actividades que te permitan descansar y relajarte unos minutos y que te reporten las recompensas adecuadas a tus esfuerzos.
Cuanto mejor y más tiempo lo hayas dedicado a tu trabajo, las pausas deberían ser mayores a fin de reponer energía al cuerpo y a nuestra mente.
Como profesional que somos es bueno es bueno que podamos ajustar el tamaño y la complejidad de las tareas dividiéndolas de manera que puedan nos mucho más accesibles y manejables.
No existe una receta o solución mágica a todo esto. Cada uno de nosotros debería poder encontrar la metodología de trabajo que le resulte más productiva y conveniente y que nos permitan encontrar el punto de equilibrio que mejor se adecue a nuestras necesidades.
Lo importante es que podamos lograr los objetivos que nos propongamos en tiempo y forma.
Si tu manera de organizar las tareas te los permiten mostrar claramente cuáles serían tus prioridades te ayudarán a la prevención de las potenciales dudas, pensamientos y actividades que te podrían alejar de los objetivos primarios a los que deberías de prestar toda tu atención y ser lo más productivo, eficiente y eficaz posible.
Ser productivo en tu empresa o en cualquier proyecto desde una perspectiva estratégica es hacer lo que tienes que hacer y no hacer lo que no tienes que hacer. Así de simple.
La peor improductividad es dedicar esfuerzo y tiempo a hacer bien algo que ni siquiera deberíamos estar haciendo.
Muchos de nosotros seguimos teniendo la falsa creencia de que si nos pasamos 10 a 12 horas en la oficina todos los días vamos a ser más productivos y no nos damos cuenta de que una parte del día nos pasamos revisando nuestros correos, escribiendo mensajes o atender temas diversos del día a día muchos de ellos sin reportarnos mucho beneficio.
Podes trabajar 5 o 6 horas por día y ser mucho más productivo, siempre y cuando tengas una hoja de ruta bien definida, orientada a objetivos claros que pretendas lograr. Así de simple.