DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

Hidalgo es un tipo común, un hombre trabajador y sacrificado. Es constructor. Durante la pandemia, su ramo, como tantos otros, entró en un letargo devastador. Sin trabajo, y con pocas chances de que la cosa mejore, aguantó como pudo y le hizo frente a la crisis como tantos otros.

No cobró subsidios del Estado ni sacó préstamos para sobrevivir. Y, ¿cómo hiciste?, le suelo preguntar, “lo que hizo la mayoría, alguna que otra changa que me permita que en la casa no falte el pan. No todos los días lo logré, pero supongo que a todos nos pasó”, me suele decir resignado.

Les cuento la pequeña historia de Hidalgo porque es la que muchos sufren en carne propia, aún hoy cuando la situación parece que podría comenzar a mejorar.

Y en este contexto, cientos de campesinos de todo el país llegan al microcentro capitalino para reclamar la implementación de una ley que contempla la transferencia de alrededor de 16 millones de dólares para la recuperación de la agricultura familiar.

Dinero que sabemos cómo termina. Generalmente, en manos de poderosos dirigentes de dudosa reputación y poco sentido de solidaridad. Sin contar que llevan años investigados por una escurridiza Justicia.

Y como dicen que para muestra basta un botón, te voy a refrescar el caso de Jorge Galeano.

Este hombre es el líder del Movimiento Agrario Popular y uno de los principales referentes de la Coordinadora Nacional Intersectorial, que aglutina a varios sectores campesinos. Son conocidos por ser violentos en cada marcha. Pero Jorge Galeano no es campesino. O sea, es un campesino ideológico, pero no un campesino de tierra adentro.

Contrario al estilo de vida de la mayoría de las personas a las que representa, Galeano ostenta una imponente residencia en Capiatá, en el barrio Panchito López, y claro, no se maneja a caballo, sino que tiene dos lujosos vehículos inscriptos a su nombre.

No lo digo yo. Según sus vecinos, Galeano vive en la confortable casa y no se dedica a la agricultura. Incluso, y ahora de seguro te van a cerrar varias cosas, fue funcionario de la Cámara de Senadores durante la presidencia de Fernando Lugo.

El líder campesino de la extrema izquierda es conocido por su agresividad y prepotencia, y su principal cualidad es generar desestabilización.

Pero el currículum de este sufrido “campesino” revela aún más de él. Galeano se desempeñó como secretario del senador Sixto Pereira por cuatro años, fue denunciado por coacción grave e invasión de inmueble en el año 2005 y sobreseído en una investigación de homicidio doloso en el 2009.

Incluso, el polémico dirigente participó de una reunión en el 2004 con miembros del EPP, junto con el diputado José “Pakova” Ledesma y Sixto Pereira, en Caaguazú, poco antes del secuestro de Cecilia Cubas. Son conocidos sus fuertes vínculos con el Frente Guasu.

Hay más, pero creo que no hace falta.

Mi crítica no va al campesinado. A ellos les toca dejar a sus familias para venir a manifestarse. Nada más. De las reivindicaciones que consigan, en la práctica, les van a tocar migajas.

Hidalgo y Galeano son las dos caras visibles de este país. Una cara es la que conocemos y vivimos los que trabajamos honestamente. La cara del trabajo que mueve el país con su sacrificio. Pero a la que el Gobierno no reconoce. Es la cara curtida por el sol, las manos callosas y el sudor.

La otra es la de Galeano. Ambas tienen algo en común. Una construye esperanza, la otra construye mentiras y se lleva el dinero de todos.

Pero claro, esa es otra historia.

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