“La primera actitud del hombre ante el lenguaje fue la confianza: El signo y el objeto representado eran lo mismo”, enseñaba Octavio Paz. Esto le generó la posibilidad de interactuar abiertamente con los demás. El ser humano construye su mundo y en esa elaboración la comunicación es vital. Para ello goza de la capacidad propia para expresar pensamientos y sentimientos por medio de la palabra. Se involucra socialmente utilizando un sistema de símbolos que permiten el acercamiento entre quienes lo practican. Para Paz (1914-1998), premio Nobel de Literatura en 1990, “la palabra es el hombre mismo, sin ella, es inasible. El hombre es un ser de palabras”.

La certeza de querer expresar un sentimiento necesita del otro para poder ser realizada. Es inevitable la presencia del prójimo y esa real apreciación es indispensable para concretar el acto de comunicar. Las palabras posibilitan la activación de la disposición a atender y entender lo que se está expresando. Y estas notables virtudes humanas fluyen espontáneamente cuando se respetan quienes se comunican.

Fue el poeta Octavio Paz quien escribió: “Al cabo de los siglos los hombres advirtieron que entre las cosas y sus nombres se abría un abismo”. ¿Por qué tan gigantesca afirmación?, porque apareció el poder discrecional en su máxima expresión y unos le daban arbitrariamente un significado a lo que veían, escuchaban o leían, y otros le otorgaban una representación absolutamente diferente. Fue entonces donde apareció la desconfianza, dada la desigual interpretación en las relaciones abstractas que se emitían entre una cosa, un hecho o una expresión y los alcances que se les daba.

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Y si el hombre es un ser de palabras, ¿dónde hay que recurrir para lograr la comprensión correcta del uso de las mismas?

Es la semántica lingüística la que estudia el significado de las palabras del lenguaje. Lo semántico alude al significado, sentido o interpretación de signos lingüísticos como símbolos, palabras, expresiones o representaciones formales. La semántica tiene distintos puntos de vista para ser estudiada. Uno es la lingüística que analiza los mecanismos mentales por el cual las personas atribuyen significados a las expresiones. Otro es el de la semántica lógica, que estudia la relación entre el signo lingüístico y la realidad. Como también existe la semántica en ciencias cognitivas, que se encarga de estudiar el mecanismo psíquico que se establece entre hablante y oyente durante el proceso de comunicación.

Todas las semánticas deben ser difundidas, todas aprendidas, todas compartidas, todas puestas al alcance de cada vida. Son necesarias, son elementales para crear permanentemente espacios de convivencia en donde se pueda comprender lo que cada uno quiere decir.

Hay que estimular los vínculos sociales y para ello hay que pregonar el valor de las palabras, el respeto por su adecuado uso. Así se podrá disminuir, lenta aunque progresivamente, el abismo que manifestó Paz. Y al mismo tiempo, se cultivará la transparencia de los dichos, de la intencionalidad de las acciones y la coherencia de los comportamientos.

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