• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • columnista

Con las palabras del título describía el Dr. Sequera, director de Vigilancia de la Salud, la situación epidemiológica o sanitaria del país, a raíz de la pandemia nuestra de cada día.

En realidad, es una buena descripción, no solo de la situación sanitaria, sino de la situación general del país. Estamos en el horno, y tal como lo viene comprobando, en reiteradas ocasiones, uno de los arquitectos, seguramente el más aplicado de todos, de este desastre, el sopapeado y escrachado ex jefe de gabinete y monje negro de este oscuro gobierno, Juan Ernesto Villamayor.

La gente está podrida de la pandemia, como en el 90% del planeta, y de nuestros gobernantes y su equipo de demolición, en el 99,9% de nuestro país. La situación económica es lamentable, culpa de la pandemia, pero también del Gobierno inútil, con sus gavillas de aves rapaces, o más bien carroñeras, que dan vuelta sobre el cuerpo agonizante de la República para comerse los restos. El agujero presupuestario es feroz, de dimensiones nunca antes vistas y las soluciones no son fáciles.

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El Gobierno, su pretexto de no perder “el apoyo” del funcionariado público, cosa que muy probablemente ya perdió hace tiempo, porque los funcionarios, por más de que cobren sus salarios al día, también sufren la pandemia y el pésimo manejo de la misma por parte de su “líder”, no se anima a tocar los beneficios injustos que cobran miles de ellos, en contraste con los trabajadores del sector privado, que son los que a la postre pagan eso, con sus impuestos. También es claro que las familias completas, amigos, amantes y cupos políticos de todos los sectores y todos los partidos no serán “perjudicados” por sus propios padrinos, con recorte de beneficios, viáticos o simplemente rajando a los planilleros.

Ya en plena pandemia, con las arcas públicas vacías por la falta de recaudación, el Gobierno, con la venia del Congreso, metió mano a los denominados “fondos para pandemia”, los famosos 1.600 millones de dólares, para seguir pagando al día a los funcionarios con todos los beneficios. Es decir, usó un préstamo que nos vendieron que era para reforzar el sector salud y cubrir las necesidades básicas de la población, para que algún “afortunado” tipo el marido de Chuky o la familia de Salyn cobre su bonificación por asistencia, su viático, su seguro médico privado, su ayuda escolar, su bono almuerzo o su apoyo para pago de Ande, dependiendo de dónde le toque estar sentando sus reales.

El horno no está para bollos, el horno está por explotar, al máximo, y parece que el señor Presidente cree que podemos seguir aguantando que él se pase inaugurando cajeros automáticos, chutando penales, o que Juan Ernesto vaya y venga a Miami en clase ejecutiva con nuestra plata. Que alguien le haga ver el termómetro o mejor que lo despierte de su larga siesta.

Etiquetas: #horno#Sequera

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