Como directivo que eres, deberías saber apoyar en tiempo y forma a los que forman parte de tu equipo de trabajo. Así tendrás muchas posibilidades de que los mismos a través de una mayor motivación puedan contribuir más activamente en lo que están haciendo, que apunten a cumplir y lograr de la mejor manera posible los objetivos institucionales.

¿Cuántas veces tenemos subordinados que vemos que están haciendo un buen trabajo, pero sin embargo no se los decimos, pues creemos que forma parte de su obligación?

Craso error. Cuando lo reconocemos se da de por medio un valor intangible inconmensurable, que él o ella lo apreciará en su real magnitud y nosotros podremos esperar que sigan esforzándose para poder realizar buenos trabajos, pues a veces no le damos mucha importancia, pero una palmadita a la espalda de vez en cuando dice mucho de nosotros como persona y como jefes, pues se nota que hacemos un buen uso de nuestra inteligencia asertiva interpersonal y empatía.

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Qué mejor que también los otros miembros de la organización puedan enterarse a través de algún medio de que Pedro o Ana han sido congratulados por la dirección de la empresa por la calidad del trabajo realizado, lo cual constituye una compensación no monetaria importante, que los acicatea para que sigan dando todo de sí, y al mismo tiempo que puedan ver que sus jefes los están monitoreando de cerca, ensalzándolos y motivándolos.

Es importante para los funcionarios que sepan por qué sus jefes le están dando las gracias, y que hagan notar la contribución efectiva que están aportando a la compañía a través de sus recomendaciones e inquietudes.

Independientemente de que dentro de las empresas también existen personas que por su carácter introvertido prefieren pasar casi desapercibidos, en su gran mayoría a los demás les gusta que se los reconozca públicamente un trabajo bien realizado.

Otra de las falencias que se observan a menudo en los jefes o supervisores es que no les dan a sus subordinados un feedback regular en tiempo y forma, de manera a que pueda visualizar lo que viene haciendo bien y todo aquello en lo que precisa mejorar.

A pesar de que estamos en un nuevo siglo, en donde la tecnología está a la orden del día y también la capacidad innovativa y creativa, se dan aún muchas situaciones en que a Pepito o a Adriana nunca les han dado una retroalimentación efectiva y zas un día de Talento Humano les llaman para decirle que lamentan mucho, pero dado que no están llenando las expectativas de la empresa se verán en la necesidad de prescindir de sus servicios y resulta que nunca se les dio a retroalimentación para que pudieran reaccionar a tiempo y corregir sus errores.

En el siglo XX, en que la casi totalidad de las empresas tenían una estructura organizacional verticalista, en la que eran 3 o a lo sumo 4 personas las que acumulaban para sí el poder de decisión, hoy día todo ha cambiado y es la horizontalidad dentro de los organigramas lo que prevalecen, y en donde las funciones y responsabilidades fluyen coordinadamente de arriba para abajo en las distintas posiciones.

Los jóvenes de esta generación, si bien reconocen la importancia de poder recibir un nivel de remuneración acorde con la responsabilidad del puesto, también les dan un lugar importante a las compensaciones no monetarias.

Ya no son los mismos jóvenes del siglo XX, en donde eran mucho más conservadores y se mantenían por años dentro de la misma empresa.

La cosa ha cambiado hoy día, y los millenials y los de la generación Z no tienen problemas en cambiar de laburo, aun a costa de percibir un menor nivel de remuneración, si es que encuentran en un sitio la flexibilidad de horario que les permitan poder seguir estudiando, y sobre todo en donde el clima laboral sea positivo, en el que resalten nítidamente el trabajo en equipo y que se les dé su lugar y se los escuche cuando desean hacer sugerencias o recomendaciones. Así de simple.

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