Si como potenciales emprendedores ya tenemos delineados los objetivos y metas a los cuales nos gustarían llegar, pues no debería haber excusas ni motivos para no seguir adelante. Cuántas personas tenemos, incluso extranjeras que deciden venir a nuestro país a iniciar emprendimientos que estaban en sus mentes, y que no los podían llevar adelante teniendo en cuenta la alta presión tributaria en sus países de origen, una excesiva burocracia y la ya alta competencia imperante en sus mercados haciendo un entorno más complicado.

En nuestro país tenemos a muchísimos jóvenes con un chip mental diferente a los baby boomers, en el que el conservadurismo era nuestro ADN característico. ¿Cuántos de ellos tenemos que se incorporan a la empresa familiar de sus progenitores, y al querer poner en práctica métodos de negocios y marketing de avanzada, tropiezan con el famoso dicho de: para que lo vamos a cambiar algo que hasta ahora dio buenos resultados?

Al no estar de acuerdo pues prefieren abrirse camino e iniciar sus propios emprendimientos. Nuestro país pequeño aún en población tiene un buen potencial en muchas áreas en las que los emprendedores podrían insertarse e iniciar la explotación de negocios que bien planificado y coordinado podrían dar buenos resultados.

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¿Y qué mejor que nosotros que somos paraguayos y conocemos nuestro país y la idiosincrasia de nuestra gente, para poder emprender con mayores chances de éxito que un foráneo?

Hasta algunos años atrás el que era dueño de tierras era considerado rico y afortunado, lo cual por sí solo no era suficiente dándose cuenta de que se precisaba de capital, y en este siglo que nos toca vivir además de ello, es el conocimiento el que se ha convertido en la mayor riqueza que puede poseer un ser humano, complementado con pasión y convicción.

Cuántos ejemplos a nivel mundial de personas que se creyeron capaces de emprender dieron rienda suelta a sus conocimientos, habilidades y ganas de salir adelante, como Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg por ejemplo, y hoy día son archimillonarios, salvo Jobs que ya nos dejó, pero que en vida supo amasar una gran fortuna merced al excelente aprovechamiento de sus conocimientos y potencialidades.

Los emprendedores muchas veces para iniciar sus aventuras y sueños hacen uso de sus ahorros acumulados o buscan un partner que los pueda acompañar, pues pretender de entrada encontrar una asistencia crediticia en alguna entidad sería un poco complicado, dado que no tenemos aún nada que mostrar desde el punto de vista cualitativo y mucho menos resultados económico-financieros.

Todos los que hemos tenido la fortuna de concluir nuestros estudios primarios, secundarios y terciarios (este último no excluyente) estamos preparados para emprender lo que consideramos es nuestro fuerte y que lo podríamos llevarlo adelante con chances de éxito. El derecho a soñar y decidir sobre qué emprender y a qué dedicarnos en nuestras vidas para no ser eternamente dependientes de alguien está en nosotros mismos.

Tenemos que ser lo suficientemente proactivos y decididos y no simplemente quedarnos a esperar a que alguien nos tenga que decir qué es lo que tenemos que hacer. Ser reactivo no es un buen aliado. Cualquier tipo de emprendimiento lleva aparejado el factor riesgo, pues en ningún campo podremos decir que el éxito está asegurado de antemano.

Aquel que se decida emprender y ponga pasión en lo que hace día a día, siempre tendrá mejores posibilidades de éxito, pues lo decía sir Winston Churchill: “Muchas veces la actitud es mucho mejor que la aptitud”.

Tenemos que desprendernos de prejuicios y confiar en nuestra capacidad y potencialidad yendo siempre en busca de la excelencia. El único que no se equivoca es aquel que no hace nada. Y es verdad.

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