• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

Estamos en campaña electoral, señoras y señores, por ende, para los políticos en campaña, vale todo. También para los líderes que intentarán meter a sus delfines, término fino para denominar a sus ra’y , ta’yra o sea su gente, en los cargos en juego.

El vale todo implica la mentira, como primer elemento de trabajo, “miente, miente que algo queda”, frase atribuida a Goebbels, Voltaire y a cuanto pasó por ahí usándola, pero pareciera que la frase es más vieja que la mentira.

El establecer quienes son los malos, “ellos” y los buenos, o sea “nosotros” es la primera parte del proceso. “Todo lo que pasa es culpa de los colorados”, porque todos los colorados están en el gobierno, o lo sostienen, y todos son funcionarios y ladrones y estronistas, bla bla bla bla, repiten los “supuestos” opositores, que han sido más funcionales que sus propios correligionarios, a este gobierno perdido, a cambio de favores, prebendas de todo tipo, fatos y claro, cargos, “maravillosos y bien remunerados, zoquetes”.

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Es común en el medio saber que tal diputado liberal no vota contra el Gobierno porque “su empresa hace la limpieza de Itaipú” o que tal senador del Frente Guasu entra por el costado al Palacio con más frecuencia que el sereno para reunirse y conseguir recursos, cargos o lo que sea. Siempre fuera de la ley, sino, ¿qué gracia tiene?

Escuchaba ayer decir a un conocido y reconocido jurista, respetado por la mayoría, y muy, muy lejos de cualquier pacto con el oficialismo, que “es fácil ser oposición con un gobierno desprestigiado, decís cualquier barbaridad sin fundamento y la gente cree”.

Y es verdad, nos pasamos recibiendo fake news, o sea noticias falsas de que “Marito luego se fue a Miami ayer a vacunarse y volvió hoy, y se fue a su penthouse de 20 millones de dólares en el edificio de Donaltram” , y, ¿por qué no creer?, ¿fuente? la fuente de la plaza, pero da gusto creer, y reenviar. Total, podría ser hasta cierto.

Asimismo, es esa oposición, oportunista, que ahora dejó la comodidad de la contemplación y la crítica suave y elíptica, para sin siquiera leer, decirnos que el Ejecutivo plantea una “ley garrote”, “fascista”, “liberticida”, “estronista”, nambre luego, repito, sin siquiera haber leído mucho, ni siquiera un borrador falso que circuló por ahí. Se supone que si vas a opinar sobre un proyecto de ley, encima de tamaña importancia, y sos, justamente, legislador, o sea te pagamos para que te enteres bien y opines, modifiques, apruebes o rechaces, al menos vas a pedir el proyecto que tuvo entrada en el Congreso, leerlo, analizarlo y después podés opinar en los medios lo que te parezca.

Pero no, acá a alguien le llegó un borrador, que no era el proyecto, los delincuentes con teclado y micrófono del ex medio ñembo serio de la calle Yegros, bajaron línea y los paquitos del Congreso, con tal de congraciarse y tener su minuto de gloria, y sumar algún voto incauto, repitieron como loros la “orden emanada” de la chicanera y sus mercenarios. Fantástico.

Ahora que sabemos que el “sesudo” análisis político jurídico que puso en tapa y letras catástrofe la semana pasada el pasquín de los Zuccolillo y del que se colgaron los oportunistas de turno, era basado en un documento apócrifo, donde nada de lo que alertan preocupadísimos es cierto. Los verdaderos entendidos discrepan, como mucho, en si es necesaria o no, pero lejos están del análisis los términos “garrote”, “liberticida”, “estronista” y cosas como esas.

La política y el periodismo serio son difíciles en tiempos donde lo que importa es asaltar el poder para seguir saqueando y eliminando como sea a los enemigos y rivales, sin la menor institucionalidad y menos aún, escrúpulos. Vale todo.

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