Ya no miro las redes. Poco a poco me voy acostumbrando a alejarme de ese mundo virtual que nos acerca a nuestras alegrías, a nuestros logos y nuestras distancias, pero que últimamente dimensionan una tragedia que se veía venir, pero que nos sobrepasó en todos los sentidos.
Lazos negros, despedidas, polladas, pedidos de medicamentos y terapias, nos acercan a nuestra irremediable realidad. Es un tormento.
Mientras nos acostumbramos a los números, estos crecen sin parar y la realidad hace que volvamos a acostumbrarnos una y otra vez. Es como una pesadilla que nos obliga a despertarnos todos los días sobresaltados.
Abril sobrepasó nuestros temores. Este mes ya deja a su paso más de 1.100 muertos. En promedio, más de 60 personas fallecieron por día a consecuencia del virus. En realidad los números serían más altos si se pudiese contabilizar un subregistro que escapa a las cifras oficiales.
Pero fue además un mes (o lo que va de mes) en donde las propias estadísticas se fueron superando por momentos.
Los hospitales colapsaron, faltaron insumos básicos, medicinas y hasta en ocasiones faltó lo vital: oxígeno. Las familias afectadas dejaron sus casas y tuvieron que mudarse a carpas instaladas en los hospitales, desde donde la desesperación se hizo cotidiana, tan cotidiana como la escasez de lo necesario y los malditos números de una tragedia que no deja de crecer.
Pero este enemigo nos desnudó otro Paraguay dentro de Paraguay, como si se tratase de otro mundo dentro de una terrible realidad.
El país de la indolencia y la irresponsabilidad. Por un lado fiestas clandestinas, donde cientos de jóvenes dan rienda suelta a su propia suerte, carreras clandestinas y un sinfín de actividades donde la gente desafía a un enemigo mortal que no tiene apuro y que tampoco discrimina a los que se cuidan o no, a los que tienen dinero o no, a los que le temen o no.
Y por el otro, a una clase política gobernante que no tiene idea de cómo afrontar la realidad y que decreta medidas que nadie cumple porque nadie las hace cumplir.
Y así vamos de mal en peor, preguntándonos ¿quién será el próximo?
No es exagerado, ante esta situación los números no van a bajar. Van a seguir creciendo.
En una nota publicada en este diario la directora médica del Hospital Nacional de Itauguá, Dra. Estela Torres, dijo que esto se va a poner peor y que podemos llegar a 200 muertos por día. 200. Y advertía que el escenario es desgarrador “familias enteras van a desaparecer”.
Es nuestra realidad.
Pese a las promesas que nunca se cumplen, en algún momento las vacunas van a llegar, pero no será inmediato ni nos van a alcanzar a todos.
Hoy, usá tapabocas, lavate las manos, evitá los lugares con mucha gente y cerrados. No hay otra.
Y no esperes a que te toque la tragedia para dar gracias, como sea y al Dios que quieras. Son tiempos difíciles para todos aunque no te toquen de cerca.
Hoy todos tenemos sentimientos encontrados entre la tristeza y la esperanza.
Vamos a salir, pero mientras tanto tenemos que evitar que este caos siga creciendo. Por vos, por tu familia… por todos.
Los interesados pueden visitar la página web de Cyted (www.cyted.org) o contactar directamente a través del correo electrónico proyectos@cyted.org. Foto: Gentileza
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) invita a postular a la convocatoria 2025 del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), dirigida a la formación de Redes Temáticas. Esta iniciativa es una oportunidad para impulsar el avance científico y tecnológico en la región a través de la cooperación internacional. Las postulaciones serán recibidas hasta el viernes 2 de mayo de 2025, a las 12:00 (hora local). El objetivo de la convocatoria es fomentar la creación de redes de colaboración entre grupos de investigación y empresas de Iberoamérica, permitiendo abordar desafíos comunes con soluciones innovadoras desde una perspectiva local. A través de este esfuerzo conjunto, se busca fortalecer un ecosistema de investigación, desarrollo e innovación (I+D+I).
El Programa CYTED financiará las actividades de coordinación de las redes temáticas con un presupuesto máximo de 20.000 euros para el primer año. Para ser elegibles, las redes deberán estar constituidas por grupos de al menos seis países iberoamericanos diferentes, y que sean signatarios del Programa CYTED.
Los grupos de investigación incluyen agroalimentación, salud, promoción del desarrollo industrial, desarrollo Sostenible, tecnologías de la información y comunicaciones, ciencia y sociedad, y energía.
Desde la Pastoral Social recordaron que el objetivo es ser constructores de esperanza con los pobres, llevando adelante acciones concretas de asistencia y promoción de la dignidad humana. Foto: Gentileza
La Pastoral Social Arquidiocesana lanzó oficialmente la Campaña de Cuaresma 2025
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Bajo el lema de “Un gesto de amor, nos llena de esperanza”, este jueves la Pastoral Social Arquidiocesana realizó el lanzamiento de la Campaña de Cuaresma 2025. El lapso de la campaña, como cada año, coincide con el periodo cuaresmal, por lo que arrancó el día de ayer, 5 de marzo, y se extenderá hasta el 17 de abril
Además de las ya conocidas alcancías que estarán a disposición de la feligresía en las diferentes iglesias y capillas, quienes quieran colaborar con la causa también pueden hacerlo a través de transferencias bancarias a nombre de la Pastoral Social Arquidiocesana, en la cuenta del Banco Familiar N.º 21-2961861 con el RUC 80000457-4.
“Estos gestos de caridad, esta llamada a la solidaridad, debe formar parte esencial en nuestra vida como cristianos. Si en la esperanza no están incluidos los pobres, nunca puede ser esperanza. Como sabemos que la Iglesia no tiene una entrada económica segura, siempre nosotros a través de la comunión de bienes nos sostenemos y esta es una hermosa oportunidad para que la comunidad cristiana parroquial y grupos juveniles se adhieran a este hermoso emprendimiento”, comentó el presbítero Martín Ortiz, párroco de la Parroquia San José de Lima.
El mismo destacó que el tiempo cuaresmal también implica, además de la reflexión y la oración, realizar obras de caridad y obrar de manera correa con nuestro prójimo, por lo que hacía un llamado a la ciudadanía en general a colaborar con la colecta anual como un gesto no solo de amor, sino de unidad de la Iglesia católica.
Desde la Pastoral Social recordaron que el objetivo es ser constructores de esperanza con los pobres, llevando adelante acciones concretas de asistencia y promoción de la dignidad humana. En este contexto, se desarrollan diversas iniciativas, como el apoyo a proyectos comunitarios, la asistencia a personas en situación de vulnerabilidad y la promoción de la educación y el empleo juvenil.
El papa Francisco extraña comer pizza y ver jugar a San Lorenzo
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“Soy un pecador”, confiesa el papa Francisco en la autobiografía “Esperanza”, en la que recuerda su infancia en Argentina, su elección en el cónclave de 2013 o la nostalgia por no poder comer una pizza en un restaurante. El libro, cuya edición en español se publica a finales de mes, recoge a través de anécdotas los mensajes que representan los pilares de su pontificado: la búsqueda de la paz, la acogida de migrantes o la protección del medioambiente.
A sus 88 años, Francisco regresa a episodios de su infancia en un barrio multicultural de Buenos Aires, sin esconder algunas acciones de las que dice ahora arrepentirse. “Recuerdo mis pecados y siento vergüenza (...) Soy un pecador”, afirma el jefe de la Iglesia católica, según declaraciones recogidas en la edición inglesa de la biografía.
Se describe como un “niño travieso” y evoca con nostalgia a los miembros de su familia. Narra también el viaje de sus abuelos italianos que emigraron a Argentina en 1929 en un camarote de tercera clase y que su abuela escondió sus bienes en el forro de su abrigo. “No hay nada nuevo en ello, es una historia de ayer y de hoy”, observa.
Jorge Bergoglio rememora también el cónclave de su elección después de la renuncia de Benedicto XVI. “Nunca imaginé que el resultado de este cónclave me podía afectar directamente, así que figúrese si había pensado en un nombre papal”, explica.
“En San Pedro, esos días había una persona sin hogar que se paseaba con una pancarta alrededor del cuello donde había escrito ‘Papa Francisco I’. Esta imagen solo me vino a la memoria después, cuando varios periódicos publicaron la fotografía”, cuenta.
También revela que no ha visto la televisión desde 1990, cumpliendo una promesa que se hizo después de ver por accidente “imágenes sórdidas” que le ofendieron profundamente. Reconoce “raras excepciones”, como durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Pero, por ejemplo, no ha visto un partido de su equipo de fútbol, el San Lorenzo argentino, “desde hace 30 años”, aunque “un guardia suizo me pasa los resultados” en la oficina.
Lamenta el aislamiento provocado por el poder. “Salir a comer una pizza es una de las pequeñas cosas que más extraño”, dice. “Una pizza comida en una mesa tiene un gusto muy distinto al de una pizza entregada a domicilio”, explica. “Cuando era cardenal, me encantaba caminar por la calle y tomar el metro. Las calles me hablaban, están llenas de enseñanzas”, afirma.
En el libro, escrito en colaboración con el periodista italiano Carlo Musso, el papa aborda también las dificultades de su pontificado, como la reforma de la burocracia vaticana y la imposición de reglas en el campo financiero, que suscitaron “la mayor de las resistencias”.
Como ya es habitual, el obispo de la diócesis de Caacupé, el monseñor Ricardo Valenzuela, tras finalizar la misa central por las festividades de la Virgen de Caacupé, procedió a la lectura de su carta abierta. Foto: Matias Amarilla
Obispo insta a recuperar la esperanza del pueblo en pos del avance social
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Como ya es habitual, el obispo de la Diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, tras finalizar la misa central por las festividades de la Virgen de Caacupé procedió a la lectura de su carta abierta para el pueblo paraguayo. Realizó una fuerte crítica a las auto-asignaciones de los parlamentarios, pero a la vez hizo mención de la esperanza, destacando a los jóvenes paraguayos que dejan alto la bandera nacional y también la campaña que actualmente lleva adelante la selección paraguaya.
Al iniciar la lectura de la carta hizo mención de dos refranes utilizados en nuestro país con mucha frecuencia, una de ellas que habla de que las desgracias siempre buscan a los pobres (mboriahu akãrente ho’a rayo), mientras que la otra era una luz hacia el final del túnel, diciendo que la esperanza no se enmohece (esperanza na havéi).
Se refirió a que la esperanza alcanza también a la posibilidad de un cambio, de poner fin a las malas prácticas que cristalizan el manejo de la cosa pública. “El país necesita nuevos e inspirados líderes, personas comprometidas, auténticas, íntegras, sin 7 dobles agendas, dispuestas a respetar las reglas democráticas y a cumplir los mandatos recibidos del pueblo, solamente del pueblo y de las leyes acordadas. Es tiempo de dar a la juventud esa oportunidad de servir a su país con pasión, conocimiento actualizado, honestidad y patriotismo”, comentó.
En su crítica, recordó los problemas de larga data como la calidad del sistema de transporte, el acceso a un buen servicio de energía eléctrica e inclusive la falta de iniciativa para que se den mayores oportunidades de trabajo a través de la fabricación de equipos que se compran del extranjero y que bien pueden ser producidos por mano de obra nacional.
Destacó la amplia capacidad del pueblo paraguayo para avanzar hacia el futuro, recordando logros históricos recientes de jóvenes prometedores que han dejado el nombre de nuestro país en lo más alto a nivel internacional; enfatizando la importancia de que se apoyen las iniciativas nacionales y por sobre todo, se generen espacios de crecimiento para las actuales y próximas generaciones.
“Hermanos y hermanas, en nuestro país hay gente capaz, con privilegiada inteligencia, hay talento y perseverancia, pero muchas veces no existe voluntad, ni gestión, ni políticas públicas de impulso y mucho menos liderazgo para engrandecer nuestra nación. Demasiado tiempo y recursos se desperdician por la codicia de pocas personas, o de familias que se turnan para hacer girar la rueda de la fortuna y volverse ricos, sin esfuerzo alguno, teniendo como fuente, generalmente, los recursos del Estado”, sentenció el monseñor Ricardo Valenzuela.
El monseñor remarcó problemas de larga data como la calidad del sistema de transporte, el acceso a un buen servicio de energía eléctrica. Fotos: Matías Amarilla
Los presos fueron también recordados por monseñor en su carta abierta, donde aseguró que es necesario rever y trabajar en el sistema judicial para analizar la situación de muchos presos en nuestro país y el proceso de sus condenas, ya que existen muchos casos en que las personas se encuentran privadas de su libertad aun sin una sentencia o condenados por dudosas acusaciones y procesos.
“Qué hermoso gesto de las autoridades nacionales del Paraguay sería que los tres poderes del Estado actuaran en consonancia con esta propuesta del Papa; que modifiquen lo que deban modificar y apliquen lo que deban aplicar, y se anticipen al inicio del Jubileo con la liberación de las personas en situación de penuria y de quienes cargan con sentencias de dudosa legitimidad y legalidad”, reforzó Valenzuela.
En cuanto a los ancianos, exhortó a la sociedad a que los tengan en cuenta para que no queden arrinconados en el olvido y la soledad que, en muchos casos, les causa aún mayor dolor que cualquier dolencia que puedan tener. Remarcó que es necesario que las personas mayores no solo se sientan acompañadas y queridas, sino que también se les brinde la seguridad de un buen vivir, enfatizando la protección de los fondos jubilatorios.
“Es imposible no pensar en este punto en nuestros queridos jubilados, cuyos fondos están siempre en zozobra y a quienes el seguro social considera una carga y por consiguiente los trata con desmedro y menoscabo a la hora de recibir atenciones de salud. No se puede especular con la jubilación de los ancianos, de las personas que trabajaron tres décadas para poder vivir honradamente sus días postreros”, comentó el obispo de Caacupé.
Recordó también a los pobres y enfermos; a quienes en la mayoría de las ocasiones las agendas políticas, tanto a nivel nacional como internacional, mantienen relegados. Foto: Matías Amarilla.
Recordó también a los pobres y enfermos; a quienes en la mayoría de las ocasiones las agendas políticas, tanto a nivel nacional como internacional, mantienen relegados en cuanto a soluciones y asistencia, haciendo un llamado formal a la sociedad paraguaya y a las autoridades a trabajar en mejorar las condiciones de vida de los mismos como una señal clara de apuesta al futuro y demostración de esperanza colectiva.
En cuanto a los jóvenes, aseguró que su rol en la sociedad es fundamental y protagónico, por lo que los instó a discernir, detenidamente, sobre la oportunidad que tienen con el Jubileo, como los demás, de volver a intentar lo que tal vez no fue posible antes, reconstruyendo la relación con Dios.
“No nos limitemos mirando solo hacia atrás, fijándonos solamente en las virtudes del pasado, dejando de ver el talento presente de numerosos jóvenes dispuestos a demostrar sus capacidades y los valores éticos en la gestión pública. Construyamos, entre todos, la esperanza que nos lleve cuanto antes a concretar también ese sueño”, finalizó el obispo de Caacupé, el monseñor Ricardo Valenzuela.
Destacó la importancia de aprovechar el jubileo 2025, en donde se procederá a la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 24 de diciembre próximo, como una señal no solo de fe, sino de esperanza, una esperanza que para el pueblo paraguayo debe ser revivida y fortalecida con acciones que solucionen los problemas centrales por los que atraviesa actualmente.
“Este año hemos sostenido nuevamente encendidos debates entre todos los estamentos con respecto a la realidad nacional, y aunque no hemos logrado avanzar mucho hacia una sociedad más justa y equitativa, y hacia un gobierno más tolerante y confiable, no obstante, pudimos celebrar algunas señales de que es posible lograr metas difíciles y aparentemente inalcanzables”, indicó el obispo.
En otro momento recordó a los secuestrados y dijo que en nuestro país, si bien no vivimos una guerra como en Oriente Medio o en Europa, siguen perturbando la paz. Dijo que no se puede estar en paz con el secuestro impune de personas, ajusticiamientos por cuenta propia, con matanzas entre cárteles en la vía pública con saldos de “daños colaterales”, con inseguridad ciudadana y con injusticias de todo tipo.
“Nuestras guerras paraguayas no tienen la dimensión ni la magnitud del conflicto israelí-palestino, ni las de Rusia con Ucrania, pero siguen perturbando nuestra paz las guerras entre grupos armados de narcotraficantes a las que se suma el rebrote de cuando en cuando de la banda de asesinos que opera en el norte del país, con saldo de numerosas muertes y la incógnita sobre la vida del policía Edelio Morínigo y del señor Óscar Denis y de tantos otros”, lamentó.
Criticó la inseguridad reinante recordando que hay barrios enteros que no pueden llevar una vida tranquila debido a la violencia que genera el consumo y la distribución de drogas. “Padres y madres que deben resignarse a perder el control de sus hijos, ganados por las bandas delictivas de este negocio, y que viven esperando el nefasto momento de recibir el cuerpo de sus hijos, como corolario de sus tristes historias”, indicó.