• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

Estamos de acuerdo, en un 99% de la población, que el gobierno de Mario Abdo fracasó, además de en la mayoría de las cosas, en la lucha contra el covid-19.

No se preparó adecuadamente el paupérrimo sistema sanitario, ni contando con el dinero suficiente; se gestionó de manera horrorosa el tema de vacunas, confiando en los rufianes buenos para nada de la OPS/OMS y su maldito y vergonzoso mecanismo Covax, el cual debería ser llevado a una corte internacional para condenar a los responsables. No se respondió adecuadamente a la crisis económica generada por la pandemia, no se llegó a los más necesitados en tiempo y forma. Y la lista sigue. Sin olvidar a la pandilla de corruptos que se dedicaron a lucrar y a expoliar al pueblo más necesitado, sin el menor remordimiento.

Eso es claro y no aguanta mucho debate.

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Ahora, el enojo, la rebeldía o como se quiera poner ante este fracaso, no justifica muchas cosas que se hacen en nombre de ellos. Las marchas reclamando, a las autoridades responsables, son válidas y justas, y representan el cansancio de la gente con la clase política gobernante, de todos los sectores. Las patotas, grupos de choque, bandas armadas de saqueadores e incendiarios, financiados por Efraín Alegre, Sixto Pereira y algunos colorados que pescan rebote, no son legítimos ni deben ser tolerados. El hecho de que sean grupos pequeños, sin respaldo más que de “redes sociales”, políticos y medios de comunicación oportunistas reflejan la realidad de que son grupos huérfanos de un real respaldo popular. El propio Efraín Alegre no junta más de 50 a 100 personas jamás, y eso si le das tiempo y plata. El Frente Guasu, que ni siendo gobierno pudo sacar gente en cantidad razonable a las calles, para defender al monseñor del juicio político, mucho menos ahora.

Pero los incendiarios y su pandilla no son los más problemáticos. Sí son los “rebeldes negacionistas”, o sea no son simples negacionistas de esos dementes que pululan en redes posteando artículos de pseudo científicos escondidos en una cueva en los Alpes huyendo del Grupo Bilderberg, Bill Gates, Tesla, Amazon y Chiclets Adams; sino aquellos que, “porque el gobierno no responde” mandan todo a la puta. No usan tapabocas, farrean, se amontonan, plantean argumentos como “si en el colectivo se amontonan 40 por qué yo no puedo hacer una farra de 40”, cuando cualquier persona con más de una neurona sabe que una cosa es tomar el colectivo como única alternativa de transporte para ir a laburar y traer algo para sobrevivir y la otra es una actividad ociosa de uno que “masiado se aburre sin los perros”.

El virus está, mata entre 50 y 60 por día, solo acá y en hospitales, les funde la vida a miles que se van a la quiebra con los gastos de terapia pública o privada, y no le importa si la culpa la tiene Marito, Patricia Samudio o el Pato Donald, te agarra y te hace mierda igual. Y la única, mientras conseguimos muchas vacunas, prestadas, compradas, donadas o robadas, es seguir cuidándote todo lo que puedas. Trabajando con los límites impuestos, aunque sea a duras penas, pero es la única. Cuidate.

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